De aquella confrontación sangrienta se beneficiaron todos los españoles, pese a represiones, consecuencias de los odios acumulados y de los tremendos crímenes del derrotado Frente Popular, porque todos los españoles conocieron, gracias al esfuerzo y sacrificio de la posguerra, una España nueva, creciente, que se situaba en primera fila de los países industrializados. Pero quienes más se beneficiaron con el esfuerzo de otros fue la llamada clase pudiente, aquella derecha fracasada de la República, que conservó o recuperó sus bienes; y por supuesto, la Iglesia, una de las víctimas más castigadas a las que se les reconstruyó lo destruido por el odio y se les devolvió con creces todo lo saqueado. La destrucción de monumentos se hace ahora mejor que cuando gobernaba el Frente Popular, y sin gastar munición. Ya no hacen falta fusiles ni exhibición de alpargatas ni boinas proletarias
Han pasado los años, las banderas se arriaron demasiado pronto, y cuando llegó la hora de los enanos, de las hienas y de las ratas, cuando llegó la hora de los vencidos que se ceban en un león cansado y casi moribundo, esa derecha pancista cobarde, y esa Iglesia sin memoria, traicionan a los que les salvaron vidas y bienes uniéndose o aceptando las condenas y las leyes perversas de la “Memoria Histórica”. Pero lo que es más sorprendente, el heredero del que fuera llamado “Ejército de la Victoria”, se convierte hoy en un remedo del Ejército de la derrota, pues acepta con increíble sumisión los “diktats” de aquellos a los que venció de forma aplastante. Oculta a sus héroes y trofeos, destruye sus monumentos, sus Cruces de Caídos en los mismos cuarteles y Academias Militares, traiciona a los que marcaron el paso de la victoria, y hasta elimina museos y bibliotecas. Ignora hechos y fechas gloriosas y acepta sumiso las que les imponen los vencidos.
Pero lo más decepcionante es nuestro propio entorno, el de algunos de nuestros amigos y afines en sentimientos patrióticos, también en militares retirados, ya empapados en las consignas que ahora imponen los vencidos, los desmemoriados y, por supuesto algunos traidores que en España nunca faltan. Son los que nos hablan de una inútil guerra fratricida, de un triste fracaso de la convivencia, de un desprecio al diálogo que hubiera evitado tal derramamiento de sangre, incluso aceptan esa hipócrita falacia de que en aquella guerra “todos eran malos”.
La destrucción de monumentos se hace ahora mejor que cuando gobernaba el Frente Popular, y sin gastar munición. Ya no hacen falta fusiles ni exhibición de alpargatas ni boinas proletarias |
La ONU, ese organismo que como los mulos es estéril, pero que sabe dar coces, quiere imponer al Gobierno del tristísimo PP un decálogo para arrancar hasta las más profundas raíces de nuestra reciente Historia. Decálogo inspirado en ese subproducto de la estupidez y de la felonía llamada “Memoria Histórica”, pergeñado por un estúpido y un felón político apellidado Rodríguez Zapatero, y aceptado sin rechistar por el terceto Derecha, Iglesia y Ejército. Y la “mula Francis” de la ONU envía a España a un personaje llamado Pablo de Greiff como (lean despacio, por favor) el primer Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición. Este Pablo es colombiano, y nos aseguran que es experto en derechos humanos y ha sido Director de Investigaciones del Centro Internacional para la Justicia Transicional. Cuando se ponen adjetivos a la Justicia deja de ser Justicia, que al fin y al cabo es lo que se busca.
Este Pablo nació en 1963, cuando ya España se había recuperado gracias al esfuerzo de todos, menos de los exiliados; cuando se cerraba por falta de trabajo “Regiones Devastadas”, ya que España estaba del todo reconstruida. Posiblemente diez años después (1973), esta joya relatora de hoy, entonces tierna criatura, se enteró de que existía España y hasta es posible que pudiera situarla en el mapa al sur de Andorra. Y ahora viene a darnos lecciones ante los desorbitados ojos de nuestra pequeña Vicepresidenta que se disculpa por no cumplir este “Dacálogo” que el dios ONU entregó a don Pablo en su Sinaí de Nueva York (New York en catalán…), por falta de fondos, por no haber suficientes “pelas” para pagar a las excavadoras que han de destruir, por ejemplo, el Valle de los Caídos, que es lo que Satanás viene exigiendo desde hace tiempo.
¿Quién recuerda hoy en España a estas 27 monjas de la Caridad asesinadas en la diócesis de Madrid? Forman parte de las más de 300 que sufrieron martirio y que hoy ni siquiera la ONU las recuerda |
¡Arriba España!
Jesús Flores Thies |