El 24 de mayo del año 2009, aprovechando que al jefe de
la Redacción del IMPLACABLE lo metían en el quirófano para extirparle algo de
intestino que estaba tan dañado como la dignidad de España, se celebró un
vergonzoso festival, un akelarre indigno, hasta con banda militar y todo
tocando marchetas y fanfarrias. Se celebraba, nada menos, que la infamia del
cierre de uno de los mejores museos militares de Cataluña, de España y del
mundo, caso que sólo se puede dar en la España llamada, nadie sabe por qué,
“democrática”, la del “modelo 1978”. Se puede decir que gracias al JEMAD, JEME,Capitán
General y demás prín-príncipes de la milicia (¿milicianos?), el Ejército no
sólo hizo de puta sino que puso la cama.
La desaparición del Museo Militar de Montjuich era la de una muerte anunciada. En Barcelona sabíamos lo que pasaba y lo que iba a pasar, lo gritábamos inútilmente para que en Madrid se dieran cuenta de lo que iba a ocurrir, no sólo a los ministerios civiles y militares que tuvieran que ver con los museos, sino a “Mandos” y a nuestros propios compañeros que dirigían revistas o publicaciones militares. Sólo MILITARES (de AME), revista no oficial ni subvencionada de veteranos, tomó el tema del museo como propio, pero, salvo raras excepciones (comentarios en “Tierra, Mar y Aire”), sólo unas pocas docenas de patriotas, militares y paisanos, nos “mojamos” pidiendo que se paralizara esta condena que, al parecer, en “Madrid” importaba muy poco. No podemos olvidar a una marginada asociación de “Amigos del Castillo de Montjuich”, que se opuso a esta decisión de cierre, incluso con la dignidad de no asistir al festival de entrega del Museo a sus enemigos, organización a la que los catalanistas hacían tanto caso como nosotros a las quejas de indios mescaleros. Lógicamente EL PAIS, LA VANGUARDIA, EL PERIODICO y otra prensa del auténtico carril alabaron la decisión sin una queja ni una crítica. Nada. Incluso el reptante ABC da la noticia así: “Barcelona recupera (sic) el Castillo de Montjuic pero sacrifica su Museo Militar”. Y en el vergonzoso texto nos recuerda el fusilamiento de Companys, pero no los centenares de patriotas asesinados en sus fosos bajo la mirada bovina de aquel triste Presidente de la Generalidad.
La desaparición del Museo Militar de Montjuich era la de una muerte anunciada. En Barcelona sabíamos lo que pasaba y lo que iba a pasar, lo gritábamos inútilmente para que en Madrid se dieran cuenta de lo que iba a ocurrir, no sólo a los ministerios civiles y militares que tuvieran que ver con los museos, sino a “Mandos” y a nuestros propios compañeros que dirigían revistas o publicaciones militares. Sólo MILITARES (de AME), revista no oficial ni subvencionada de veteranos, tomó el tema del museo como propio, pero, salvo raras excepciones (comentarios en “Tierra, Mar y Aire”), sólo unas pocas docenas de patriotas, militares y paisanos, nos “mojamos” pidiendo que se paralizara esta condena que, al parecer, en “Madrid” importaba muy poco. No podemos olvidar a una marginada asociación de “Amigos del Castillo de Montjuich”, que se opuso a esta decisión de cierre, incluso con la dignidad de no asistir al festival de entrega del Museo a sus enemigos, organización a la que los catalanistas hacían tanto caso como nosotros a las quejas de indios mescaleros. Lógicamente EL PAIS, LA VANGUARDIA, EL PERIODICO y otra prensa del auténtico carril alabaron la decisión sin una queja ni una crítica. Nada. Incluso el reptante ABC da la noticia así: “Barcelona recupera (sic) el Castillo de Montjuic pero sacrifica su Museo Militar”. Y en el vergonzoso texto nos recuerda el fusilamiento de Companys, pero no los centenares de patriotas asesinados en sus fosos bajo la mirada bovina de aquel triste Presidente de la Generalidad.
Decir que a todo el mundo le importaba poco no es exacto,
porque poco es algo, en realidad no les importaba nada. La Dirección de Cultura
Militar pasaba de largo, miraba para otro lado, considerando quizá que era algo
local y sin mayor importancia a nivel nacional.
Es este un tema del que ya hemos hablado largamente, así
que ahorramos detalles e historias ya conocidas, sólo vamos a rendir un
merecido homenaje al penúltimo Director del Museo, el coronel Montesino
Espartero que consiguió, pocos años antes de que éste museo fuera asesinado,
uno de los mejores centros culturales de Cataluña, de los más visitados,
creando la “Cátedra General Prim” por donde pasaron intelectuales militares y
civiles dando conferencias que ya sólo están en el recuerdo, mejorando las
salas o restaurando la estatua de Franco. Cuando fue sustituido por decisión
propia, al dimitir de un cargo en total desacuerdo con las órdenes que venían
de la Superioridad, el sucesor o sucesores se lanzaron a los pies de los
catalanistas, pacifistas, antimilitaristas y demás categorías de estupidez y
malicia, para poder entregar inerme aquella joya. Esperemos que en sus Hojas de
Servicio figure en lugar de honor tal mérito.
Hoy al castillo de Montjuich es un caserón vacío, de
tarde en tarde nos sorprende con alguna exposición itinerante y sectaria, como
una breve exposición de fotos sobre la “fosas franquistas”… en Burgos… Ni la
Dirección del Castillo, que indudablemente tiene poco trabajo ni la presunta
Area de Cultura de la Generalidad tienen ningún proyecto sobre este noble monumento.
Todas las excusas que dieron sobre montar un Museo de la Paz, en el que
involucraban a Defensa (“El desmantelamiento del museo se considera un paso
necesario para adecuar parte de la fortaleza como sede del Centro Internacional
por la Paz, donde profesionales civiles y militares llevarán a cabo estudios”),
al igual que otras falacias quedaron en agua de borrajas. La mentira como arma
política es el primer mandamiento del sistema.
Esta era una de las salas del Museo asesinado |
Un milagro salvó a la excelente Biblioteca, cuyos libros, que al parecer molestaban al sucesor del coronel Montesino, fueron enviados al cuartel del Bruch, de forma que al cerrarse el museo ya estaban a salvo de los inquisidores incendiarios “kulturales” y antimilitaristas. A lo mejor los hubieran vendido al peso…
Han pasado cinco años y tres meses, nadie recuerda ya
aquel inaudito fin de un museo, pero nosotros sí, y lanzamos a la cara de los
culpables, por acción u omisión, la vergüenza de una acción indigna contra el
Ejército, contra España y contra la propia cultura.