Murillo: San Fernando |
Decisivo para ello fue que, cuatro años antes, había vuelto a manos cristianas, tras meses de asedio, la ciudad de Córdoba, la antigua capital de la Bética romana y visigoda, después de algo más de cinco siglos en poder musulmán. Se fundó así, en 1236, el Reino de Córdoba, dentro de la Corona de Castilla (cuyas fronteras son aproximadamente las de la actual provincia), a cuyo frente como representante del rey quedó Alvar Pérez de Castro, impulsándose la Reconquista desde entonces y durante el lustro siguiente, en lo que hoy es nuestra provincia, de forma rápida y definitiva.
Este caballero castellano (cuya esposa vizcaína Mencía López
de Haro daría nombre al municipio de Doña Mencía) desempeñó un importante papel
militar y socio-económico en la consolidación del territorio cordobés, ya
castellano o en vías de serlo, fortaleciendo la frontera y repoblando campos y
ciudades (una vez expulsada la mayor parte de la población musulmana andalusí)
con gentes llegadas “de todas partes de Espanna” (según la Crónica General de
Alfonso X el Sabio), provenientes mayoritariamente de León, Burgos, Asturias,
Galicia, Toledo y Navarra.
Tras su muerte, acaecida en 1239 ó 1240 según las fuentes,
el rey Fernando III volvió a tierras cordobesas para reorganizar la situación,
dando un nuevo impulso territorial al Reino de Córdoba al hacerse,
concretamente en el año 1240, con varias poblaciones del sur como Baena, Cabra,
Lucena, Aguilar, etc. Concretamente, como ya hemos dicho, Cabra (la antigua
Égabro romana y visigoda) lo hizo tal día como hoy.
En paralelo a la historia, y a veces de forma yuxtapuesta,
existen diversas leyendas al respecto, entreveradas de historia y mito. Así,
siempre se ha transmitido en Cabra de forma oral que un pastor condujo a
Fernando III hasta el Picacho egabrense, donde se encontraba oculta una imagen
de la Virgen María, escondida por los últimos cristianos egabrenses previos a
la Reconquista (mozárabes), probablemente en los siglos XI o principios del
XII, época en que tuvieron lugar las últimas campañas de islamización forzosa
por parte de almorávides y almohades (es decir, de los antepasados integristas
del actual yihadismo). Desde entonces, una vez redescubierta la imagen de la
Virgen (cuyo culto está atestiguado en Cabra desde por lo menos el siglo VII),
el rey santo castellano Fernando III, la Virgen de la Sierra y nuestra
identidad y raíces como pueblo, van muy de la mano. Debemos recordarlo,
conmemorarlo y reivindicarlo.
Manuel Chacón Rodríguez |