«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

sábado, 28 de diciembre de 2013

El dilema de Rouco Varela


Con motivo de la Fiesta de la Sagrada Familia se han convocado una serie de actos que tienen como escenario la madrileña Plaza de Colón. Es previsible que la intervención del Cardenal D. Antonio Rouco Varela mañana, domingo 29 de diciembre, esté marcada de alguna manera por el anteproyecto de regulación del aborto aprobado el pasado día 21 por el Consejo de Ministros que preside Mariano Rajoy.

La Ley del PP se define como una ley de supuestos que justifica el aborto en caso de riesgo para la salud psíquica o física de la madre o en caso de violación. Todo ello, a espera de un debate parlamentario en el que se pueden producir sorpresas pues son numerosas las voces que se están alzando en el seno del partido conservador reclamando cambios que se aproximen a las posiciones sostenidas desde el PSOE.

Atinadamente, se ha suprimido el tercer supuesto que contemplaba la ley del 85, el de malformaciones graves porque, en palabras del Ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón: «no se puede decir que un no nacido, por tener alguna discapacidad, tiene menos derecho a la protección de su vida que la de un concebido sin discapacidad». En cambio, un no-nacido sí tiene menos derecho a la protección de su vida en caso de suponer un presunto riesgo para salud de su madre o haber sido concebido como consecuencia de una violación.

Hay que reconocer que, al amparo de la nueva ordenación, es posible que se salve alguna vida humana inocente.  Aunque esto solo podrá verificarse si se articulan las suficientes garantías para que no se repitan las circunstancias que, al amparo de la Ley del 85, permitieron la implantación en la práctica del aborto libre. Pero la restricción de la ley a algunos supuestos no modifica su calificación moral; pues, en ningún caso, es permisible el aborto voluntario. Máxime cuando la mayoría absoluta parlamentaria con la que cuenta el PP permitiría la erradicación de la cobertura legal del aborto. De ahí la especial gravedad de las declaraciones de Ruiz Gallardón al vincular las propuestas ahora adoptadas con el programa electoral y los principios ideológicos sostenidos por el partido en el Gobierno: «desde una postura humanista y con unos avances, a mi juicio, trascendentales en la concepción del Derecho como garantía de protección de derechos de los más débiles» (ibid.).
Ante este panorama, cabe interrogarse acerca de los términos en que se pronunciará mañana el Cardenal Rouco.

En realidad, los comunicados de los obispos españoles en relación con las sucesivas legislaciones abortistas, tanto aisladamente como de manera conjunta, se han limitado a una exposición de los principios doctrinales fundamentada generalmente de los principios personalistas y existencialistas característicos de la Nueva Teología. De ahí las reiteradas alusiones a un derecho a la vida puramente natural, como inherente a la pura existencia del hombre, cuando en realidad deriva de su fin moral. Y la radical incomodidad que provoca el genérico y ambiguo “Todos tienen derecho a la vida” frente a realidades más complejas como los son la pena de muerte, la legítima defensa o la guerra justa.
La exposición se hace a veces incluso en términos duros, como los empleados con frecuencia en los documentos eclesiásticos en relación con el aborto. Por ejemplo: «facultad, legitimada por la ley, de atentar contra la vida del ser humano más indefenso e inocente» (Episcopado Español, julio-1983): «Crimen abominable» (Concilio Vaticano II), «que nunca, en ningún caso, se puede legitimar» (Juan Pablo II)”. Pero en la práctica, se evita la polémica y se paraliza la movilización clara e inequívoca de los católicos.

De hecho, con la única excepción de los pronunciamientos del entonces Obispo de Cuenca D.José Guerra Campos -a los que hemos hecho alusión reiteradamente en numerosos artículos sobre esta misma cuestión-, nunca hemos oído denunciar las raíces de la legalización del crimen en una Constitución gravemente cuestionable desde el punto de vista moral ni se ha explicitado con claridad la posición en que quedan las autoridades y las instituciones de un Estado, todas ellas manchadas y cuestionadas por la ley vigente (2010), la derogada (1985) o la ahora proyectada.
El gran problema es que, si la Constitución, en su concreta aplicación jurídica, permite dar muerte a algunos, resulta evidente que, no sólo los gobernantes, sino la misma ley fundamental deja sin protección a los más débiles e inocentes. (Y a propósito: ¿tienen algo que decirnos los gobernantes, más o menos respaldados por clérigos, que en su día engañaron al pueblo, solicitando su voto con la seguridad de que la Constitución no permitía el aborto? Y digan lo que digan, ¿va a impedir eso la matanza que se ha legalizado?) (José Guerra Campos: Pastoral del 13-julio-1985).
Palabras éstas en acusado contraste con las pronunciadas recientemente por el propio Rouco Varela para quien “En particular, hemos de estar atentos a que no padezcan detrimento los bienes de la reconciliación, la unidad y la primacía del derecho, que se han podido tutelar en estos años de un modo suficiente, al amparo de las instituciones y mecanismos previstos en la Constitución de 1978, y con notable beneficio para el bien común”.

La afirmación no nos sorprende, por reiterada (cfr. la conferencia pronunciada por el Arzobispo de Madrid en el Club Siglo XXI , 15 de marzo de 2001: “La Iglesia en España ante el siglo XXI. Retos y tareas). Pero suena a verdadero sarcasmo que quienes no movieron un dedo en defensa del sólido edificio de las Leyes Fundamentales, atacado por los enemigos de España y de la civilización cristiana, se movilicen ahora en apoyo de un texto legislativo que permite al Estado actuar como el principal agente de una ofensiva para el cambio de las mentalidades.

Al concebir un bien común tutelado eficazmente por una Constitución que no garantiza, por poner solo un ejemplo, el derecho a la vida de los no nacidos, Rouco Varela no solamente lleva a cabo una deformación inadmisible sino que silencia interesadamente la verdadera cara de un marco político que aparenta la renuncia a cualquier idea previa o la neutralidad para luego servir de instrumento a la promoción de mentalidades y políticas muy concretas. Pensemos, por ejemplo, en la difusión de mentalidades divorcistas, abortistas, laicistas… promovidas de manera sistemática desde el propio Estado.

Con razón se ha hablado de “la ruina espiritual de un pueblo por efecto de una política”, en expresión de Francisco Canals, referida a una política que constituye la aplicación práctica de un sistema erróneo de conceptos sobre la vida y sobre la sociedad. Cerrar los ojos a la conexión entre los procesos políticos y la descristianización que se ha producido en los últimos siglos y se ha acelerado en los últimos decenios sería negar la realidad (Cfr. Francisco Canals, "Reflexión y súplica ante nuestros pastores y maestros", Cristiandad 670-672 (1987) 37ss y "El ateísmo como soporte ideológico de la democracia", Verbo 217-218 (1982), 893ss).

Por eso, a Rouco no le queda mañana otra alternativa que denunciar, junto con el proyecto Gallardón, un sistema que lleva jurídicamente a efectos moralmente inadmisibles y en el que no resulta posible en conciencia instalarse tranquilamente, sin hacer lo necesario por enderezarlo y por modificar una Constitución que permite dar muerte injusta a los no-nacidos.

Y todo ello, porque según la doctrina católica, la soberanía en la comunidad política debe estar sometida jurídicamente al orden moral (a la soberanía de Dios). Es algo más que una exhortación para que ciudadanos y gobernantes en sus decisiones y actos electivos estén atentos a la norma moral. Se requiere que sea moral el sistema mismo, es decir, que esté constituido de tal forma que no sea legítimo dentro de él atentar contra la citada ley moral.

Afirmaciones del género “la Ley Gallardón es menos mala…” son, en realidad, perversas porque contribuyen a consolidar la aceptación social del aborto legalizado y a difundir una idea hoy dominante entre los electores del PP y respaldada por medios de comunicación afines. Es decir, que hay una ley del aborto “buena” (la que puso en marcha el Gobierno de Felipe González en 1985, no modificó el de Aznar y ahora va a restaurar Rajoy en sus líneas generales) y otra “mala”: la implantada por Rodríguez Zapatero. Y en el colmo de la distorsión, el abortismo de los populares, se ve transmutado así en defensa de la vida privando así, una vez más, de apoyo a las opciones políticas que sostienen la defensa incondicional de los no-nacidos.

Este es el dilema al que se enfrenta Rouco Varela: o rectificar radicalmente sus reiteradas declaraciones elogiosas de la Constitución de 1978 atreviéndose a ser profeta y a decir a los poderosos, como Juan Bautista, “No te es lícito”. O despedirse de su cargo en Madrid ejerciendo de complaciente cortesano, gestor de un catolicismo enfeudado en el sistema, dependiente económicamente del Estado y alegremente enfrascado en su propia auto-demolición.

Ese es el dilema. La respuesta, mañana en la Plaza de Colón.

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sábado, 21 de diciembre de 2013

Aborto: El PP se ríe de sus votantes, pero no les engaña


El ministro de Justicia, D.Alberto Ruiz Gallardón acaba de anunciar en rueda de prensa las modificaciones que va sufrir la regulación del aborto de acuerdo con el anteproyecto aprobado el 21 de diciembre por el Consejo de Ministros. El voto y la opinión católica en España se han mostrado sistemáticamente cautivos del partido ahora en el Gobierno y, por eso, puede decirse con toda propiedad que el PP se ríe de sus votantes pero no que les engañe. Aunque con escasa celeridad, Rajoy comienza ahora a cumplir uno de los compromisos asumidos en su programa electoral.

Programa que fue democráticamente respaldado en las urnas por una mayoría absoluta de los españoles el pasado 20 de noviembre. Con independencia de la valoración que merezca este último dato, no debería ser silenciado, como se hace sistemáticamente, en las opiniones que la izquierda totalitaria está vertiendo en relación con el propósito de derogar algunos de los criterios implantados por el Partido Socialista en su Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.

La Ley del PP se denominará (paradójica o burlescamente) de protección de la vida del concebido y de derechos de la embarazada y se define como una ley de supuestos que justifica el aborto en caso de riesgo para la salud psíquica o física de la madre o en caso de violación. Es sabido que dichas previsiones sirvieron al amparo de la Ley del 85 para una implantación en la práctica del “aborto libre” por lo que, está por demostrar, que los nuevos preceptos vayan acompañados de las suficientes garantías para que no se repita la misma situación. Máxime, cuando el puzle autonómico impide cualquier adopción de directrices comunes a la hora de aplicar la Ley en todo el territorio nacional.

Hay que reconocer que el proyecto-Gallardón está destinado a sustituir a una normativa aún más negativa y es cierto que, al amparo de la nueva ordenación, es posible que se salve alguna vida humana inocente pero la aprobación de semejante ley -disponiendo de una mayoría absoluta que permitiría la erradicación de la tolerancia legal hacia el aborto- merece un juicio mucho más riguroso. Además, algunas pinceladas positivas como la regulación de la mal llamada objeción de conciencia apenas modifican el juicio moral sobre un plan que puede calificarse con términos muy similares a los que aplicó el entonces Obispo de Cuenca, D.José Guerra Campos, a la Ley socialista de 1985:
  • Se ha consumado la legitimación de unas agresiones «contra la vida del ser humano más indefenso e inocente» (Episcopado Español): «Crimen abominable» (Concilio Vaticano II), «que nunca, en ningún caso, se puede legitimar» (Papa Juan Pablo II)
  • La restricción de la ley a algunos supuestos no modifica su calificación moral; pues, en ningún caso, es permisible el aborto voluntario”.
  • Los católicos que en cargo público, con leyes o actos de gobierno, promueven o facilitan —y, en todo caso, protegen jurídicamente— la comisión del crimen del aborto, no podrán escapar a la calificación moral de pecadores públicos”.
La imposición de la Ley propuesta por Rajoy-Gallardón va a resultar posible porque, con absoluta indiferencia, miles de católicos acuden a las urnas una y otra vez para respaldar a los partidos que vienen protagonizando una radical ofensiva contra la vida. Agresión que adquiere caracteres dantescos en relación con el aborto pero que se manifiesta también en el fomento de la anticoncepción o en las prácticas de reproducción asistida ajenas a un criterio moral.
Este panorama es, en buena medida, el resultado de cómo se viene haciendo en España la orientación del voto católico. Durante años se nos viene diciendo: considerad los elementos negativos y los positivos y decidid en conciencia. Pero la mayoría de los ciudadanos no están capacitados para distinguir si la expresión en conciencia hace referencia a una norma superior o a la mera autonomía subjetiva. Y aunque entendieran lo primero, en la práctica se les ha sugerido de mil modos que -como no hay nada sin defectos- podían en conciencia apoyar con sus votos -por razón de los aspectos positivos- a fuerzas promotoras de cosas tan negativas como el aborto, la disolución familiar, la descristianización, etc. El hecho es que con los votos de los fieles católicos se han implantado los mismos males que luego se critican. Y voces autorizadas, en el acto mismo de condenar esos males, se apresuran a advertir que se trata de puntos aislados y reiteran su aval al marco jurídico-político del que brotan (cfr. José Guerra Campos, “La Iglesia y la comunidad política. Las incoherencias de la predicación actual descubren la necesidad de reedificar la doctrina de la Iglesia”).

A pesar de su apoyo al aborto legalizado, Gallardón es objeto de durísimos ataques por parte de la izquierda que lo presenta como fiel seguidor de las consignas eclesiásticas en esta materia. Ahora bien, no solamente la postura de Gallardón está alejada de la Doctrina de la Iglesia al respecto sino que, al igual que ocurría en los gobiernos de Aznar, la actuación de ministros vinculados a poderosas organizaciones religiosas viene acompañada de una específica referencia moral en ninguna de las cuestiones abordadas desde Moncloa.

Tampoco cabe esperar mucho de los pronunciamientos del episcopado, tanto aisladamente como en los comunicados conjuntos de la Conferencia Episcopal. Parece previsible que, como en ocasiones anteriores, los prelados españoles se limiten a recordar, tímidamente, la doctrina sobre la defensa de la vida partiendo generalmente de los principios personalistas y existencialistas que sirven de fundamento a la Nueva Teología.

De ahí las reiteradas alusiones al “derecho a la vida” natural sin que haya paralela insistencia en recordar que el aborto trunca el derecho del hombre a la vida sobrenatural a la que es llamado (y de la cual resulta excluido si, como ocurre por norma, el feto abortado no es bautizado). Al mismo tiempo, se considera el derecho a la vida como inherente a la pura existencia del hombre, cuando en realidad deriva de su fin moral. Por consiguiente, se silencia que no existe un derecho incondicionado a los bienes de la vida temporal; el único derecho verdaderamente inviolable es al fin último: a la verdad, la virtud y la felicidad, y a los medios necesarios para conseguirlas (cfr. Romano Amerio, Iota Unum, Salamanca: 1994, pp. 297-307).

Por eso, aunque poca o ninguna esperanza tenemos de encontrar respuesta, terminamos estas notas reiterando una petición hecha en ocasión semejante. Que la Conferencia Episcopal Española o, al menos, algún Obispo digno de este nombre tenga a bien hacer pública una orientación a los católicos en lo que a estas cuestiones se refiere:
  1. Los católicos que con leyes o actos de gobierno, promueven, facilitan y protegen jurídicamente la práctica del aborto merecen la calificación moral de pecadores públicos ¿Cómo se ha concretado el trato que se les dispensa en la administración de los Sacramentos mientras no reparen según su potestad el gravísimo daño y escándalo producidos? ¿Se les está aplicando el canon 915, que excluye de la Comunión eucarística a los que “obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave”?
  2. ¿En qué situación moral quedan los católicos que dan su voto a los partidos que están promoviendo la nueva ley y aplicando la vigente hasta ahora? ¿Y los católicos que apoyan con sus votos o forman parte del Gobierno que, pudiendo hacerlo, no piensa promover la inmediata ilegalización del aborto? ¿Y el Jefe del Estado que promulgue la Ley?
  3. ¿No es cierto que resulta contradictorio dar por bueno un sistema que lleva jurídicamente a efectos moralmente inadmisibles y que no es posible en conciencia instalarse tranquilamente en él, sin hacer lo necesario por enderezarlo y por desligarse de responsabilidades que no se pueden compartir?
  4. Si la Constitución, en su concreta aplicación jurídica, permite dar muerte injusta a algunos, resulta evidente que la misma ley fundamental deja sin protección a los más débiles e inocentes, hecho que hay que añadir a la nefasta gestión de los gobernantes ¿Qué consecuencias concretas se derivan a la hora de valorar moralmente el sistema político implantado en España en 1978?
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“En estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo”

El cuarto Domingo de Adviento está centrado en la cercana solemnidad de Navidad. Por eso en la oración colecta pedimos a Dios que derrame su gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de su Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.

«Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros» (Is 7, 14). Esta profecía de Isaías asegura que Dios mismo dará un descendiente al rey David como signo de su fidelidad. Como leemos en el Evangelio, esta promesa y todas las que Dios había hecho por medio de los profetas a lo largo de los siglos, se cumplieron con el nacimiento de Jesús. El Hijo de Dios se hace hombre en el seno de la Virgen María, y ese misterio manifiesta el amor de Dios para redimir a la humanidad herida por el pecado.

En la segunda lectura (Rom 1, 1-7), San Pablo se presenta como «elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que Él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor».

La inteligencia del hombre, aunque puede conocer la existencia de  Dios y algunas de sus perfecciones a partir de la creación (Rom. 1 20.), no puede conocer la mayor parte de aquellas cosas por las que se consigue la salvación eterna, a no ser que Dios le revele por la fe esos misterios. Esta fe se recibe por la audición. Por eso, Dios no dejó nunca de hablar a los hombres por medio de los profetas, para revelarles, según la condición de los tiempos, el camino recto y seguro que conduce a la eterna felicidad. Es más, Dios quiso hablarnos por medio de su Hijo, mandando que todos le escuchasen. «De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo» (Hb 1,1-2).

Y, después de habernos enseñado la fe, el Hijo constituyó apóstoles en su Iglesia para que ellos y sus sucesores anunciaran la doctrina de vida a todas las gentes (cfr. Catecismo Romano, prólogo).
No solamente los profetas anunciaron a Cristo sino que Él mismo se presenta como Profeta: «Aquí hay uno que es más que Jonás» (Lc 11, 32); Él es «el profeta, el que ha de venir al mundo» (Jn 6, 14).
Jesucristo fue sumo Profeta y Maestro que nos enseñó la voluntad de Dios, y por cuya doctrina recibió el mundo el conocimiento del Padre celestial. Y tanto más propia y debidamente le conviene este nombre, cuánto todos los demás que fueron honrados con el mismo nombre, habían sido sus discípulos, y enviados principalmente a anunciar este Profeta que había de venir para salvar a todos. También Cristo fue sacerdote […] Asimismo, reconocemos también por Rey a Jesucristo […] El cual reino de Cristo es espiritual y eterno que empieza en la tierra y se perfecciona en el cielo. Y en verdad hace los oficios de Rey para con su Iglesia con maravillosa providencia. Pues Él la gobierna, Él la defiende del furor y asechanzas de sus enemigos, Él ordena sus leyes, y Él comunica con abundancia no solamente santidad y justicia, sino también virtud y fuerza para perseverar en ella […] Dios le dio, en cuánto hombre, toda aquella potestad, grandeza y dignidad de que es capaz la naturaleza humana. Y así le entregó el reino de todo el mundo, y efectivamente en el día del juicio se le rendirán todas las cosas entera y perfectamente, lo cual ha empezado ya a realizarse (Catecismo Romano, cap. III, 2º art. del Credo).
Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey «por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre». Este misterio que profesamos cuando rezamos el Credo es además una verdad de fe que se hace de nuevo presente ante nuestros ojos para adorarle, para acogerle, para recibirle.

La contemplación del misterio de la Encarnación nos otorgará renovadas fuerzas para santificarnos en el combate diario que se deriva de las obligaciones de nuestro propio estado, y también del combate exterior de la fe, del ejercicio de las buenas obras y de las virtudes que vemos en Cristo, ya desde su nacimiento.

Acompañemos a Nuestra Señora con estas disposiciones en estos pocos días que quedan para la Navidad, pidiéndole que, así como preparó la humilde cuna de Belén prepare nuestra alma para acoger en ella a Cristo cada vez que se hace presente en nuestra vida con la gracia o viene a nosotros en la Eucaristía.

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sábado, 14 de diciembre de 2013

“Ya está el Reino de Dios en medio de vosotros”

Gaudete in Domino semper”, “Estad siempre alegres en el Señor” (Flp 4, 4). Con estas palabras de san Pablo se inicia la Santa Misa del III domingo de Adviento (Domingo de Gaudete). El Apóstol exhorta a los cristianos a alegrarse porque la venida del Señor es segura y no tardará. San Pablo está hablando de su segunda venida gloriosa pero la iglesia acoge esta invitación mientras se prepara para celebrar la Navidad (Or. Colecta).

Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios [...] Viene a salvaros” (Is 35, 4). La primera lectura es una profecía mesiánica que, si infundía confianza en sus primeros destinatarios, más aún en nosotros que hemos conocido su cumplimento en la verdadera y definitiva salvación, realizada por Jesucristo.

En el Evangelio (Mt 11, 2-11), Jesús, respondiendo a la pregunta de los discípulos de Juan Bautista, se aplica a sí mismo lo que había afirmado Isaías: Él es el Mesías esperado: “los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la buena nueva” (vv. 4-5).

La razón profunda de la alegría de que hoy nos habla la Liturgia es que en Cristo se cumplió el tiempo de la espera y Dios realizó finalmente la salvación que había anunciado a nuestros primeros padres después del pecado original, cuando les prometió un Salvador (el Mesías), que había de venir a librar al género humano de la servidumbre del demonio y del pecado y a merecerles la gloria. Esta promesa la fue Dios repitiendo en lo sucesivo otras muchas veces a los Patriarcas y, por medio de los Profetas, al pueblo hebreo” (Catecismo de San Pío X).

Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel, este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones: “en vuestro poder está el alcanzarlo; porque todo hombre que sea justificado por la fe y la gracia de Jesucristo y que esté adornado con las virtudes, puede alcanzar el reino de los cielos” (San Cirilo, in Cat graec. Patr.). Por el reino de Dios “comienza y acaba toda la predicación del Evangelio. Porque por él empezó San Juan Bautista a exhortar a penitencia, diciendo: "Haced penitencia, porque se acerca el Reino de los cielos", Y el Salvador del linaje humano por ahí también dio  principio a su predicación… Después mandó a sus Apóstoles predicar este mismo Reino” (Catecismo Romano).

Ya está el Reino de Dios en medio de vosotros” (Lc, 17, 21) Por reino de Dios entendemos un triple reino espiritual: el reino de Dios en nosotros, que es la gracia; el reino de Dios en la tierra, que es la Iglesia Católica, y el reino de Dios en el cielo, que es la bienaventuranza.

Con las palabras venga a nosotros tu reino pedimos en el Padre nuestro, en orden a la gloria, ser un día admitidos en la bienaventuranza, para la que hemos sido creados y donde seremos cumplidamente felices.
Para entrar en este Reino [de la Gloria] es preciso fundar antes el Reino de la gracia, porque no es posible que reine en uno la gloria de Dios si antes no reinó en él su gracia, que es un manantial de agua que mana hasta la vida eterna (Jn. 4 14; 3 5.). En ese Reino nos mantendremos firmes e inmutables, sin poder pecar ni perder a Dios, mientras que en esta vida el Reino de la gracia puede ser perdido; allí toda nuestra flaqueza se convertirá en fortaleza; Dios mismo reinará en nuestra alma y en nuestro cuerpo para siempre (Catecismo Romano).
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor” (2ª Lectura, St 5, 7). El Adviento nos invita a la alegría, pero, al mismo tiempo, a  esperar  con  paciencia  la  venida. Nos invita a no desalentarnos, superando las adversidades con la certeza de que el Señor no tardará en venir.

Por tanto, avancemos con alegría y generosidad hacia la Navidad. Y, para ello, hagamos nuestro el ejemplo de la Virgen María, que pronunció su fiat a la Encarnación, esperó en oración y en silencio al Redentor y preparó con cuidado su nacimiento.

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viernes, 6 de diciembre de 2013

Un diálogo sobre Fascismo, Modernidad y Tradición

"Fasci di Combattimento", antecedente del Partido Fascista
DOMINGO GONZÁLEZ: Hay dos libros muy importantes para entender la común ascendencia moderna de las ideologías totalitarias revolucionarias (fascistas y comunistas). Su natural inclinación a las prácticas terroristas y genocidas, como forma suprema de higiene social, no fue un accidente sobrevenido ni puede justificarse por la contingencia histórica de una época violenta. Antes al contrario, dichas ideologías revolucionarias encarnan, cada una a su modo, la misma aspiración prometeica, típicamente moderna, dirigida a la construcción (racionalista o mitológica) de un Orden Nuevo y de un Hombre Nuevo.

Se trata de Modernismo y Fascismo (La sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler) , de Roger Griffin (Madrid: Ediciones Akal, 2010). El otro libro es de Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto (Madrid: Ediciones Sequitur, 1997).

JAIME MORA: Habría que determinar en qué consistieron las prácticas terroristas y genocidas del fascismo italiano, el único fascismo en realidad.

HISTORICUS: La tesis de los libros es muy sugerente y seguramente acertada. Como siempre, late la cuestión que apunta Jaime: determinar qué se entiende por fascismo y si puede considerarse un concepto universal. Así como si hay "fascismos" nacidos en contextos anti-modernos y contrarrevolucionarios o estos elementos son simples adherencias.

DOMINGO GONZÁLEZ: Sin duda la acusación es injusta con algunas expresiones de lo que se han venido considerando "movimientos fascistas", empezando por su matriz italiana, y especialmente con las manifestaciones en un marco católico (la Falange, especialmente). Los fundadores y pensadores de esas variantes del "fascismo" emitieron reservas serias y profundas frente al modernismo fascista (panteísmo estatal, nacionalismo, colectivismo socio-cultural, antipersonalismo, etc). Creo, en este sentido, que el pensamiento de José Antonio es fiel reflejo de esta tensión, seguramente nunca resuelta del todo. Fuera de este marco católico, los "fascismos" (con todas las cautelas con que debamos emplear esta expresión, sin duda forzada por el interés teórico de la generalización abusiva) cada vez se me aparecen más como una reacción mimética frente al comunismo, que trocaría el internacionalismo economicista por el particularismo nacionalista mitológico, pero arrastrando necesariamente la deuda con una modernidad fuerte y revolucionaria (eso sí, sometida a revisión). Esto incluye, por supuesto, el uso de los mismos métodos y formas de organización políticas.

Creo que esta es la tesis de Nolte, que tal vez sería necesario afinar (por ejemplo con las teorías de René Girard, que permitirían enriquecerla notablemente). Atención a estas palabras de Hitler: "Mucho es lo que he aprendido del marxismo, lo confieso abiertamente. No, quizá, esa aburrida enseñanza social y de la concepción histórica materialista, de esas cosas absurdas...Pero sí he aprendido de sus métodos. Sólo que yo he tomado en serio lo que esos espíritus de tenderos y secretarios habían iniciado tímidamente. Todo el nacionalsocialismo está aquí inmerso. Fíjense exactamente...Esos nuevos medios de lucha política hacen referencia, en los fundamental, a los marxistas. Yo sólo necesité hacerme cargo de ellos y desarrollarlos (...) El nacionalsocialismo es lo que el marxismo hubiese podido ser si se hubiese desligado de la unión absurda, artificial, con una ordenación democrática". ¿Cuántos dirigentes fascistas se educaron ideológica y políticamente en las filas del socialismo o el comunismo? Creo que eso dice mucho.

JAIME MORA: Ya, Domingo, pero el fascismo italiano no fue ni terrorista ni genocida, y eso hay que recordarlo. Podemos discutir por qué motivos no lo fue, pero no podemos hablar de prácticas genocidas en sistemas políticos que no lo fueron. Y la tesis de Nolte está limitada, estrictamente, al nacionalsocialismo.

HISTORICUS: Por algo, Ramiro Ledesma Ramos solamente daba acreditación de fascistas a los que habían nacido de la matriz revolucionaria y se mantenían en ella. Los demás eran simplemente "fascistizados". Creo que la tensión a la que alude Domingo está más presente en la Falange como organización (sobre todo al integrar al jonsismo del citado Ledesma) que en el propio José Antonio. Éste entra en la corriente del pensamiento tradicional español.

DOMINGO GONZÁLEZ: No pretendo atribuir ningún sentido polémico a la idea del terrorismo. Por ejemplo, está fuera de duda que la represión en la Italia fascista fue muy inferior a la de la España franquista (claro que ésta se explica en gran medida por las consecuencias de una guerra civil y por la respuesta a otras ideologías terroristas, como el comunismo). No, prefiero hablar en un sentido más crítico sobre el terrorismo.

El Terror comienza con la revolución francesa. Y todas las ideologías revolucionarias son, potencialmente al menos, terroristas. Ésos son sus métodos. Métodos modernos de hacer política. Y por no hablar del tema sensible de la violencia, podemos fijarnos también en la cuestión de la propaganda, entendida como la mentira sistemática, con ambición cratológica. Esto es maquiavelismo, y todas estas ideologías rivalizaron miméticamente en el cinismo propagandístico. Todo esto es moderno y revolucionario. Por supuesto, la ética cristiana de José Antonio está radicalmente fuera de este marco. De ahí en gran parte su desengaño hacia el fascismo, que lo hubiera sido en mayor medida de haber conocido mejor, con mayor perspectiva histórica, la naturaleza de estas nuevas ideologías.

JAIME MORA: ¿Terrorismo sin violencia, sin exterminio físico del adversario (ideológico, de clase, de raza)? No le des más vueltas, el fascismo italiano será una ideología, en parte, moderna, pero no fue terrorista en la práctica (no tengo ni idea de si lo era en potencia) y mucho menos fue genocida.

DOMINGO GONZÁLEZ: ¿Fascismo sin violencia, dices? ¿No lo estarás confundiendo con el franciscanismo? Ahora va a resultar que Mussolini era un pacifista vergonzante… Creo que ese fascismo pacifista sólo lo practicó Gandhi…

HISTORICUS: Creo que Jaime no dice "sin violencia". Con el manganello y el ricino puede haber violencia pero no genocidio…

DOMINGO GONZALEZ: Es obvio que el fascismo italiano no fue genocida. Y también es obvio que no se puede reducir el fascismo a la violencia, Pero no creo que tampoco se pueda dudar del hecho de que el fascismo no sólo utilizó los métodos violentos que imitó de la izquierda, sino que desarrolló toda una ética de la violencia, de la voluntad y del sentimiento".

La tesis del libro de Griffin, que yo acepto de antemano, es que el fascismo fue moderno y revolucionario. Para mí es una prueba de su naturaleza, si no perversa sí, al menos, pervertida. Pero entiendo que para los que se sienten modernos, la modernidad del fascismo sea un título glorioso de su legitimidad.

Corneliu Zelea Codreanu
HISTORICUS: O sea que el problema es doble. No se trata únicamente de determinar qué es el fascismo sino qué no lo es. Y puestos a admitir la existencia de los diversos "fascismos" ¿solamente son fascismo auténtico los elementos modernos y revolucionarios? Es decir, los fascistizados (en terminología de Ledesma Ramos): Acción Española, Calvo Sotelo, Pradera, Maeztu... o el propio José Antonio ¿eran reaccionarios con un barniz fascista? O todos ellos basculaban hacia un punto de convergencia común. Y, fuera de España, ¿Era Codreanu "moderno y revolucionario"? Otra pista para profundizar en la cuestión sería el intento católico, en la línea de Il Frontespizio, de contrarrestar al neo-idealismo gentiliano como filosofía inspiradora del régimen.

DOMINGO GONZÁLEZ: Creo que hay que situarse en un prudente término medio: ni aceptar la teoría monolítica de un fascismo universal ni negar las mutuas conexiones y deudas entre los distintos fascismos. Es decir, una teoría del fascismo moderadamente pluralista y prudentemente unitaria.

HISTORICUS: “Término medio” que supone una respuesta positiva a la pregunta acerca del fascismo como un universal…

DOMINGO GONZÁLEZ: Pero los fascistizados no son fascistas. Son la expresión de una simpatía hacia un régimen exitoso que restableció la autoridad y el orden. Pero creo que no entendían bien el fascismo. No me extraña la reacción de Ramiro Ledesma frente a ellos.

HISTORICUS: Probablemente porque él hacía esa lectura unívoca del fascismo que excluye de él cualquier elemento anti-moderno o contra-revolucionario. En realidad, en la medida que los fascistizados convergen hacia el pensamiento tradicional hispano son cada vez menos fascistas. De todas formas creo que el proceso es peculiar de España porque el peso que aquí tenía el pensamiento tradicional (anti-moderno y contrarrevolucionario) era mucho mayor que en cualquier otra nación de la Europa (al menos) Occidental. De ahí el ¿Bandera que se alza? de Víctor Pradera o los hombres de Acción Española que interpretan el fascismo como un neo-tradicionalismo: “Depurada la doctrina tradicionalista en el crisol de la adversidad, e invadido hoy el mundo por un ambiente “fascista”, que en sus principales bases guarda gran analogía con los postulados del tradicionalismo, no es aventurado esperar, para un mañana próximo, el triunfo de los principios fundamentales que representaba la bandera que, ahora hace un siglo, comenzó a cobijar a tantos mártires de la Religión y de España” (Eugenio Vegas Latapié, “Un centenario”, Acción Española, nº 37, 16 de septiembre de 1933, p.15).

DOMINGO GONZÁLEZ: Había un cartel del MSI, creo que de los años 60, en el que aparecía una de las fórmulas simbólicas preferidas de Giorgio Almirante para expresar la esencia del ideal fascista: "Nostalgia del futuro". Me parece una bella imagen poética de gran fuerza evocadora y que explica el gran poder de seducción del fascismo genuino en el marco de una civilización decadente. Pero dicha imagen expresa también las contradicciones internas de la ideología fascista, en particular entre su presunto tradicionalismo y su equívoca modernidad revolucionaria.

Augusto del Noce explicaba el fascismo como un movimiento espiritual de segunda generación, es decir, un movimiento surgido en una época de disolución religiosa y de crisis cultural pero en la que todavía se podían proyectar políticamente metas semi-trascendentes. Me parece que esa es una de las claves para entender el fascismo y su "nostalgia". Creo que esa nostalgia es la nostalgia de la comunidad, y más concretamente, de la Iglesia. Esto es lo que explica la modernidad del fascismo, porque de hecho la fórmula "nostalgia del futuro" no es exclusiva del fascismo. Ese mismo retro-futurismo aparece en algunas distopías de ciencia ficción y es una imagen que incluso se utiliza a menudo para justificar las peores versiones del transhumanismo, hoy especialmente en boga (véase por ejemplo Houellebecq, cuya referencia seguramente aprobará Jaime, y me parece que no por casualidad).

Creo que esta aspiración transhumanista, que expresa esa aspiración prometeica y moderna (un Nuevo Orden para un Hombre Nuevo) refleja el carácter irremediablemente ideológico del fascismo, y lo digo en el peor sentido de la palabra. Por esa razón, creo que el fascismo es inequívocamente moderno, como sugiere Griffin, y que su polo tradicionalista es un mero envoltorio, un simple barniz. Al final, como en toda nostalgia, no podemos revivir el pasado. Pero si, como los niños huérfanos que acaban de perder a sus padres, creemos que todo tiempo pasado fue mejor (como creyeron y sufrieron los fascistas), podemos proyectar nuestras esperanzas (y nuestros miedos) en una reconstrucción postiza del Hogar paterno que nos recuerde al Hogar de nuestros verdaderos padres. Aun a riesgo de parecer demasiado psicoanalítico, creo que esa es la "nostalgia fascista del futuro"."

Entiéndase, para concluir, que mi crítica al fascismo es reaccionaria, ni liberal ni marxista, ni conservadora ni democrática, ni tampoco fascista (que también existe). Por mi experiencia, la crítica reaccionaria al fascismo es la que más descoloca a los fascistas. A veces me dan la impresión, al escucharla, de sentirse repentinamente más plebeyos de lo que creían.

HISTORICUS: Creo que, al final, apuntas muy acertadamente a la pregunta por la imposibilidad de revivir el pasado y la demanda cuestiona también a los diversos tradicionalismos. ¿Restauración o Apocalipsis? Pero, ésta sería materia para otro debate.

http://tradiciondigital.es/2013/12/06/un-dialogo-sobre-fascismo-modernidad-y-tradicion/

El libro regalado a Francisco por Netanyahu: una manipulación historiográfica

Ayer 2 de diciembre, al término de 25 minutos de encuentro en privado en el Vaticano, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu regaló a Francisco un libro escrito en español por su padre, Ben Zion Netanyahu, y cuyo título es «Los orígenes de la Inquisición en la España del siglo XV». Netanyahu explicó que «mi español es prácticamente nulo, pero mi padre, fallecido el año pasado, era historiador y conocía ese idioma».

Hubiera sido preferible que los servicios de protocolo de la Santa Sede hubieran evitado esta promoción interesada de una obra que, por su sectarismo y defectuosa interpretación, ha sido acertadamente rebatido por prestigiosos historiadores que se han ocupado del tema. Cuando la obra de Netanyahu no era noticia nos hicimos eco de esa crítica al publicar en Historia en Libertad la recesión de un libro que ahora recomendamos a nuestros lectores para contrarrestar la propaganda sionista que Netanyahu ha aprovechado para difundir con motivo de su audiencia romana. Se trata de Las razones de la Inquisición española (Una respuesta a la Leyenda Negra) , editado por Almuzara en 2009.

Su autor, Miguel Ángel García Olmo (Murcia, 1963) es doctor en Antropología y licenciado en Derecho y Filología Clásica. Como ensayista suele abordar cuestiones humanísticas de actualidad (historia, educación, artes, hecho religioso…) desde perspectivas multidisciplinares. Como traductor está especializado en latín eclesiástico, habiendo publicado en español toda la colección de visitas ad limina de los obispos cartaginenses que, desde el siglo XVI, se custodia en el Archivo Secreto Vaticano.

En la década de los noventa del pasado siglo, Benzion Netanyahu (historiador y ex político sionista, padre del actual primer ministro de Israel) publicó un alegato en el que señala el racismo antisemita como origen y motivación fundamental de la Inquisición española. Esta peregrina hipótesis retrotrae el debate historiográfico sobre el Santo Oficio a un estadio anterior al que se había logrado gracias a las más relevantes aportaciones de autores como Domínguez Ortiz, Suárez Fernández o Eliott y lo devuelve a un terreno de interpretación basado en prejuicios ideológicos no tanto en una lectura desapasionada de las fuentes para buscar en ellas la explicación de los hechos del pasado.

Quizá por eso mismo, la sugerencia tuvo una inmensa y acrítica repercusión internacional en un mundo que rehúye los análisis complejos de la realidad y prefiere concebir la historia como una proyección hacia atrás de nuestras peculiares fobias, siendo una de las más características de ellas, la cristianofobia. De ahí el éxito que tiene todo aquello que se utiliza para denigrar al cristianismo de ayer pensando en combatir al cristianismo del presente. Otros, desde las filas de la misma Iglesia prefieren romper con cualquier fidelidad o vínculo emocional hacia el pasado para subrayar que la Iglesia de nuestros días sería el resultado de la metamorfosis que convierte a una institución antaño oscurantista e intolerante en vanguardia de una nueva civilización sincretista y ecuménica.
Entre las muy autorizadas voces, que se han distanciado de la tesis sostenida por Netanyahu, se encuentra el autor de Las razones de la Inquisición española (Una respuesta a la Leyenda Negra).  Comienza el autor preguntándose, lúcidamente:
¿Realmente necesitan de reivindicación sentida o dolida aquellos desdichados que sufrieron injustamente hace siglos, pero que llevan otros tantos siendo rehabilitados por filósofos, historiadores, novelistas y ahora hasta por la misma Iglesia? Y esto en un mundo como el contemporáneo plagado de horrores, en el que hay miles de damnificados por sistemas, injusticias y conflictos tremendamente crueles y a veces olvidados; o en la España democrática en la que las víctimas de nuestro terrorismo o de nuestra intolerancia han de señalarse y hacerse visibles a diario para no quedar arrumbados y preteridos (p.15).
En este contexto irrumpe el profesor Netanyahu con Los orígenes de la Inquisición (Nueva York, 1995):
Prácticamente no hay historia de la Inquisición ni obra que verse sobre algún aspecto del judaísmo español que no recoja la obligada referencia a sus planteamientos. Por lo que respecta al ámbito de la cultura española no puede dejar de señalarse que las posturas de Netanyahu han saltado a los medios de comunicación social, llegando éstos a servir de soporte mediático a tensos debates más propios de congresos especializados o de revistas científicas (p.17).
En contraste con tanto entusiasta acrítico, el gran académico español Antonio Domínguez Ortiz califica de aberrantes unas conclusiones como las de Netanyahu que vinculan la Inquisición a una maquinaria política justificada por razones religiosas, producto de unos odios sociales y racistas que los reyes utilizaron en su provecho.

Para desentrañar el problema comienza García Olmo explicando la trayectoria seguida por los judíos españoles en los reinos cristianos medievales para llegar al debate fundamental: el del criptojudaísmo.
En efecto, dilucidar hasta qué punto es cierta la convicción de que los conversos españoles de los siglos XV y XVI judaizaban —argumento sostenido no sólo por los promotores de la Inquisición y buena parte del pueblo, sino también por diversas escuelas de historiadores contemporáneos, con mayor rotundidad si son judíos—, se ha convertido en piedra de toque del avance de toda investigación posterior (p.35).
Los autores (incluso judíos) que afirman la realidad judaizante otorgan amplio crédito a la razón religiosa que desde el principio dio el sistema inquisitorial de su propia existencia, por el contrario, quienes —desconfiando de las fuentes— niegan o minimizan la sustantividad del criptojudaísmo no ven en la Inquisición otra cosa que designios lucrativos o racistas.

A lo largo de una serie de páginas de densa argumentación y convincente soporte documental, procede Miguel Ángel García Olmo a analizar cuestiones como el propio origen del Santo Oficio entendido a la luz de las fuentes y la limpieza de sangre para llegar a una serie de ponderadas conclusiones en las que queda establecida la existencia de un criptojudaísmo minoritario pero preocupante y la actitud ambigua de los judíos hacia los que habían abandonado su religión: La Inquisición es caracterizada como un tribunal de la fe moderado en su represión y la América hispana como el lugar de aplicación de unos principios basados en los derechos humanos y donde se estrellaron las pretensiones estrechas ligadas a la defensa de la pureza de sangre:
Lejos de instaurar una sociedad guiada por directrices de segregación racial y de exaltación del modelo etnocéntrico, los españoles ‘inventaron’ la sociedad del Nuevo Mundo y en ella pusieron en práctica con considerable éxito la teoría de los derechos humanos que fueron alumbrando entre paso hacia adelante y hacia atrás (p.279)
El autor de esta obra, cuya lectura aprovechamos para recomendar de nuevo, sostiene que el único camino posible de hallar coherencia a la historia de la Inquisición española consiste en olvidar las cíclicas y multiformes teorías conspirativas que se han ido formulando desde el siglo XIX hasta hoy, y volver a leer los textos, testimonios y documentos históricos sin suspicacias ni imágenes preconcebidas (p.277). Un criterio con el que coincidimos plenamente y que, aplicado también a otros campos del estudio de nuestro pasado, hará que los españoles dejemos de colaborar a nuestro propio descrédito colectivo e individual.



Título: Las razones de la Inquisición española (Una respuesta a la Leyenda Negra)
Autor: Miguel Ángel García Olmo Marcial Pons
Editorial: Almuzara, 2009
Páginas: 346
Precio: 23 euros

http://tradiciondigital.es/?p=34147

sábado, 23 de noviembre de 2013

Mi apoyo al Foro Universitario Francisco Vitoria

Los rojos atacan la sede del Foro Universitario Francisco de Vitoria en la Universidad complutense hiriendo a cinco personas. El local de la asociación, cuya puerta fue tirada abajo, ha sido destrozado. Todo ello, amparándose en la impunidad del número, del anonimato y de la ausencia de autoridad en la Facultad asaltada.

¿Algún detenido? ¿Algún Ministro ha dicho algo o se ha rasgado las vestiduras? ¿Algún Obispo ha manifestado su cercanía con los agredidos o con sus familias?

Una pista: el rector de la Complutense es hijo de Santiago Carrillo. Sí, de los Carrillo de toda la vida. Los acosos en la Complutense son moneda corriente. Hace unos años, varios historiadores tuvimos que dar una conferencia escuchando como fondo el democrático grito de "Fuera fascistas de la Universidad". El pasado miércoles, sabiendo que era muy probable que ocurrieran incidentes de este tipo, Carrillo no tomó medida preventiva ninguna y no tomó tampoco medida ninguna en el momento mismo de los ataques, impidiendo, por omisión como mínimo, la entrada de la policía en la Facultad para evitar dichos ataques. Uno de los miembros de los heridos acaba de declarar en la cadena COPE que Carrillo no se ha puesto hasta la fecha en contacto ni con la Asociación ni con las víctimas.

Todo mi apoyo a los miembros del Foro Francisco de Vitoria, no solamente por esta brutal agresión de la que han sido objeto y por haber tenido la amabilidad de invitarme a varios de los actos que han organizado sino, sobre todo, por la actividad que realizan día a día, creando un oasis de inteligencia y bien hacer en medio del desierto en que otros han convertido a la Universidad española.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Conferencia: "La persecución religiosa en España (1931-1939): raíces históricas y respuesta católica"


Conferencia de Ángel David Martín Rubio (Sacerdote. Historiador)
Convoca: Asociación de Universitarias Españolas (ADUE)

Miércoles, 11 de diciembre de 2013, 19h
LUGAR: Salón de Actos de ADUE, C/ Alfonso XI, 4 - 6º - MADRID

"Casaté y sé sumisa": Iceta se desmarca

El Obispo de Bilbao Mario Iceta ha realizado una comparecencia ante los medios de comunicación social con motivo del Día de la Iglesia Diocesana junto a Ana Sofía Telletxea de Cáritas y el ecónomo, José María Ziarrusta.

Sin embargo, los medios de comunicación se han mostrado más preocupados por otras cuestiones que por la situación de la diócesis de Bilbao. Y son varias las preguntas a las que Iceta ha respondido y, aunque no aparecen en la nota oficial de la rueda de prensa redactada por la diócesis, numerosos medios de comunicación se han hecho eco de ellas.

Entre estos temas se encuentra, el libro "Cásate y sé sumisa", traducción de una obra escrita por una periodista italiana, Constanza Miriano, que ha sido un gran éxito en su país, y que la editorial Nuevo Inicio (que depende de la diócesis de Granada) ha publicado recientemente en España.

Iceta ha puntualizado que no conoce más que el título de la obra, no su contenido por lo que estimamos que su reacción únicamente se debe a los ataques sufridos por estas obra desde los medios afectos al establishment progre y de los que el Obispo desea desmarcarse. En otro caso hubiera esperado a conocer el texto del libro para dar su opinión. Con razón se señala desde fuentes de la  Archidiócesis de Granada que "las críticas que se están dirigiendo contra esta publicación se están formulando sin haberla leído".

El Obispo de Bilbao ha criticado que el título esté en imperativo, es  "provocativo" y "por desgracia induce al error". La palabra 'sumisión' es "el sometimiento de alguien a otra persona", algo con lo que, en el ámbito del matrimonio, no puede estar "más en desacuerdo". "Por esta y otras razones, decir que el título 'Cásate y sé sumisa' refleja lo que piensa la Iglesia, yo digo que no es así", ha remarcado, antes de añadir que la institución eclesiástica tiene una "doctrina exquisita y muy hermosa" sobre lo que es el matrimonio. Para la Iglesia, tanto el hombre como la mujer cuentan con "la misma dignidad" en el matrimonio, que se basa en una relación "de respeto, reciprocidad y complementariedad" dentro de un "proyecto compartido" en el que "uno y otro construyen el amor".

Suponemos que estas ideas acerca del matrimonio tendrán fuerte incidencia en el trabajo que la diócesis se dispone a efectuar en torno al Cuestionario sobre la familia remitido por el papa Francisco para la preparación del Sínodo de los Obispos que se va a celebrar en Roma entre el 5 y el 19 de octubre de 2014 y en el que se van a tratar los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización.

La Diócesis ha enviado el documento a los equipos ministeriales de las unidades pastorales y a los párrocos; al comité ejecutivo del Consejo Pastoral Diocesano; a la comisión permanente del Consejo Presbiteral y a los responsables de la pastoral familiar. Los vicarios generales han remitido una nota con el documento preparatorio y el cuestionario. Cada instancia establecerá los medios y modos de trabajar el tema. En el caso de las unidades pastorales y parroquias "es deseable su tratamiento en los consejos y en los grupos de pastoral familiar", destacan en la nota. El plazo para enviar las respuestas finalizará el 21 de diciembre.

Otro hecho que nos da indicios de las preocupaciones del Obispo de Bilbao es el apoyo a que las presuntas víctimas de abusos policiales ofrezcan su testimonio en las aulas de los colegios de la región, tal y como contempla el llamado "Plan de Paz y Convivencia" elaborado por el Gobierno autónomo. Iceta ha ofrecido su "apoyo y colaboración" a la labor realizada por las instituciones en el ámbito de la educación, y ha recordado que estas acciones "se han hecho y se seguirán haciendo" en los centros de la Diócesis. "Estamos de acuerdo", ha explicitado.

http://tradiciondigital.es/?p=33132

martes, 29 de octubre de 2013

29-0ctubre: La necesaria poesía que promete

Hace hoy ochenta años, el 29 de Octubre de 1933, pronunciaba José Antonio Primo de Rivera en el madrileño Teatro de la Comedia un discurso que ha tenido una trascendencia comparable a pocas piezas oratorias.
 
En aquella España de los problemas, del eco del noventa y ocho, del regeneracionismo fracasado y de los complejos ante Europa, un joven creyente, fiel cumplidor de sus deberes religiosos y definido por la nobleza de su carácter, profesionalidad, elegancia en el trato, lealtad y espíritu de servicio, iba a levantar una bandera capaz de entusiasmar a muchos de sus compatriotas.

Por encima de soluciones técnicas más o menos acertadas y algunas de ellas, muy probablemente, superadas, el legado del fundador de la Falange radica en su opción por devolver a la política la dimensión moral que le pertenece y que, todavía hoy, vemos tantas veces negada. La vocación política de José Antonio derivó en impulso capaz de poner en pie a un pueblo al conjuro de una misión en la historia y de movilizar su capacidad de sacrificio. Por ese impulso moral, a la voz del Capitán, miles de jóvenes se movilizaron en los frentes de combate o fueron asesinados en la retaguardia frentepopulista cuando ya tenían el Cara al sol para "hacer más alegre nuestra muerte". Él mismo, caería bajo las balas de un pelotón de fusilamiento, tras la sentencia de un Tribunal que formaba parte de la maquinaria de terror puesta en marcha por el Gobierno del Frente Popular.
 
La saña de un lado... y la antipatía del otro
Si la Falange se consolida en cosa duradera, espero que todos perciban el dolor de que se haya vertido tanta sangre por no habérsenos abierto una brecha de serena atención entre la saña de un lado y la antipatía de otro. Que esa sangre vertida me perdone la parte que he tenido en provocarla, y que los camaradas que me precedieron en el sacrificio me acojan como el último de ellos.
 
Signo trágico, el de la muerte en acto de servicio, inseparable para los adheridos a la naciente Falange que se vieron sometidos a la violencia desatada por los dirigentes del Partido Socialista. Así lo denunciaba José Antonio en el Parlamento el 1 de febrero de 1934:
Frente a esas imputaciones de violencias vagas, de hordas fascistas y de nuestros asesinatos y de nuestros pistoleros, yo invito al señor Hernández Zancajo a que cuente un solo caso, con sus nombres y apellidos. Mientras yo, en cambio, le digo a la Cámara que a nosotros nos han asesinado un hombre en Daimiel, otro en Zalamea, otro en Villanueva de la Reina y otro en Madrid, y está muy reciente el del desdichado capataz de venta del periódico F.E.; y todos éstos tenían sus nombres y apellidos, y de todos éstos se sabe que han sido muertos por pistoleros que pertenecían a la Juventud Socialista o recibían muy de cerca sus inspiraciones. Estos datos son ciertos… Y nosotros, que tenemos en nuestras filas todas estas bajas y otros muchos heridos graves, nos hemos resistido a todos los impulsos vindicativos de los que nos pedían una represión enérgica y una represalia justa, porque consideramos mejor soportar, mientras sea posible, que abran bajas en nuestras filas que desencadenar sobre un pueblo una situación de pugna civil.
Silencian estas palabras quienes se empeñan en criminalizar a la Falange imputándole violencias y delitos o glosando airadamente la desvirtuada frase de José Antonio acerca de la "dialéctica de los puños y las pistolas":
Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho —al hablar de "todo menos la violencia"— que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.
De entrada, la frase en su justo sentido debería compartirla todo hombre de bien. Ante todo por ser muy alta la jerarquía de los valores atacados violentamente y que, por ello, han de ser defendidos con no menor contundencia: la unidad de destino de los pueblos de España, la libertad profunda del hombre, el trabajo como medio para una vida humana justa y digna y el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra historia. Pero también por el entorno en que fueron pronunciadas. Interesadamente se olvida que no es posible comprender la dinámica de violencia en que desembocó la Segunda República y el papel que en ella desempeñaron los falangistas, cuando se ignora que este Movimiento perdió en sus primeros meses de existencia a decenas de sus miembros y simpatizantes, asesinados con el intento deliberado de frenar el crecimiento de la organización.
 
La vocación política de José Antonio fue respuesta al reto planteado por el socialismo marxista en lo que tiene de concepción anticristiana, interpretación materialista de la vida y de la historia, proclamación del dogma de la lucha de clases, desprecio de la religión, negación de la Patria y olvido de todo vínculo de hermandad entre los hombres. Pero estas afirmaciones que adquieren todo su valor cuando se constata que van precedidas del reconocimiento de la legitimidad del nacimiento del socialismo como defensa oportuna frente al Estado liberal
 
De ahí, la antipatía del otro lado. Porque la misma voz, en polémica con las derechas, pudo desenmascarar "un bolcheviquismo de espantoso refinamiento: el bolcheviquismo de los privilegiados" o describir irónicamente la insuperable paradoja liberal: Procure usted ser millonario:
Lector: si vive usted en un Estado liberal procure ser millonario, y guapo, y listo y fuerte. Entonces, sí, lanzados todos a la libre concurrencia, la vida es suya. Tendrá usted rotativa en que ejercitar la libertad de pensamiento, automóviles en que poner en práctica su libertad de locomoción…; cuanto usted quiera. ¡Pero ay de los millones y millones de seres mal dotados! Para esos, el Estado liberal es feroz. De todos ellos hará carne de batalla en la implacable pugna económica. Para ellos –sujetos de los derechos más sonoros y más irrealizables– serán el hambre y la miseria.
En un artículo vetado por la censura republicana, habló de "victoria sin alas" para referirse a la del 19 de noviembre de 1933, cuando las elecciones dieron paso a una sucesión de gobiernos en los que la derechista CEDA apoyaría en el parlamento al Partido Radical. Y el presagio no resultó errado: con una timorata presencia en el banco azul, Gil Robles eligió un camino que significaba el suicidio y la definitiva bancarrota de su partido, arrastrando en su fracaso las banderas que no había sabido defender durante el bienio estúpido:
Ni reforma agraria, ni transformación económica, ni remedio al paro obrero, ni aliento nacional en la política. Chapuzas para remediar algún estrago del bienio anterior y pereza. Pereza mortal para dejar que los problemas se corrompan a fuerza de días, hasta que llegue otro problema y los quite de delante (España estancada, 21 de marzo de 1935).
"Todos los días he hecho oración y rezado el Rosario" (José Antonio en la prisión)
La Falange y el Movimiento Nacional
Frecuentemente se ha tratado de contraponer a José Antonio con el Estado nacido el 18 de Julio. Para ello se siembran sospechas acerca de su intervención en el Alzamiento y se ha reprochado a las autoridades constituidas en la zona nacional (y en especial al general Franco) no haber hecho todo lo posible por liberarle de la cárcel de Alicante. Los hechos desmienten tales interpretaciones interesadas: José Antonio había participado en las iniciativas que conducen a poner remedio a la situación a través de un golpe de fuerza en un contexto en el que "ya no hay soluciones pacíficas. La guerra está declarada y ha sido el Gobierno el primero en proclamarse beligerante" (No Importa, 6-junio-1936). Documentos como la Carta a los militares de España no dejan lugar dudas aunque no es menos cierto que José Antonio trató de forzar el predominio falangista hasta que hubo de plegarse a la realidad de la relación de fuerzas y a la urgencia de la acción prevista. El reciente e imprescindible libro de Francisco Torres (El último José Antonio, Madrid: Barbarroja, 2013) ha demostrado con imponente aparato documental estos extremos así como los esfuerzos llevados a cabo desde el Cuartel General del Generalísimo para evitar el asesinato de José Antonio, último desenlace de una farsa judicial de la que hay un único responsable: el Gobierno republicano del Frente Popular.

Tal compromiso de José Antonio con el 18 de julio y la activa participación de los falangistas en la sublevación y en la guerra explican, en buena medida, que el Movimiento Nacional no se limitara a poner fin al estado de anarquía y de vulneración de la ley en que había desembocado la Segunda República. Desde los primeros momentos, se fue configurando con un contenido positivo que buscaba una total transformación de la vida española de acuerdo con unos postulados asumidos por el Nuevo Estado desde su temprana configuración en los albores de la contienda.

Años más tarde, se reprocharon a la España de las Leyes Fundamentales incoherencias con sus propios postulados teóricos, tanto con los inspirados en el pensamiento tradicionalista como con aquellos que se habían recogido de formulaciones como la Norma Programática de Falange Española de las JONS. Interesada y parcialmente, también, se subrayó la incompatibilidad entre unos y otros. Ahora bien, tampoco puede olvidarse  la falta de madurez del pensamiento político y económico falangista que había sido demoledor en el terreno de la crítica al socialismo y al liberalismo pero no había terminado de articular un modelo de Estado: ¿Quién desempeña la suprema magistratura del Estado? ¿Qué formas adquiere la centralización o la autonomía regional? ¿Separación o unidad de poderes? ¿Consejos o Cortes? ¿Partido único? ¿Sufragio universal o censitario? ¿Cómo se articula la representación orgánica? ¿Cuál es la forma jurídica de los Sindicatos nacionales? A ninguna de estas preguntas encontramos respuesta unívoca en la exégesis del discurso joseantoniano.

Cuando todavía hoy se discute en medios falangistas acerca de cómo hay que entender algunas de estas cuestiones, parece que no es posible exigir mayor precisión a aquellos hombres que estaban articulando y definiendo un Estado en circunstancias humanas y materiales muchísimo más difíciles. Y que lo hacían con una clara voluntad de sumar fuerzas, dando como resultado una necesaria heterogeneidad apenas incapaz, a veces, de poner sordina a las contradicciones. No olvidemos tampoco que, en la nueva situación nacida de la guerra, encontraron acomodo muchos de los que se habían caracterizado por su antipatía y hostilidad hacia la Falange en vida de José Antonio.

En todo caso, las ideas vertebradoras del nacionalsindicalismo se plasmaron en numerosas realidades prácticas que permiten atribuir a la obra de los falangistas integrados en la España de Franco realizaciones tan trascendentales como el cambio social, la promoción de la mujer, la formación de la juventud y la Organización Sindical. Por supuesto que esta afirmación no supone negar las deficiencias y los desequilibrios, menos aún pretende que el nacionalsindicalismo tuviera en la arquitectura del Nuevo Estado una hegemonía que en ningún momento alcanzó ni oculta las diferencias entre las realizaciones y algunas de las propuestas teóricas de José Antonio. Esta afirmación se deduce del sano realismo que supone comparar la España en cuya edificación intervino activamente la Falange, con la España anterior e incluso con la de nuestros días.

Durante el primer tercio del siglo XX, en el caldo de cultivo de las premisas teóricas y realizaciones prácticas del liberalismo, anarquistas, comunistas y socialistas habían gestado unas alternativas revolucionarias que condujeron a un paroxismo del que se empezó a salir no sin grandes dificultades. Por el contrario, el estado de cosas que comenzó en una Guerra Civil acabó desembocando en un cambio decisivo. Autores como Dalmacio Negro afirman que sólo a partir de entonces puede hablarse verdaderamente de un Estado y de aquí arranca también una sociedad más justa y, desde luego, más equitativa en la distribución de sus bienes, la superación de viejos problemas como el agrario y el alcance de una prosperidad nunca conocida antaño acompañada de conquistas sociales como la atención médica generalizada, difusión de la cultura, acceso de las masas a la educación, estabilidad familiar, escasa delincuencia...

En su testamento, José Antonio esperaba que "todos perciban el dolor de que se haya vertido tanta sangre por no habérsenos abierto una brecha de serena atención entre la saña de un lado y la antipatía de otro". Si no hubo lugar para tal brecha en 1936, a partir de 1957 la Falange quedó definitivamente descartada como solución de futuro para el régimen, precisamente cuando adquiría madurez para la actividad política la primera generación falangista de posguerra compuesta por hombres formados en el SEU, el Frente de Juventudes y la Guardia de Franco. En palabras del falangista Girón de Velasco, son los momentos en que se produce "la sustitución de la influencia del cardenal Herrera por monseñor Escrivá de Balaguer". (Si la memoria no me falla, Barcelona: Planeta, 1994, 201).

Soplaban nuevos vientos, y el Gobierno español hace suya la idea de que en la situación del momento la problemática política (es decir, las ideas) ceden ante la problemática técnica. Se abre así un período en el que se aprueba la Ley de Principios del Movimiento Nacional y la Ley Orgánica del Estado y se introducen, sin apenas discrepancias notables, las exigencias del Concilio Vaticano II, "tan opuesto a la significación originaria del Alzamiento y Régimen español como a la tradicional doctrina de la propia Iglesia católica", en expresión de Rafael Gambra (Tradición o mimetismo, Madrid: IEP, 1976, 89).

Las dificultades exteriores y, sobre todo, el deterioro del espíritu religioso y patriótico en interior, coinciden con una evolución hacia la democracia liberal y el socialismo entonces vigentes y una progresiva europeización bajo el pretexto del desarrollo económico. El Movimiento quedó reducido a funciones burocráticas y de movilización de masas. Incluso, en sus últimos años, su dirección recayó en políticos hábiles, dispuestos a aprovechar para la demolición del Estado de las Leyes Fundamentales la capacidad instrumental de dicho organismo así como su potencial de encuadramiento y de influencia. Aunque esperpéntica, pocas imágenes habrá más expresivas del fenómeno que la del Director General de Política Interior, Enrique Sánchez de León, avalando el proceso de transición ante las cámaras de TVE con el irrefutable argumento de que «Franco hubiera votado sí» (ABC, Madrid, 9-diciembre-1976, 95).


Poesía que promete
"Victoria sin alas", así calificó José Antonio el triunfo electoral de las derechas en noviembre de 1933. Aquellas palabras adquieren especial resonancia en la coyuntura en que nos movemos durante estos días, cuando todo hace pensar que apenas hay alguien dispuesto a hacer frente a una situación en la que está en peligro la propia supervivencia de España y de su personalidad forjada a lo largo de la historia.
Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete! (Discurso fundacional de FE, 29-octubre-1933).
Cuando España se debate entre una absurda pasión política y la más extrema desilusión, José Antonio ayuda con el magisterio de su propia existencia a redescubrir la capacidad de vivir al servicio de una empresa que merece la pena; llenando de sentido cada una de sus horas y minutos, desempeñando una tarea con humildad, desprendimiento y discreción. Ni conformistas, ni indignados: el fundador de la Falange nos enseña a instalarnos en una vocación de servicio y sacrificio negando espacio a la soberbia solitaria de los utópicos y a la pereza, disfrazada de idealismo, de quienes se ufanan en llamarse rebeldes.

Con José Antonio es posible un sano patriotismo que resulta urgente recuperar del auténtico basurero al que lo han arrojado las izquierdas y las derechas. Las primeras renegando de la tradición histórica, del constitutivo esencial de España que no es otro que la interpretación católica de la vida; las derechas habiendo usado estos valores como gallardete para encubrir la defensa de sus privilegios y arrojándolos por la borda cuando les han parecido un lastre pesado. Y ambas, derechas e izquierdas, cediendo terreno al chantaje de los nacionalismos parasitarios.

De esa manera, la Patria se descubre como solar del hombre que es reconocido como portador de valores eternos, dotado de cuerpo y alma en unidad sustancial, capaz de condenarse o de salvarse, con vocación de eternidad, concepto que rescata el verdadero significado de la dignidad humana y que llena de sentido una política permanente de elevación material de la vida humana.

Para José Antonio ―como escribió José Luis López Aranguren en 1945― “la suprema libertad, cumplida en la vocación, y la suprema perfección, cumplida en la Obra acabada, se logran siempre a través de la resistencia, de lucha y, entre todas las luchas, la más alta, la lucha contra el dolor, que consiste en el sacrificio, en el heroísmo, en “dar ―como dijo José Antonio― la existencia por la esencia”, y la vida natural por la vida angélica” (La Filosofía de Eugenio d´Ors, Madrid: Ediciones y Publicaciones Españolas, 1945, 148).

Y es que parecen escritas para él, las palabras que él mismo pronunció ante los despojos de un mártir, y que siguen dando testimonio de la gran esperanza, la única esperanza:
Que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos niegue el descanso hasta que sepamos ganar para España la cosecha que siembra tu muerte.

Anglicanos: unas peculiares “tradiciones” litúrgicas


El ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham, creado para integrar en la Iglesia Católica a fieles procedentes del anglicanismo, anunció el pasado 10 de octubre la aprobación por la Santa Sede de un peculiar Misal en el que se introducen no solo elementos procedentes del rito romano sino otros que, incomprensiblemente, se ponen en relación con la llamada “tradición anglicana”.

La primera celebración con el nuevo híbrido estuvo presidida por monseñor Keith Newton, alguien en quien se da la circunstancia de que es presbítero (aunque la noticia que hemos enlazado le califica erroneámente de obispo) pero usa las insignias pontificales por privilegio concedido a quienes se consideraban "obispos" anglicanos y, al convertirse, únicamente recibieron el orden del presbiterado por estar casados. Recordemos que la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus de Benedicto XVI (4 de noviembre de 2009) rompe por primera vez con la secular tradición occidental de reservar el ejercicio del ministerio sacerdotal para hombres célibes.

Pero hay una frase del citado documento cuyo alcance vemos dramáticamente concretado en el Misal ahora puesto en vigor. Se habla en Anglicanorum Coetibus nº III de “las tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales de la Comunión anglicana, como don precioso para alimentar la fe de sus miembros y riqueza para compartir”. Ahora bien, dichas “tradiciones” habría que “mantenerlas vivas en el seno de la Iglesia Católica”; es decir, hay que implantarlas en el seno de la Iglesia Católica pues nacieron y han sido cultivadas, hasta ahora, en el seno de una comunidad herética y cismática (la anglicana). Para conseguir este objetivo se establece que “sin excluir las celebraciones litúrgicas según el Rito Romano, el Ordinariato tiene la facultad de celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos, la Liturgia de las Horas y las demás acciones litúrgicas según los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana aprobados por la Santa Sede”.
El Catecismo de la Iglesia Católica, al hablar de las tradiciones litúrgicas indica que nacieron por razón misma de la misión de la Iglesia y afirma: “Las Iglesias de una misma área geográfica y cultural llegaron a celebrar el misterio de Cristo a través de expresiones particulares, culturalmente tipificadas: en la tradición del "depósito de la fe " (2 Tim 1, 14), en el simbolismo litúrgico, en la organización de la comunión fraterna, en la inteligencia teológica de los misterios y en los tipos de santidad” (nº 1202). Es por eso que dichas tradiciones son valiosas, en la medida que manifiestan una misma fe bajo diversos lenguajes expresivos porque la Iglesia «puede integrar en su unidad, purificándolas, todas las verdaderas riquezas de las culturas» (Ibid.). A la luz de esta caracterización resulta francamente incomprensible que en un documento católico se pueda hablar de manera positiva, como un valor a injertar en el propio seno de la Iglesia, de “tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales” nacidas en la "Comunión Anglicana", es decir nacidas al margen del depósito de la fe y como resultado de maniobras de inspiración política que condujeron a arrancar de la Iglesia Católica a uno de los pueblos de más arraigada historia cristiana de Occidente.

Pues precisamente siguiendo las disposiciones del citado nº III de Anglicanorum Coetibus, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aprobó el 22 de junio de 2012 los textos litúrgicos para el Rito de las exequias y para el matrimonio y ahora lo hace con el Misal. Un Misal en el que se incluye material procedente del Libro de Oraciones anglicano –el Anglican Book of common prayer-, que data de 1662; oraciones escritas por Tomás Crammer, arzobispo de Canterbury en el siglo XVI o himnos ingleses de compositores como Howells, Elgar y Bairstow.
Basta recordar que Crammer fue la mano derecha de Enrique VIII en la gestación de la ruptura con Roma y el que dio la sedicente sentencia de nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón y convalidó el realizado ya en privado con Ana Bolena. Próximo a posiciones luteranas y, más tarde, calvinistas, fue uno de los grandes artífices de la obra protestantizadora de Inglaterra y murió ejecutado durante la breve restauración protagonizada por María Tudor (1556). Este es el perfil de las “autoridades litúrgicas” que ahora reconoce la Congregación presidida por el cardenal Cañizares. En cuanto al Anglican Book of common prayer de 1662 no es sino el último estadio evolutivo del Libro de la Oración Común usado por los anglicanos como regla práctica de su fe y culto. En él es evidente la mano de Crammer quien, por ejemplo, acentuó en alguna de sus redacciones la distancia con la Eucaristía católica, omitiendo cuidadosamente toda alusión al altar o al sacrificio. En la edición de 1662 se realizaron pocas enmiendas de importancia doctrinal e iban en el sentido de enfatizar el carácter episcopal del anglicanismo contra el presbiterianismo.

No deja de ser paradójico que este nuevo Misal “anglicano-católico” retome elementos aportados por Crammer, olvidando quizá que uno de los reproches más fundados que se hizo a la reforma litúrgica que dio origen al Misal de Pablo VI en 1969 estaba basado en los paralelismos, fácilmente detectables, con la obra del hereje inglés. Y eso por  no hablar de la metodología: Crammer fue vaciando de contenido las ceremonias que el pueblo inglés se resistía a abandonar. Así, en parte por el engaño y en parte por la violencia, la "antigua Fe" fue destruida en el lapso de pocas generaciones.
Por último, si hay algo sangrante en la aprobación de este Misal híbrido es que puede considerarse una verdadera afrenta a algo que sí ha sido una verdadera tradición del catolicismo inglés como se demuestra en el libro de Michael Davies sobre la reforma litúrgica anglicana: la defensa de la Misa romana.

Por citar solo un caso entre los recogidos rigurosamente por el historiador citado (La réforme liturgique anglicane, Clovis, 2005), recordemos el de Robert Welsh, párroco de la iglesia de Sto.Tomás de Exeter, a mediados del siglo XVI. El principal cargo que se le hizo fue “su oposición a la religión reformada…y su rechazo a abandonar los ritos y ornamentos papistas”. Y fue un protestante fanático, Bernard Duffield, el encargado de ejecutar la sentencia. La horca fue colocada en lo más alto del campanario de la propia iglesia de Welsh. El párroco fue alzado por medio de una cuerda atada a su cintura y después colgado de unas cadenas revestido de sus ornamentos sacerdotales y llevando atados en torno a su cuerpo un hisopo, un calderillo de agua bendita, una campanilla, un rosario y “otras pacotillas papistas parecidas”. Largo tiempo estuvo balanceándose de esta forma a modo de advertencia para la población…se le dejó morir de hambre y frío. Y el cronista Froude nos dice: “Estuvo pendiendo del campanario incluso después de que sus ornamentos se hubieron caído en pedazos y él reducido a un esqueleto por los cuervos. Durante todo este tiempo reinaba el orden en la iglesia de Sto.Tomás y un nuevo rector decía en inglés las plegarias del culto”.

Alguien podrá aducir que los textos de Crammer y otros anglicanos presentes en el Misal ahora aprobado desde Roma habrán sido cuidadosamente seleccionados y que su uso no es obligatorio, pero, de verdad, ¿era necesaria esta nueva humillación?