«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

viernes, 5 de septiembre de 2014

JESÚS FLORES THIES: Victoria vencida

Hubo una guerra civil en la que una juventud generosa, sacrificada y hasta alegre salvó a España de su sentenciado final, cuyo último sayón iba a ser el Frente Popular, postrer aventura de una república fracasada, de una república ya sin republicanos. Ni Franco ni el bando nacional buscaban esa guerra que los otros deseaban y así lo proclamaban en su búsqueda del paraíso del proletariado. Pero los del bando nacional supieron ganarla y sus ventajas las tuvimos y disfrutamos todos a lo largo de casi 40 años, aplicando el hombro, que nada fue gratis.
De aquella confrontación sangrienta se beneficiaron todos los españoles, pese a represiones, consecuencias de los odios acumulados y de los tremendos crímenes del derrotado Frente Popular, porque todos los españoles conocieron, gracias al esfuerzo y sacrificio de la posguerra, una España nueva, creciente, que se situaba en primera fila de los países industrializados. Pero quienes más se beneficiaron con el esfuerzo de otros fue la llamada clase pudiente, aquella derecha fracasada de la República, que conservó o recuperó sus bienes; y por supuesto, la Iglesia, una de las víctimas más castigadas a las que se les reconstruyó lo destruido por el odio y se les devolvió con creces todo lo saqueado. La destrucción de monumentos se hace ahora mejor que cuando gobernaba el Frente Popular, y sin gastar munición. Ya no hacen falta fusiles ni exhibición de alpargatas ni boinas proletarias

Han pasado los años, las banderas se arriaron demasiado pronto, y cuando llegó la hora de los enanos, de las hienas y de las ratas, cuando llegó la hora de los vencidos que se ceban en un león cansado y casi moribundo, esa derecha pancista cobarde, y esa Iglesia sin memoria, traicionan a los que les salvaron vidas y bienes uniéndose o aceptando las condenas y las leyes perversas de la “Memoria Histórica”. Pero lo que es más sorprendente, el heredero del que fuera llamado “Ejército de la Victoria”, se convierte hoy en un remedo del Ejército de la derrota, pues acepta con increíble sumisión los “diktats” de aquellos a los que venció de forma aplastante. Oculta a sus héroes y trofeos, destruye sus monumentos, sus Cruces de Caídos en los mismos cuarteles y Academias Militares, traiciona a los que marcaron el paso de la victoria, y hasta elimina museos y bibliotecas. Ignora hechos y fechas gloriosas y acepta sumiso las que les imponen los vencidos.

Pero lo más decepcionante es nuestro propio entorno, el de algunos de nuestros amigos y afines en sentimientos patrióticos, también en militares retirados, ya empapados en las consignas que ahora imponen los vencidos, los desmemoriados y, por supuesto algunos traidores que en España nunca faltan. Son los que nos hablan de una inútil guerra fratricida, de un triste fracaso de la convivencia, de un desprecio al diálogo que hubiera evitado tal derramamiento de sangre, incluso aceptan esa hipócrita falacia de que en aquella guerra “todos eran malos”.

La destrucción de monumentos se hace ahora mejor que cuando gobernaba el Frente Popular, y sin gastar munición. Ya no hacen falta fusiles ni exhibición de alpargatas ni boinas proletarias
Nos hemos quedado casi solos los que consideramos aquel alzamiento del 36 y la victoria del 39 como un hito histórico tan importante como la batalla de las Navas o la lucha del pueblo madrileño en un 2 de mayo de 1808, que hoy también se trata de emporcar. Y lo consideramos un hecho trascendental en nuestra Historia porque cambió radicalmente a España, en caída libre desde hacía dos siglos, dándole un impulso para hacerla una, grande y libre, impulso que hoy se trata por todos los medios de ralentizar. Hecho histórico que engloba otro hito trascendental: la mayor persecución religiosa de la Historia. No con los “mártires en la España del siglo XX”, como pretende vendernos la Conferencia Episcopal, sino con los mártires en sólo cinco años (1934-1939) y únicamente en la España dominada por el Frente Popular. Y como guinda bien roja, la mayor destrucción y saqueo de nuestro Patrimonio, exclusivamente hazaña de aquel siniestro Frente Popular, del que hoy se considera el sistema, incluido el PP, heredero “democrático”, dejando en el vacío toda una época de gigantesca reconstrucción, ilusión y esperanza.

La ONU, ese organismo que como los mulos es estéril, pero que sabe dar coces, quiere imponer al Gobierno del tristísimo PP un decálogo para arrancar hasta las más profundas raíces de nuestra reciente Historia. Decálogo inspirado en ese subproducto de la estupidez y de la felonía llamada “Memoria Histórica”, pergeñado por un estúpido y un felón político apellidado Rodríguez Zapatero, y aceptado sin rechistar por el terceto Derecha, Iglesia y Ejército. Y la “mula Francis” de la ONU envía a España a un personaje llamado Pablo de Greiff como (lean despacio, por favor) el primer Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición. Este Pablo es colombiano, y nos aseguran que es experto en derechos humanos y ha sido Director de Investigaciones del Centro Internacional para la Justicia Transicional. Cuando se ponen adjetivos a la Justicia deja de ser Justicia, que al fin y al cabo es lo que se busca.

Este Pablo nació en 1963, cuando ya España se había recuperado gracias al esfuerzo de todos, menos de los exiliados; cuando se cerraba por falta de trabajo “Regiones Devastadas”, ya que España estaba del todo reconstruida. Posiblemente diez años después (1973), esta joya relatora de hoy, entonces tierna criatura, se enteró de que existía España y hasta es posible que pudiera situarla en el mapa al sur de Andorra. Y ahora viene a darnos lecciones ante los desorbitados ojos de nuestra pequeña Vicepresidenta que se disculpa por no cumplir este “Dacálogo” que el dios ONU entregó a don Pablo en su Sinaí de Nueva York (New York en catalán…), por falta de fondos, por no haber suficientes “pelas” para pagar a las excavadoras que han de destruir, por ejemplo, el Valle de los Caídos, que es lo que Satanás viene exigiendo desde hace tiempo.

¿Quién recuerda hoy en España a estas 27 monjas de la Caridad asesinadas en la diócesis de Madrid? Forman parte de las más de 300 que sufrieron martirio y que hoy ni siquiera la ONU las recuerda
Unas de las demostraciones de ínfima la categoría intelectual y moral de este personaje es que en España, nos imaginamos que viviendo espléndidamente a la sopa boba, es entrevistado por ese auténtico forúnculo en los medios informativos que se apoda “Gran Wyoming”. Nosotros despreciamos a todos, a los odiadores vencidos, a los cobardes, a los desmemoriados, a los pelmazos, a los satánicos y hasta al relator de marras, y con marchas militares de fondo proclamamos que aquellas generaciones que lucharon y trabajaron por España, los del Ejército de la Victoria y la reconstrucción posterior, ha sido lo mejor de su Historia moderna. Sabemos que escribir todo esto es clamar en el desierto, que cada vez estamos más solos, pero al menos no formamos parte de esa pasta maloliente que domina nuestra sociedad, y cuando nos miramos al espejo no vemos ni a un traidor ni a un vencido. Pedimos a Dios que mire para acá abajo y que pase por alto nuestras ingratitudes (bueno, que las perdone una vez más) y que inspire a esa juventud, porque sin juventud no hay futuro, que a veces asoma en muy contados momentos del año (visita del Papa, 12 de Octubre, pro Vida…), para que dé un paso al frente y sepa recuperar nuestra Historia que, por supuesto, es la de ellos. 

¡Arriba España! 

Jesús Flores Thies