Vengámonos a casa y hablemos un poco del fenómeno de la emigración masiva e ilegal, que en el caso de la raza negra, tiene unas características especialmente negativas.
Dos son la emigraciones que más van a influir de forma más negativa en la sociedad española para convertirla en otra cosa: la negra, por sus culturas africanas tan ajenas a la nuestra, y por la dificultad de adaptación e inserción ante una avalancha tan masiva; la otra emigración con resultados negativos, es la musulmana, tanto por ser otra avalancha al parecer imparable, como por estar dominada y en parte dirigida desde fuera por el islamismo más brutal y exigente. De estos hablaremos en otro artículo, ahora concentrémonos en la emigración negra.
Gracias a esas instituciones conocidas como partidos políticos, que todos pagamos aunque no pertenezcamos a ellos, nada se ha hecho para encauzar estas emigraciones de forma lógica, humana y civilizada. Aclaremos, no es que nada se haya hecho, es que se ha hecho mal, pero que nadie se equivoque, se ha hecho intencionadamente mal. Y es que el partido político es una institución más nefasta que una epidemia de dengue.
Hace tiempo tratamos de entablar diálogo con los hipócritas llorones que acusaban a la Guardia Civil de inhumana en las vallas de Melilla, vallas que al parecer no deberían haberse construido ya que, después del “histórico abuso y explotación del negro”, teníamos que admitirlos a todos. Les pedíamos un tope de número de emigrantes para ser admitidos, ya que si se paraban a pensar los hipócritas llorones, el número de negros africanos que si pudieran, y les dejaran, pasarían a Europa, podría alcanzar la cifra de mil millones. Y no es broma ¿Dónde pondríamos el techo? ¿En un millón al año? En dos, tres…., diez, veinte, treinta millones? Y una vez cubiertos los cupos ¿se pondrían vallas en Melilla y Ceuta, o les pediríamos por favor que se dieran media vuelta?
Nosotros nos negamos a admitir que el negro africano sea un representante del “buen salvaje”. Al igual que en zona “blanca”, hay buenos y malos. Reyezuelos negros capturaban negros enemigos para venderlos a los tratantes; y tribus más fuertes acabaron por echar a los bosques a los más débiles pigmeos, que se tuvieron que adaptar a un entorno hostil que no era el suyo. Conocemos las matanzas en las luchas entra hutus y tutsis, y por supuesto recordamos la crueldad de los exterminadores de “blancos” en Rodesia o en Katanga.
Achacan los males africanos actuales a la época colonial, y sin embargo toda la infraestructura de carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y hasta fábricas y ciudades, tiene su origen en esa denostada época. Alemania perdió dos guerras mundiales en sólo 31 años, se recuperó y hoy vuelve a pisar fuerte. Se podrán alegar muchas razones, pero las principales fueron el espíritu de sacrificio y el trabajo. España, en 30 años pasó de una terrible guerra civil, a un feroz aislamiento, y a una reconstrucción y recuperación que la situó en el 9º puesto industrial del mundo. Los países africanos alcanzaron su independencia hace más de medio siglo, unos antes, otros inmediatamente después. Independizados del blanco opresor, incapaces ellos de poner en pie a sus países, ahora buscan a ese “blanco” para ponerse otra vez a su sombra. Alguien ha escrito que la inmensa mayoría del pueblo negro africano sólo se desarrolla y vive decentemente dentro de una sociedad occidental, europea o americana…, “blanca”.
Se habla de guerras tribales, hambrunas y persecuciones políticas que obligan a escapar y emigrar. Si se trata de persecuciones políticas ¿por qué no se van a un país africano que les coge más cerca que Europa? Y en 50 años ¿no han sido capaces de instalar gobiernos que con trabajo, esfuerzo y sacrificio, levantaran de una vez a sus países? Y en cuanto a la hambruna…
Es indudable que en gran parte de Africa, debido al clima, la tierra, las sequías…, el atraso secular, la calamidad de la hambruna es un fenómeno frecuente, pero no en todo el territorio africano. Los que consiguen entrar saltando vallas o en zodiaks no son los que pasaron hambrunas. Hay que verlos fuertes y robustos. Muchos con cadenas de oro, relojes y, por supuesto, “móviles”. Aquí entra la pura lógica. Para poder soportar una peregrinación a través de miles de kilómetros y miles de penalidades, sólo los más fuertes pueden soportarlo. Esos niños de vientre hinchado y todo costillas, mujeres de pechos vacíos moribundas, viejos postrados sin comida y sin agua, nada tienen que ver con el entorno de los que emigran a Europa, productos humanos urbanos que hablan inglés y francés, y con dinero suficiente (los de la hambruna de verdad no saben ni lo que es un euro) para pagarles a las mafias, que deben de ser blindadas porque no hemos leído todavía la noticia de haber sido desarticulada una sola de esas mafias, que deben de ser como las de la droga, un negocio mundial y no sólo africano. Esos que vienen son los que deslumbrados por un mundo, el Occidental, que ven en el cine o en la televisión, que saben que hay seguridad social, atenciones sanitarias y que aun en la calle del “blanco opresor” vivirán mejor que en sus atrasados y corruptos países que ellos han sido incapaces de levantar ni con su sacrificio ni con su esfuerzo.
No hay duda de que esa avalancha crea situaciones dramáticas y extremas que no puede ignorar el que recibe la avalancha, sea cual sea la razón de ésta.
Si al salir de casa nos encontramos en el portal a una anciana caída de bruces que al parecer había querido entrar, no nos preguntamos por qué está allí, si se ha tirado al suelo por fastidiar, por divertirse o porque se cayó agotada. La levantamos y Dios dirá. Nos conmociona el terrible drama de los cientos de muertos en las travesías marítimas o en los intentos de asaltos terrestres, no pasamos por alto las caras exhaustas de mujeres y niños desembarcados gracias a los servicios marítimos o de la Guardia Civil, mujeres y niños que jamás debieron ser metidos en esas crueles aventuras, pero que están ahí y hay que ocuparse de ellos. Los que consiguen llegar casi al final de la meta, hacen la señal de la victoria cuando parten a la Península en viajes organizados, no precisamente en pateras, porque éste último viaje era su objetivo. No importa que en esa Península no haya trabajo para el 90 % de los ya admitidos con y sin papeles, ellos han puesto los pies en tierra firme, y que los del país receptor se ocupen de mantenerlos porque son seres humanos a los que no se les puede devolver a sus país de origen, entre otras razones porque allí no los quieren ni atados.
Estamos hartos de decirle a nuestros hijos, y después a nuestros nietos, que nosotros somos los principales responsables de nuestro futuro; que puede haber causas externas que influyan, incluso de forma importante, pero la realidad es que nuestra biografía la escribimos nosotros mismos. Un joven que pierde las piernas en un accidente que él no provocó puede hundirse en la desesperación y dejar que otros se ocupen de él, o puede luchar para unirse al carro de la vida con esfuerzo y voluntad de vencer. Ambos son responsables de su futuro, aunque de distinta forma.
A los países les pasa lo mismo. El futuro de cada país, su propia Historia, la escriben ellos. Muchas son las influencias exteriores, pero en definitiva son los responsables de su futuro. Inglaterra es una isla, lo que la ha marcado profundamente en su devenir histórico para superar ese aislamiento continental. Polonia, rodeada de poderosos (Polonia también lo fue…) ha sobrevivido, incluso a su temporal desaparición del mapa como país libre y soberano. La España actual, abocada a su desaparición como país unido y libre por sus propios vicios internos, sobrevivirá o morirá, como viejo país multisecular creador de Europa, por nuestra propia responsabilidad. Los países africanos, especialmente a partir de su independencia, son responsables de su futuro. Podrán pedir (exigir…) a sus antiguos colonizadores la ayuda necesaria para su desarrollo, pero en definitiva son ellos los que han de poner los ladrillos, cavar para hacer canales, buscar agua, encauzar las ayudas que vienen de fuera…, es decir, escribir su historia, a menos que no “la quieran escribir” y que pidan a otros que lo hagan, con todas sus consecuencias…
El llamado mundo occidental, ya sin fuerza, y sin objetivos definidos que no pasen antes por las manos de los capos del petróleo, dicho así de forma elemental para entendernos, parchea el problema de la emigración, ajeno a los orígenes de tal problema. No parece ser rentable ocuparse del desarrollo de esos países incapaces de bregar en solitario con su propio sacrifico y esfuerzo, lo que evitaría la descontrolada emigración. Sólo quedan los pactos con gobiernos corruptos para la explotación de riquezas mineras o petroleras. Y por cierto ¿quien se preocupa por los asesinatos en Africa de cristianos negros, siempre a manos de feroces islamistas?
Nos hemos alargado demasiado escribiendo estas vulgaridades que posiblemente nos marcarán como xenófobos compulsivos y racistas peligrosos. ¿Podemos decirlo otra vez? Nos importan un bledo estos calificativos. Nosotros, que somos respetuosos con todas las razas, incluidas las menos parecidas a la nuestra, creemos que el mejor lugar para un negro africano es Africa, con sus familias, costumbres, tradiciones y hábitos.
La realidad es que como nuestra sociedad, en este caso la española, siga con la cabeza de avestruz bajo la arena, dentro de poco no va a haber ni avestruz. Y es que a este problema migratorio hay que añadir el terrible y destructor de la invasión islámica.
Alguno dirá que escribo sin dar soluciones y es que creo que ya no las hay. aunque no soy tan pesimista como un amigo que me escribe diciendo que “los acontecimiento, gracias a los políticos, nos han desbordado. Los que quieran sobrevivir que hagan cursillos de supervivencia, compren velas, aprendan a hacer fuego con dos piedras, no tiren los periódicos, laven a mano con arena en vez de jabón y aprendan pasajes del Corán por si acaso. Porque jodidos sí estamos. Que nuestra situación es la del piloto del avión averiado que oye el consejo de la base en tierra: “y ahora rece con nosotros el Señor mío Jesucristo”. Que ya no hay solución, los tenemos dentro, y a los que les toque, que se preparen para un mundo insoportable, mestizo, donde todos irán contra todos y sin ninguna duda ganarán los más fanáticos: los muslimes del carajo”.
Pero a nosotros se nos ha acabado el fuelle y dejamos el tema para más adelante.
Jesús Flores Thies |