¿Han intentado ustedes encontrar en personas o medios que tienen a gala ser “políticamente correctos” alguna alabanza a la labor arriesgada y altruista de los misioneros católicos en su cuidado de los enfermos del ébola, incluso tras la muerte del padre Pajares? Me refiero a las mismas personas y medios que siguen morbosamente los escándalos de pederastia cuando afectan a sacerdotes (no así si se trata de entrenadores deportivos, monitores a sueldo de las Administraciones o vendedores de zapatillas de marca, pongamos por caso). ¿A que no la han encontrado?
¿Han intentado ustedes encontrar en esos mismos medios manifiestos de “intelectuales y artistas”, con la firma de esas mismas personas aludidas en su caso, ante la matanza de cristianos y yazidíes en manos de los yihadistas del Estado islámico? Me refiero a los mismos medios y personas tan prestas a denunciar otros casos –de la lejana historia o de la actualidad-de violación de derechos humanos ¿A que no los han encontrado?
¿Han intentado ustedes encontrar algún escrito
desgarrador de grupos o entidades feministas sobre la utilización de esclavas
sexuales, según la “guerra santa del sexo
para la mujer”, predicada por un tal Muhammad Al-Arifi, o sobre el rapto de
las niñas nigerianas por parte de Boko Haram? Me refiero a los mismos
colectivos que no dudan en sacar sus tetas al sol ante el primer obispo con el
que se cruzan ¿A que no lo han encontrado?
Han intentado ustedes encontrar alguna protesta ante la
proliferación de banderas “preconstitucionales”
del régimen de la II República? Me refiero a los mismos articulistas que se
rasgan las vestiduras cada vez que ven un águila de San Juan; por cierto, más “preconstitucional” aquellas que esta,
toda vez que el escudo con el águila es el que figura en el texto original de
la Constitución del 78 depositado en el Congreso. ¿A que no la han encontrado?
Ya sabemos que los seres humanos nos podemos dejar llevar
por nuestra subjetividad o por nuestros intereses, a veces, ambos sin límites
racionales; lejos queda el perspectivismo
orteguiano, según el cual un punto de vista –si existe el diálogo y la
convivencia democrática- puede ser complementario de otro…
Ya sabemos que los seres humanos podemos ser injustos y
tozudos, y nos cuesta trabajo admitir
las razones de nuestros oponentes y sus aciertos…
Ya sabemos que los seres humanos podemos ser débiles ante
la fuerza de los grupos de presión…
Ya sabemos que los seres humanos podemos ser cobardes y
doblegarnos al “qué dirán”, al “respeto ajeno”, cuando nuestros
pensamientos más íntimos van contra corriente…
Pero, con estos y otros muchos ejemplos, he llegado a la
conclusión de que lo que más nos distingue a los seres humanos es una estúpida
y espantosa hipocresía.
Manuel Parra Celaya |