Parece previsible que, con motivo del Día de Extremadura (8-septiembre) vuelvan a escucharse las cansinas voces recurrentes que mezclando el sentimentalismo, la ignorancia y confusos intereses reclaman que "Guadalupe sea extremeña". Como no vamos escuchar nuevos argumentos, nos permitimos recordar lo que dijimos con tal ocasión el año pasado:
Son
numerosas las Parroquias de las provincias de Cáceres y Badajoz que,
afortunadamente para ellas, están enclavadas en dicho territorio, pero
nadie habla de ellas ni reclama su extremeñidad, probablemente porque
"no tienen petróleo". Como nadie cuestiona que la diócesis
(presuntamente) extremeña de Plasencia se extienda por las provincias de
Salamanca, Cáceres y Badajoz.
Pienso que deberían ser criterios pastorales y racionales, sin olvidar lo histórico, los que decidan las modificaciones que sean necesarias en los límites diocesanos, pero, sobre todo, se debería escuchar a los propios interesados: los sacerdotes y fieles que saben que no hay ninguna contradicción entre pertenecer (administrativamente) a la región extremeña y (eclesiásticamente) a la Archidiócesis primada.
Pero sobre todo no deberían encontrar ningún eco quienes pretenden ahogar con mezquinos lazos aldeanos y localistas, una devoción como la de Nuestra Señora de Guadalupe a la que nuestros antepasados dieron gloriosa proyección universal.
Pienso que deberían ser criterios pastorales y racionales, sin olvidar lo histórico, los que decidan las modificaciones que sean necesarias en los límites diocesanos, pero, sobre todo, se debería escuchar a los propios interesados: los sacerdotes y fieles que saben que no hay ninguna contradicción entre pertenecer (administrativamente) a la región extremeña y (eclesiásticamente) a la Archidiócesis primada.
Pero sobre todo no deberían encontrar ningún eco quienes pretenden ahogar con mezquinos lazos aldeanos y localistas, una devoción como la de Nuestra Señora de Guadalupe a la que nuestros antepasados dieron gloriosa proyección universal.
Historicus |