Reflexiones sobre la visita papal
Autor: Rabino Shmuel Shaish*
El actual Papa sigue la política de su antecesor, pero con otros matices, lógicamente. Decidió entre otras cosas visitarnos, y ahí comenzó el gran baile. Viene un Papa alemán, un Papa que quitó la excomunión del obispo Williamson que niega la Shoá: ¿pedirá perdón? ¿Sentirá el dolor judío por la Shoá?
En su último año de vida, en 1904, Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista, visitó al Papa Pío X en el Vaticano para tratar de convencer al Pontífice Máximo de la Iglesia Católica de apoyar la creación de un Estado judío en la Tierra de Israel. Pío X le comunicó que los sufrimientos de pueblo judío y su dispersion son el “castigo divino al pueblo de Dios que con su dura cerviz no reconoce a nuestro señor como el mesías prometido por los profetas, y no se puede pensar en una soberania judía en Tierra Santa y en Jerusalén, ya que eso contradice las palabras de Jesús contra el Templo” y envió al Dr. Herzl a realizar cosas más lógicas y positivas.
Pío X manifestó en sus palabras la problemática teológica de la Iglesia con respecto a los judíos, sosteniendo una posición que viene desde el principio de la Edad Media.
En 1992, el cardenal Joseph Ratzinger, encargado de la ortodoxia Católica, en su calidad de secretario de Propaganda Fide (la Inquisición moderna) estableció que un estado judío no contradice al cristianismo y que los judíos son “los hermanos mayores” de la cristiandad. Esa decision revolucionaria del cardenal Ratzinger permitió al Papa Juan Pablo II reconocer al Estado de Israel y establecer relaciones entre el Vaticano e Israel.
Ratzinger siguió la línea establecida por el Papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano II y la encíclica “Nostre Aetate“ por la cual la Iglesia reconoció que los judíos no son un pueblo deicida. Juan Pablo II visitó (por primera vez para un Papa) la sinagoga central de Roma, sentándose a la misma altura que el Gran Rabino de Roma y pidio a todos comenzar un verdadero diálogo entre el judaísmo y el cristianismo. En el 2000 visitó Israel y habló del perdón por las persecusiones que los judíos sufrieron de los cristianos.
Ratzinger estaba siempre con él. A la muerte de Juan Pablo II fue elegido Joseph Ratzinger Papa y eligió el nombre de Benedicto XVI.
El actual Papa sigue la política de su antecesor, pero con otros matices, lógicamente. Decidió entre otras cosas visitarnos, y ahí comenzó el gran baile. Viene un Papa alemán, un Papa que quitó la excomunión del obispo Williamson que niega la Shoá: ¿pedira perdón? ¿Sentirá el dolor judío por la Shoa? Benedicto XVI ya se refirio a su “alemanidad” en su visita a Polonia, ya habló de perdón en Auschwitz. Pero los diversos “shoamen” nuestros quieren escuchar esas palabras en Israel. Al bajar del avión y ser recibido por las autoridades (aquellas que no lo boicotearon) habló del antisemitismo resurgente en el mundo y recordó a los seis millones. Pero eso no bastó para el rabino Israel Lau (presidente del consejo ejecutivo de Yad Vashem), debió el papa alemán recordar en Yad Vashem a los seis millones asesinados y no “a los millones muertos”. El periodismo tomó esas palabras como el centro de todo. En la prensa, escrita y hablada, se comentó lo que no dijo el Papa; casi no destacaron el extrordinario discurso en el cual el Pontifice habló de la tragedia de la Shoá como un aviso a la humanidad que eso no puede volver a ocurrir. No se destacó lo que dijo sobre el nombre de cada mártir de la Shoá y la importancia de Yad Vashem.
Todos expresaron que la palabra perdón no se dijo. Agregaron a eso el asunto Williamson, pero no leí ni escuché a nadie que diga que ese obispo está suspendido y que el levantamiento de la excomunión fue algo interno de la Iglesia para reconciliarse con los lefevrianos. Todo lo miran bajo el prisma judío y nada más.
Un comportamiento realmente de “kleine mentschelej” (gente pequeña) y provincianos. El Papa no tiene que usar exactamente las palabras que nosotros queremos.
Por favor guardemos las proporciones. El Papa vino y se fue con muy buenas intenciones. Habló de paz y justicia para los pueblos de la región. Hizo mucho por el dialogo judeo-cristiano. Es un gran teólogo e intelectual. Debemos respetarlo y respetarnos a nosotros mismos. Leamos bien el discurso en Yad Vashem y seamos nosotros la antorcha eterna de la lucha contra el odio y la discriminacion. Aprendamos a ser “Or Lagoim” (Luz para el mundo) como el profeta Isaias profetizó.
*Congregación “Taguel Aravá“, Eilat,
shm111@smile.net.il
TOMADO DE AURORA ISRAEL
Reproducido en: http://radiocristiandad.wordpress.com/2009/05/21/papa-catolico-y-papas-no-catolicos/