11,5 puntos son el diferencial existente entre las cifras de desempleo para el conjunto de España y para la región andaluza. Este y no otro es el resultado de comparar los números de la Encuesta de Población Activa correspondiente al trimestre que va de julio a septiembre de 2014. El paro ha aumentado en Andalucía en 18.800 personas durante ese trimestre de 2014 (creciendo un 1,34 % respecto al trimestre anterior). Con esto son ya 1.419.100 los parados que residen en el sur de España lo que, en términos de tasa de paro, la cifra escala hasta el 35,21 % frente al 23,67 % del conjunto de la Nación. Este y no otro es el hecho diferencial andaluz con el rostro y número de DNI de cada una de las personas que quieren trabajar y no pueden.
Cada vez que se publica este u otro dato similar (por ejemplo el dato mensual de paro registrado), urgen las valoraciones a beneficio de inventario de políticos, sindicatos y organizaciones empresariales. Pocos momentos como estos nos regalan los informativos para ver cómo de manera impúdica cada cual espiga el dato que respalda su discurso –ora como gobierno, ora como oposición, ora como sindicato, como empresario-. Datos espigados que se exhiben al tiempo que se ocultan los incómodos.
Y como muestra adicional de la sempiterna visión paternalista que tenemos en Andalucía y en buena parte del resto de España, cada vez que el paro sube (lo que ahora ha ocurrido en Andalucía pero no en media nacional), las miradas de vuelven hacia los gobiernos. En el trasunto está el supuesto asumido mayoritariamente de que corresponde a la Administración pública la creación de empleo y no a la sociedad civil –léase empresarios- que sigue sin enarbolar la bandera de la inversión y la creación de empleo.
En esta ocasión se ha pedido al gobierno de la Junta de Andalucía que se evalúen los planes autonómicos puestos en marcha contra el paro, la mayoría de ellos ligados a los Ayuntamientos. Unos planes que pueden manejar unos 900 millones de euros. Esto es, que se demanda algo tan razonable como evaluar el impacto en la empleabilidad de los beneficiarios de los programas pagados con dinero del contribuyente. Es algo que muchos economistas llevamos haciendo y reivindicando desde hace años sin gran éxito. Es posible que esto se deba a que buena parte de los programas de formación profesional, cuando se someten a evaluación rigurosa y anónima, no ofrecen unos resultados inequívocamente positivos. Reconocer esto sería tanto como poner en solfa todo un modus vivendi de sindicatos y organizaciones empresariales que ahora está en manos de los tribunales.
Corresponde a la Administración Pública el diseño de las reglas que favorezcan la creación de empleo pero no la creación directa del mismo más allá de lo que demande la cobertura de los servicios públicos y no las aspiraciones de colocación de los amigos de unos y otros.
Si seguimos atrapados en el paternalismo que nos hace mirar a la Autoridad cuando corresponde a la sociedad generar su propia prosperidad, estaremos como cuando en clase preguntamos a los universitarios andaluces en qué quieren trabajar en el futuro respondiendo la mayoría que “para la Junta de Andalucía”. Si continuamos equiparando la legítima ambición por un futuro mejor a comportamientos egoístas e insolidarios, estaremos perpetuando nuestro hecho diferencial por décadas enteras.
Hacer un inventario de las obras civiles que han quedado inacabadas en los tres niveles de la administración territorial y favorecer esquemas de cofinanciación, dar un papel central en facilitar el acceso al crédito de las PYMES a las dos sociedades de garantía recíproca existentes en Andalucía (Avalunion y Suraval), ayudar a evolucionar la estructura empresarial andaluza desde la microPYME a la PYME de mayor tamaño (si no es así, la reducida dimensión de las empresas las deja fuera de participar como empresas auxiliares en sectores tan importantes como el aeroespacial, la ingeniería civil o parte de la industria agroalimentaria); todas estas son propuestas que podrían ayudar a reducir el desempleo en Andalucía.
El fuerte desempleo andaluz no puede seguir esperando otro “boom inmobiliario” que lo elimine. En un mundo en el que países en expansión conviven con regiones azotadas por el paro, el empleo hay que buscarlo fuera. Las administraciones lo saben y deben ayudar a eso a pesar de que es impopular. Naturalmente que esto debe hacerse conjuntamente con el fomento de la creación de empleo, pero una y otra fórmula de encontrar trabajo exigen tiempo distintos. Muy distintos.
José Manuel Cansino |