«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

sábado, 30 de marzo de 2013

Sermón de la Soledad

 
Una de las principales características de la Pasión de Nuestro Señor es la soledad: el abandono, prácticamente total, por parte de los hombres; y el desamparo, aparente pero sensible, de su Padre. Basta contemplar las tres horas de agonía en Getsemaní y las palabras de Jesús sobre la Cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Esta afirmación vale también para la Santísima Virgen María y para el Cuerpo Místico de Cristo, la Santa Iglesia. Para cumplir con el plan divino trazado para Ella, María Inmaculada debía pasar por la soledad, el abandono y el desamparo… Para que los designios de Dios sobre la Iglesia se ejecuten, ella debe sufrir su pasión, padecer soledad y abandono.

He aquí el tema de nuestra meditación de esta noche: la Soledad de María y de la Iglesia…

1.- Tras la sepultura de Jesús, apenas hubo entrado en su morada, la afligida Madre volvió los ojos a todas partes y ya no se encontró con Jesús; y, en lugar de la presencia del querido Hijo, se le presentaron a la memoria todos los recuerdos de su hermosa vida y de su despiadada muerte… La Madre Dolorosa ocupó la soledad de su alma con una oración más intensa, repasando en su Corazón todo lo que allí conservaba…

Ahora se le representó nuevamente la escena desarrollada aquel día, los clavos, las espinas, las carnes azotadas del Hijo, las profundas llagas… ¡Qué noche tan dolorosa fue aquélla para María! ¡Qué horas aquellas antes de la resurrección! Es la soledad tremenda que deja la muerte del ser querido. Así la describía Lope de Vega (Con la mayor soledad):

Sin Esposo, porque estaba
José de la muerte preso;
sin Padre, porque se esconde;
sin Hijo, porque está muerto;
sin luz, porque llora el sol;
sin voz, porque muere el Verbo;
sin alma, ausente la suya;
sin cuerpo, enterrado el cuerpo;
sin tierra, que todo es sangre;
sin aire, que todo es fuego;
sin fuego, que todo es agua.

2.- Para cumplir con el plan divino trazado para Ella, María Inmaculada debía pasar por la soledad, el abandono y el desamparo… Para que los designios de Dios sobre la Iglesia se ejecuten, ella también debe sufrir su pasión, padecer soledad y abandono.

Y como la Madre Santísima, la Iglesia soporta sola las angustias de su pasión.

La piedad y religiosidad con la que una buena parte de España celebra todavía la Semana Santa, contrasta con las agresiones que la Fe católica viene sufriendo en nuestra Patria. En especial desde que tuvo lugar la implantación de un modelo político carente de cualquier referencia moral que, en la práctica ha degenerado en verdadero laicismo. La situación se ha deteriorado aún más por la cómoda instalación de las instancias oficiales de la Iglesia que apenas pasan de la denuncia formal y verbal de algunos excesos.

Evocamos hechos como la falta absoluta de voluntad efectiva y consecuente por para rectificar la demolición promovida desde la legislación. O episodios de trágica reiteración como las blasfemias en público, las profanaciones y los reiterados ataques a la religión católica desde medios de comunicación e instancias político-culturales.

Mientras la Madre agoniza, la mayoría de sus hijos asisten indiferentes a su dolor; si algunos entre ellos lo comprenden, se mantienen en actitud impasible y neutral… Y si les hablan de la traición que sufre hoy la Iglesia, si se oyen invitados a consolar y defender a la Madre de todos, les es más cómodo cerrar los ojos, tapar los oídos, no creer en la autenticidad de esos relatos trágicos y continúan siempre neutros e indiferentes, como aquellos del pueblo el Viernes Santo, sin odio a Jesús, pero sin interés por su suerte, riendo y divirtiéndose mientras que el Maestro padecía.

3.- Pero ni la fe, ni la esperanza, ni la confianza, ni la caridad de María Santísima se rindieron ante esa prueba a la cual la sometió la divina voluntad. Aprendamos de María Dolorosa a llenar el vacío de la soledad que nos invade cuando las criaturas, los acontecimientos, los hombres… e incluso Dios nos abandonan… Uno de los mejores libros que describe el drama de la Iglesia y de la humanidad en el siglo XX lleva por título, precisamente, El silencio de Dios (Rafael Gambra).

Aprendamos a ocupar ese vacío con lo único que puede colmarlo: la fe, la esperanza y la caridad.

Nuestra Señora en Fátima no dudará en mostrar a los tres pastorcitos el infierno; visión tremenda, que suscitó en sus corazones, especialmente en el de Jacinta, un inmenso celo por la conversión de los pecadores y una profunda y constante devoción al Inmaculado Corazón de María.

Este terrible hecho de actualidad no figura en los diarios; sin embargo, ¡es muchísimo más terrible que un tsunami o un terremoto! Alrededor de 200 000 personas mueren cada día en el mundo. Pregunto: En este mundo que no es cristiano, donde todos se mofan de las leyes morales más elementales, donde la mayoría de los sermones están vacíos de la Cruz salvadora de Nuestro Señor, calla la realidad del infierno y predica una mera filantropía universal, ¿cuántas de estas almas se salvarán?

Entonces, sigamos con una imperturbable perseverancia el pedido de Nuestra Señora de Fátima, seis veces repetido: Rezad el rosario todos los días. Por la conversión de los pecadores, para que se conviertan y puedan entrar en el Cielo, y también por nuestra propia fidelidad. ¿Soplan los vientos malos del orgullo, de la ambición? Dios te salve, María... ¿De la pereza, de la impureza? Dios te salve, María... ¿Del desánimo, de la vanidad? Dios te salve, María... ¿De la envidia, de la ira, de la desobediencia? Dios te salve, María... Cuando el mar de este mundo, con sus olas peligrosas, amenaza nuestra alma, miremos a la Estrella, a la Virgen, y digámosle, con absoluta confianza: Ave María. Pues Nuestra Señora es “toda la razón de nuestra esperanza” (San Bernardo), especialmente de nuestra salvación.

El rosario es como una cuerda que Nuestra Señora nos lanza y que sus manos sujetan firmemente desde el Cielo. Y no solamente tenemos la cuerda salvadora de nuestro rosario, sino también tenemos un refugio seguro, una fortaleza inexpugnable, donde el enemigo no puede entrar: es el Inmaculado Corazón de María. Que nuestros corazones, tantas veces débiles, mezquinos e inconstantes encuentren en él su seguridad, su mansión.

Ave María purísima
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Fuentes citadas literalmente para la elaboración de este Sermón:

La Soledad de María... y de la Iglesia
13 de Mayo de 2012: 95º aniversario de Fátima

Pasión y Resurrección de España: Meditación en Semana Santa


La piedad y religiosidad con la que una buena parte de España celebra todavía la Semana Santa, contrasta con las agresiones que la Fe católica viene sufriendo en nuestra Patria. En especial desde que, con la Constitución de 1978 y sus consecuencias, tuvo lugar la implantación de un modelo político carente de cualquier referencia moral que, en la práctica ha degenerado en verdadero laicismo. La situación se ha deteriorado aún más por la cómoda instalación de las instancias oficiales de la Iglesia que apenas pasan de la denuncia formal y verbal de algunos excesos.

Evocamos hechos como las actuaciones del poder público durante el zapaterismo; o la falta absoluta de voluntad efectiva y consecuente por parte del Partido Popular para rectificar la demolición promovida desde la legislación por anteriores gobiernos. O episodios de trágica reiteración como las blasfemias en público, las profanaciones y los reiterados ataques a la religión católica desde medios de comunicación e instancias político-culturales.

Aunque el fenómeno tiene un perfil específico, que es la falta de tono en la reacción de los católicos, no es la primera vez que situaciones similares se dan en España. La íntima relación religión-sociedad no es algo impuesto artificialmente sino hondamente radicado en la entraña de cualquier comunidad, y el intento de provocar la ruptura, de desarraigar lo religioso será siempre un fenómeno conflictivo en todos los lugares donde la revolución moderna pretenda aplicar sus criterios. Y necesariamente desestabilizador y traumático en aquellas ocasiones en que logre alcanzar su objetivo. La historia española ha estado atravesada en los siglos XIX y XX por esta importante fuente de inestabilidad y desequilibrio.

En varios momentos de nuestro pasado como la revolución liberal y la Segunda República la situación de hecho de la Iglesia y los católicos fue de acoso y persecución abierta. La agresión se reitera hoy porque las ideologías, entonces desafiantes y hoy dominantes, coinciden en despojar al fundamento religioso católico de toda consecuencia en la organización y criterios de la sociedad para relegarlo a la intimidad de las conciencias, e incluso, acosarlo y perseguirlo en este ámbito.

La experiencia demuestra que la respuesta al laicismo nunca será eficaz desde la propuesta de una “autonomía” de las realidades temporales, de la separación Iglesia-Estado, o de la presunta neutralidad de este último. Los principios de la Moral Católica y el Reinado Social de Jesucristo son la única referencia capaz de asentar sobre bases sólidas la verdadera política que busca el bien común, mucho más allá de las visiones parciales propuestas por ideologías como el socialismo o el liberalismo.

La única alternativa posible a la persecución religiosa es la re-cristianización. No habrá verdaderamente "Nueva Evangelización" si ésta no supone el reconocimiento de lo que el pensamiento tradicional español llama ortodoxia pública. Y mucho nos tememos que los recientes reclamos de los más altos magisterios silencian la necesidad de establecer un régimen político «que afirma un contenido de principios, verdades o valores de carácter superior e inmutable como base de su convivencia moral y de sus leyes» (en formulación de Rafael Gambra) o «la implantación de los Mandamientos de Cristo como ley para la vida social» en expresión, aún más acerada, de Elías de Tejada.

O, dicho de otro modo, la única alternativa es poner en práctica el atractivo programa que se describe con estas palabras en la Sagrada Escritura:

«Levantemos a nuestro pueblo de la ruina y luchemos por nuestro pueblo y por el Lugar Santo» (1Mac 3, 43).

 

domingo, 24 de marzo de 2013

Conferencias Cuaresmales


Adjuntamos enlace a los audios de las Conferencias Cuaresmales pronunciadas por el sacerdote D.Eduardo Montes en Cáceres los días 8, 9 y 10 de marzo de 2013
La muerte de Jesús, hecho histórico
"Tengo sed": Palabra de Jesús en la Cruz
Muerte, juicio, infierno, gloria

"¿Profecía de calamidades o crónica de la realidad?" por Historicus


La promoción como Obispo de Roma del hasta entonces cardenal Bergoglio ha provocado una previsible pero no por ello menos curiosa reordenación en el sentir de los periodistas que se dedican a la información religiosa desde una perspectiva que pudiéramos definir de más estrictamente confesional.

Los más, se han limitado a aplicarle las entusiastas calificaciones que destinaban a sus predecesores. Para ellos estamos en el mejor de los mundos posibles y el futuro se presenta halagüeño. Por otro lado, es de suponer que encontrarán abundante materia de comentarios y noticias en la agenda del Pontífice que se presume será apretada.

Los medios instalados en el modernismo más rancio se han sumado también al coro de los elogios pontificios. Sean bienvenidos a un género que no habían cultivado mucho en los últimos años pero que prometen desarrollar magistralmente como es propio de profesionales de la propaganda y la manipulación.

Y ya empezamos a situarnos en el terreno de la broma cuando comprobamos el apresurado reciclaje de algunos de los, hasta ahora, detractores de quien fuera Arzobispo de Buenos Aires… Un obispo español dijo que había cambiado su opinión acerca de Juan Pablo II durante uno de sus encuentros con jóvenes, otros parecen haberse convertido en entusiastas de Francisco sin necesidad de ninguna ulterior comprobación, únicamente al toque de la aceptación del cargo y del acceso al poder. Al fin y al cabo, una conversión a tiempo puede servir para alcanzar perdón por los descarríos del pasado, olvidando las añejas requisitorias. Nos tememos eso sí, que el exceso de celo en purificar antiguos errores, degenere en los ditirambos más demenciales.

Esperpentos aparte, es muy de agradecer que algunos escasos pero selectos medios se hayan mantenido en una postura de expectativa crítica ante la trayectoria biográfica de Berboglio y ante los apresurados gestos que vienen marcando sus primeros pasos en el Pontificado romano. Lejos de interpretarse como una serena asunción de responsabilidades, las iniciativas de Francisco siembran el desconcierto y provocan la indignación en analistas y en cristianos de a pie que no dejan de utilizar como medio de expresión los pocos lugares que se encuentran a su alcance.

Da la impresión de que las voces críticas han llegado a alcanzar una extensión y dimensión que algunos estiman preocupantes. Hasta el punto que uno de los más caracterizados representantes de la corriente centrista ha cerrado a los comentarios de los lectores todas sus entradas que hagan referencia al neopontífice. Desde aquí no podemos menos que saludar jocosamente el apresurado intento de lavar la cara del papa Francisco por parte de un medio, alguno de cuyos colaboradores distinguen a Tradición Digital con la acusación de sostener “campañas nefastas”.

En realidad, poca cosa puede haber más nefasta que ocultar la realidad y agostar la reacción de quienes, además de haber conservado la fe, no han perdido la razón. Es decir, la capacidad de observar a su alrededor y de hacer juicios que sirvan de fundamento a una actuación coherente y adecuada a la situación actual.

Y es que, viendo el cotidiano rostro de la actualidad, difícilmente se podrá calificar a quienes así actuamos de “profetas de calamidades”. En realidad, somos los cronistas de una actualidad en la que la calamidad se encuentra instalada a diario

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad” (Sal 56, 2)


martes, 19 de marzo de 2013

Anacronismos


Por extensión, se aplica el término anacronismo a la, incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.

De dicho defecto adolecen algunos análisis de la situación de la Iglesia que proliferan en ambientes conservadores.

Anacronismo en un doble sentido: no ser conscientes del momento en que vivimos e ignorar la realidad para tratar de acomodarla a teorías e ideologías previas.

Jesucristo apostrofa a quienes no saben reconocer lo específico del tiempo que les toca vivir para poder obrar en consecuencia. «¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!» (Mt 16, 3). San Jerónimo explicita el sentido de estas palabras en los siguientes términos: «es decir, que por la sucesión y regularidad de los elementos podemos calcular los días serenos y los lluviosos, mientras que los escribas y los fariseos, que eran reputados como doctores de la Ley, no podían por los vaticinios de los profetas conocer la venida del Señor». Y San Juan Crisóstomo extiende la advertencia a la segunda venida: «Ahora he venido como médico, entonces me presentaré como juez. Por esta razón he venido ahora como cubierto por un velo, mas luego, cuando se conmovieren todas las potestades del cielo, me presentaré con gran claridad» (homiliae in Matthaeum, hom. 53,2).

Miramos con desconfianza a quienes, hablando de la Iglesia, prescinden de la realidad en que ésta se encuentra en relación con la segunda venida de Cristo y de los signos que Él mismo ha señalado que la precederán. En ese sentido, hacemos nuestra la siguiente apreciación de Francisco Canals:   
«“Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes” (Catecismo, 675), haciendo alusión a los textos evangélicos que dicen: “Será tan terrible la tribulación como no la hubo nunca antes ni la volverá a haber después (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12)”. Luego cuando se dice que “todos los tiempos son iguales”, “siempre ha habido muchos problemas”, “no hay que asustarse, no pasa nada, las cosas se arreglan solas”, nos encontramos con un lenguaje que no es bíblico, sino que es una visión empirista y humanista de la historia. Estas afirmaciones, sencillamente, no son verdad. Vienen unos tiempos, y ya estamos entrando en ellos, que son peores que todo lo que había ocurrido en el mundo nunca, y jamás volverán a ser tan malos» (Mundo histórico y Reino de Dios, Barcelona: Scire, 2005, p.161).
El segundo anacronismo consiste en prescindir de la realidad, sometiéndola a presupuestos ideológicos que son el resultado de haber deformado una serie de conceptos –probablemente recibidos en una deficiente formación juvenil- acerca de la comunión eclesial, el pontificado romano, las relaciones con la jerarquía, etc… Quienes proceden así han congelado tales conceptos, a modo de ideas platónicas habitantes de un mundo ideal, y los aplican al presente caso ignorando que el más agresivo ataque que hoy sufre la Iglesia procede de la autodemolición. Concepto éste, por cierto, acuñado por Pablo VI, que algo debía saber del asunto.

Es propio de los conservadores contribuir a consolidar los errores cuando el paso del tiempo ha agostado el vigor de la reacción y ha acostumbrado a la masa a los peores excesos. Por eso pretenden situarse en el inexistente centrismo de una equidistancia entre la tradición y la revolución. Desarme unilateral que resulta desastroso para el Catolicismo porque deja a éste en manos de los grupos de presión que a la hora de decidir inclinan siempre a su favor la balanza de una Jerarquía débil y complaciente. Una autoridad que, en nombre de la obediencia, impone a todos los obedientes que hagan lo que quieren los grupos de presión. Ejemplo señero: la Comunión en la mano, aprobada por Pablo VI dando así su respaldo a una práctica que había comenzado contra la ley litúrgica y que contaba con la oposición de la mayoría del episcopado.

Sabemos que nos toca seguir viviendo en tiempos difíciles pero no estamos dispuestos a recibir lecciones de los anacrónicos que disimulan su propia esterilidad arremetiendo contra unos fieles católicos que sólo tratan de salvar su Fe y transmitirla sin adulterar a las generaciones futuras.

Y, menos aún, nos dejaremos arrastrar por los cantos de sirena de quienes presumen de querer salvar la Ciudad dejando dentro al Caballo de Troya. Porque estamos convencidos de que los hipócritas que no saben reconocer los signos de los tiempos y se dedican a minar a los resistentes están aliados, se reconozca o no, con el enemigo.

lunes, 18 de marzo de 2013

Presentación libros en Toledo


Este viernes 15 de marzo, en la Librería Taiga, tuvo lugar una presentación de libros en la ciudad de Toledo organizada por -elmunicipiotoledo-.

Jorge Garrido San Román, presidente del sindicato Unión Nacional de Trabajadores (UNT), presentó su trabajo “Manifiesto Sindicalista”, escrito en el año 2001 pero de plena actualidad en el día de hoy porque explica las claves de cómo funciona la economía en lugar de centrarse en cuestiones circunstanciales. Jorge Garrido denunció que la actual desproporción económica no es normal y es fruto de la perversión moral del sistema capitalista, el sistema económico de la modernidad cuyo único objetivo es el beneficio.

La propuesta que Jorge Garrido señala en “Manifiesto Sindicalista” es que a los bienes y a los servicios se les cobre su valor real; proponiendo, como solución a los problemas económicos del sistema capitalista, la doctrina nacionalsindicalista y su propuesta de un sindicalismo único, obligatorio, participativo y propietario de los medios de producción. Además, entre otros asuntos, Jorge Garrido ha denunciado que la actual sociedad es la más totalitaria de la Historia y ha llamado a los asistentes a la recuperación de las soberanías nacional y económica, perdidas como consecuencia del proceso mundializador de la economía conocido como globalización.

Iván García, autor de “Víctimas del silencio: El acoso de ETA a la Falange durante los Años de Plomo”, comenzó su exposición advirtiendo del vacío historiográfico existente con las víctimas de los entornos falangistas a manos de la banda terrorista ETA, en una época muy violenta (conocida coloquialmente como los Años de Plomo) en la que ETA llegaba a asesinar a tres personas por día (asesinatos que no salían en la prensa por falta de espacio). El trabajo de Iván García se ha centrado únicamente en la organización Falange Española de las JONS, aunque incluyendo a otras personas que no pertenecían a dicha formación política. Como ha señalado Iván García, los primeros muertos por asuntos políticos en España tras la promulgación de la Constitución Española de 1978 fueron militantes falangistas y personas de su entorno. Existió, por lo tanto, una operación de ETA para liquidar a Falange Española. Finalmente, el autor denunció que a los falangistas no se les ha reconocido como al resto de las víctimas de ETA y ha señalado que su trabajo puede resultar incómodo por decir verdades.

Para finalizar, Ángel David Martín Rubio ha hablado del trabajo que ha coordinado con varios historiadores: “Extremadura: de la República a la España de Franco”. El origen del trabajo se encuentra en el Foro Historia en Libertad. El trabajo no es un relato lineal, sino un conjunto de ensayos que tratan el periodo histórico de 1931-1975 desde varios puntos de vista. Según Ángel David Martín Rubio, Extremadura fue una de las regiones que más sufrió los desajustes sociales provocados por el liberalismo durante el siglo XIX y la falsa solución marxista encarnada en el PSOE y en el PCE a comienzos del siglo XX. Como conclusión, señaló que “Extremadura: de la República a la España de Franco” surge como un afán intelectual y de voluntad contra las imposiciones partidistas de la “Memoria Histórica”.

Tras las exposiciones de los autores tuvo lugar un interesante coloquio entre los asistentes al evento y los conferenciantes, animado un poco después con un vino por cortesía de la Librería Taiga (a cuyos responsables damos las gracias por el detalle).

El Municipio Toledo.

martes, 12 de marzo de 2013

Presentación libros en Toledo


Mártires de la Tradición


Recuerdo algo de todos conocido al evocar el origen de esta fiesta en una carta de S.M. D.Carlos VII al Marqués de Cerralbo del 5 de noviembre de 1895 en la que se proponía honrar «a los mártires que desde principio del siglo XIX han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales». Desde entonces, la fiesta nacional en honor a los Mártires de la Tradición se sumaba, a un calendario muy heterogéneo de festividades carlistas en el que, junto a fiestas locales y religiosas, se hallaban los aniversarios de la familia real o el recuerdo de algunos hechos vinculados a las campañas militares.

1. Los historiadores llaman la atención sobre el momento en que tuvo lugar: muy lejos quedaban las primeras luchas, la Guerra de los Siete Años, incluso de la última guerra habían pasado más de dos décadas cuando el siglo estaba concluyendo. Pero los carlistas eran muy conscientes de que su ideario y su resistencia se habría ido disolviendo si no fuera por el cimiento de sangre sobre el que se hallaba asentado. En una carta de Francisco Martín Melgar al marqués de Cerralbo (Venecia, 25 de abril de 1890) se afirmaba:
«Lo que le ha dado hervor y actividad es la muerte en el campo de batalla del padre de éste, el fusilamiento de la madre del otro, los balazos que enseña con orgullo el abuelo del de más allá, los relatos marciales escuchados en las noches de invierno por niños que se comían al narrador con los ojos y cuyos corazoncitos rompían el pecho con la esperanza de que algún día serían grandes y harían hazañas como aquéllas».
75 años nos separan a nosotros de la última vez que los carlistas salieron a los frentes de combate para defender sus sagrados ideales en la Cruzada de 1936. Millares y millares de voluntarios, millares y millares de requetés, se lanzaron a luchar y a morir. Se cubrieron de Gloria en todos los campos de Batalla, en todos los frentes, y de ellos nacieron los Heroicos Tercios de Requetés.

Los héroes y los mártires andaban tan de la mano, que muchas veces las fronteras entre ambos se difuminan. Sabido es que el Alzamiento falló en muchos sitios y quedaron sujetas al dominio del Frente Popular zonas donde había muchos requetés como Cataluña, Valencia o el Maestrazgo. Allí, y en toda la España roja, los carlistas fueron perseguidos, martirizados, fusilados…En todos ellos se cumple la frase de la Ordenanza del Requeté: «Ante Dios, nunca serás un héroe anónimo»

2. «Que la conmemoración de nuestros mártires -afirmaba don Carlos en el texto citado- no se limite a satisfacer una necesidad del corazón y una deuda de gratitud». En su intención estaba también la idea de que los actos de homenaje debían servir para fortalecer los vínculos de las jóvenes generaciones con las anteriores compartiendo un referente común en el pasado. «Sed siempre y en todo dignos de nuestros antepasados, y mantened la fe y los principios que ellos defendieron», afirmaba don Carlos en un autógrafo dirigido a la juventud carlista de Barcelona.

En una palabra, la fiesta de los Mártires de la Tradición –además de honrarles a ellos y de pedir por el eterno descanso de sus almas- trata de unir saltando por el arco del tiempo, a ellos con nosotros. A los que ofrecieron sus vidas por Dios, por la Patria y por el Rey legítimo con los que nos honramos de continuar su obra en las circunstancias que nos ha tocado vivir. Quedando así enlazados unos con otros en larga cadena no solo de nostalgias sino, sobre todo, de esperanzas.
«Vosotros –decía D.Carlos VII en su Testamento político- podéis salvar a la Patria, como la salvasteis, con el Rey a la cabeza de las hordas mahometanas y, huérfanos de Monarca, de las legiones napoleónicas. Antepasados de los voluntarios de Alpens y de Lácar eran los que vencieron en las Navas y en Bailén. Unos y otros llevaban la misma fe en el alma y el mismo grito de guerra en los labios»
Ellos dieron su vida ante todo por una afirmación del Reinado social y eterno de Jesucristo. Muchos murieron gritando ¡Viva Cristo Rey! como su última jaculatoria. Proclamación, rubricada con su propia sangre, de la realeza y soberanía de Jesucristo sobre los individuos, las familias y las naciones. Grito triunfal de la buena muerte. Fórmula fecunda de la paz cristiana que en la verdad ilumina, en la justicia repara y en la caridad edifica.

A nosotros corresponde hoy, siguiendo sus pasos, “asegurar la supremacía de ciertos valores morales que condicionan por voluntad de Dios el ejercicio de la soberanía, a los que todo sistema de participación debe subordinarse y a los que la autoridad social debe servir y tutelar por encima de las variables corrientes de opinión”. No caigamos en la trampa de los que llevan la etiqueta de “cristianos” y después, en su actuación política “no toman en realidad de la doctrina cristiana más que elementos parciales y coincidentes con el liberalismo agnóstico y apenas cuidan en la vida pública los valores cristianos más sustantivos” (Mons. Guerra Campos).

En este día, fiesta de nuestros Mártires, por su memoria sagrada, renovamos el juramento de serles fieles, de ser fieles a los principios que ellos defendieron, a los principios por los cuales murieron, ofreciendo su vida con la esperanza de que su sacrificio heroico germinara en el suelo español.

domingo, 3 de marzo de 2013

Cuaresma: las parábolas de la reprobación

MADRID SAN LORENZO DEL ESCORIAL MONASTERIO-BIBLIOTECA-COLECCION CODEX AUREUS-LIBRO DE LOS EVANGELIOS-PARABOLA DE LOS VIÑADORES HOMICIDAS O REBELDES-S XI-MANUSCRITO
Son varias las parábolas del Evangelio en la que se utiliza como elemento de comparación una viña.

Los obreros contratados por el viñador (Mt 20, 16)
Los dos hijos enviados a trabajar a la viña (Mt 21, 28-32)
Parábola de los viñadores homicidas (Mt 21, 33-46). Que se lee en el Evangelio de la Misa del viernes de la segunda semana de Cuaresma.

Las tres pertenecen a lo que se llaman parábolas históricas porque ilustran un episodio de la historia sagrada, y en los tres casos se recurre a la presentación del Reino de los cielos bajo la imagen de una viña. Pero reciben también el nombre de parábolas de la reprobación porque la imagen de la viña sirve para expresar la predilección de Dios por Israel y la mala correspondencia de este pueblo, la infidelidad de los judíos a su vocación y la elección por parte de Dios de un nuevo pueblo que será la Iglesia.

Dios hizo depositario de la promesa de salvación mesiánica al pueblo elegido mediante una Alianza, cuyos compromisos los judíos no cumplieron a lo largo de muchos siglos, a pesar de las continuas invitaciones que Dios les hizo a través de los profetas. La parte leal y noble de Israel rogó, sufrió y perseveró en medio de las circunstancias más difíciles. Y Dios cumplió todos sus compromisos: sensible, según su promesa, a las súplicas constantes de este pueblo, el Señor le envía el Mesías, conforme a la imagen trazada en sus menores detalles por las predicciones de los Profetas. San Mateo anota: «Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque ésta lo consideraba un profeta» (Mt 21, 45-46)

Pero los herederos de la promesa histórica le van a dar muerte de cruz: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (lJn 4, 9s). Lo ocurrido con el hijo del viñador determina el dramático final de la parábola; como la muerte de Jesús supone la reprobación de Israel como pueblo elegido de la que da fe la destrucción de Jerusalén el año 70: «Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de los cielos, y se dará a un pueblo que produzca sus frutos» (Mt 21, 43).

La interpretación histórica de la parábola de los viñadores no impide que nosotros hoy nos consideremos beneficiarios de la amorosa providencia del Señor para con su viña y sus viñadores. La paciencia de Dios con nosotros es muy de agradecer... Pero no debemos escudamos en ella para seguir sin dar fruto. Porque también hay muchos que se alejan de Jesucristo, renunciando así a la gracia de Dios.

1. Jesús, el camino, es abandonado por la muchedumbre de cristianos cobardes e indiferentes que no andan por la senda de sus mandamientos, y prefieren el espacioso y ancho camino cuyo término es la desdicha suprema...

2. Todos los espíritus vanos y orgullosos que rechazan la verdad infalible para correr en pos de mentiras e ilusiones...

3. Todos los amadores de deleites que rechazan a Jesús como vida eterna.  Muchos que se imaginan ir en pos de Jesús, le siguen únicamente desde muy lejos, y merecen apenas el nombre de discípulos.

Así, pues, Jesús está solo... Y lo está porque los hombres no quieren ni andar por su camino, ni abrazar su verdad, ni aceptar su vida... ¿Cuáles son los afectos que debe despertar en nuestros corazones la vista de este abandono?

1. Primero: afecto de temor de nosotros mismos.
Así, pues, entre cada cual en su corazón e interróguese, a fin de asegurarse de que no es del número de los que huyen de Jesús, o al menos de los que no andan en pos de Él sino de muy lejos.
¿Cumplimos siempre los preceptos, seguimos los consejos del Evangelio cuanto podemos, y sentimos su atractivo?
¿Creemos todas sus verdades, y sobre todo las aprobamos, las amamos?
Por último, ¿en qué lado estamos? Si Jesús nos llamara a su juicio, ¿podríamos pasar a su derecha con sus discípulos fieles?

2. Segundo: afecto de compasión de la muchedumbre de hombres ciegos e insensatos que vuelven la espalda a Jesús para seguir la senda que conduce inevitablemente a la desgracia.

3. Tercero: afecto de dolor, pensando que no conociendo muchos el tiempo de la visitación del Señor, llegará para ellos el día en que los enemigos los estrecharán por todas parles, porque no quisieron ampararse bajo las alas donde se les ofrecía un asilo seguro y tranquilo.

4. Por último: afecto de celo y compasión de Jesús abandonado. Debemos hacer votos a fin de que sea su nombre glorificado, y venga a los hombres su Reino

Que nuestra vida sea agradecimiento a Cristo por las gracias recibidas; petición fervorosa de corresponder debidamente; y compromiso serio de comportamiento que ofrezca al Señor lo que tiene derecho a esperar de nosotros.

Fuentes:
Salvador Muñoz Iglesias. Año Litúrgico, ciclo A, Domingo XXVII del Tiempo Ordinario.
Domingo de Septuagésima
Domingo infraoctava del Corpus