A su vez, la historia podemos dividirla en dos: la historia principal es la lucha de la protagonista, Ofelia, por pasar tres pruebas que la devuelvan al mundo mágico subterráneo; en cambio, la historia secundaria muestra la lucha entre la guardia civil de la posguerra y los frentepopulistas organizados en el maquis. De la carga ideológica que se desprende de la historia principal es muy recomendable leer un artículo publicado en El blog del Oso Solitario. Pero sí quiero comentar algo sobre la historia secundaria.
La película se ambienta en el año 1944, en un pueblo del norte de España. Nada más empezar nos encontramos con la protagonista y su madre embarazada, que van de camino a su nuevo hogar. Allí les espera el capitán Vidal, casado con la madre y padre del hijo que espera; el guardia civil, representado como un tirano, está empeñado en que su hijo nazca donde está él y en alguna ocasión muestra ese estereotipo de “machista” y “misógino” que algunas feministas ven a todas horas y en todas partes.
A lo que iba: Ofelia y su madre viajan en un coche. ¿Y qué nos encontramos en la puerta? Si alguien ha pensado en el yugo y las flechas de la Falange, acierta. Ahí, pintado en blanco sobre negro, el símbolo de la Falange queda identificado como el de los malos de la película en los primeros cinco minutos.
Ya antes de empezar, como introducción, se habla de que en España había un “régimen fascista” y de que algunas personas luchaban contra él. No se dice nada más acerca de quiénes son los que están combatiendo a esos “fascistas” encarnados en el capitán Vidal y los guardias civiles bajo su mando. Como mucho, se insinúa la filiación política de los perseguidos cuando el horrible capitán de la guardia civil asesina a sangre fría a dos hombres a los que han encontrado propaganda anarquista.
Maribel Verdú y otras "estrellas" del Cine español en una película de hace muchos años |
Pero lo que ya es el colmo de la tergiversación se da cuando Vidal habla de la “idea equivocada” de la que parten los maquis y declara que es, ni más ni menos, la de creer en la igualdad de todos los seres humanos; de esta manera, los símbolos de la Falange terminan relacionándose con tipos que disfrutan matando y con mentalidades tiránicas y absolutistas.
Como es de esperar, en una película de éstas no veremos ningún juicio sobre las matanzas entre comunistas y anarquistas durante la Guerra Civil Española, porque eso para el cine actual no existe; para los directores de cine de hoy, según parece, en España combatieron dos bandos muy uniformes en lo ideológico, del cual uno era de “buenos buenísimos” y el otro de “malos malísimos”, y cualquiera que se asome un poco a estas películas sabrá quién es quién. Tampoco veremos hoy una película donde una de las protagonistas sea una joven de la Sección Femenina de Falange que ayuda a los combatientes de la quinta columna en la clandestinidad; porque eso, según la terminología del catecismo progre que impera en la industria del cine, sería “apología del fascismo” (su particular palabra mágica para todo). Ni, mucho menos, aparecerán comunistas hablando de “dictadura del proletariado” y “lúmpenes”, porque eso rompería la imagen beatífica con la que el cine español muestra ahora a los partidarios de la “democrática” Unión Soviética de Stalin.
Aunque la producción sea en parte mejicana, se nota la influencia de lo español en la ambientación histórico-política. Y el cine español de ahora sólo es capaz de dar protagonismo a argumentos histéricos y tergiversados sobre una de las etapas más duras de la Historia reciente de España. Si no estáis dispuestos a perder poco más de una hora y media de vuestras vidas, os aconsejo que no veáis esta película; si no os importa eso y queréis echaros unas risas con una trama política más fantástica que la aventura de la niña, siempre os quedará Youtube.
Gabriel García Hernández |