«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

sábado, 7 de febrero de 2015

Domingo de Sexagésima: 8-febrero-2015

Rito Romano Tradicional

Notas Litúrgicas 

Se llaman domingos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima el séptimo, sexto y quinto domingo antes del de Pasión.

La Iglesia, desde el domingo de septuagésima hasta el Sábado Santo, omite en los divinos oficios el Aleluya, que es voz de alegría, y usa ornamentos morados, que es color de tristeza, para alejar con estas señales de tristeza a los fieles de las vanas alegrías del mundo e inculcarles el espíritu de penitencia.

En los divinos oficios de la semana de septuagésima, la Iglesia nos representa la caída de nuestros primeros padres y su justo castigo; en los de sexagésima, el diluvio universal, enviada por Dios para castigo de los pecadores, y en los tres primeros días de la semana de quincuagésima, la vocación de Abraham y el premio dado por Dios a su obediencia y a su fe.

(Del Catecismo Mayor de San Pío X).

Evangelio


Lc 8, 4-15: En aquel tiempo se reunía mucha gente en torno a Jesús y al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y al crecer se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y al crecer dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga.
Entonces le preguntaron sus discípulos: ¿Qué significa esta parábola? Y Él les respondió: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la Palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la Palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por el momento creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre las zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y bueno escuchan la Palabra, la guardan y perseveran hasta dar fruto.

Reflexión


I. El significado de la parábola del sembrador fue explicado por el mismo Jesucristo a sus discípulos

- La semilla es la Palabra de Dios. Así como la semilla contiene un germen que se desarrolla y produce la planta que, a su vez, da fruto; la palabra de Dios hace que en nuestras almas nazcan las virtudes y den fruto de buenas obras.
- El sembrador es el mismo Jesucristo. Son sus Apóstoles y sus sucesores, los obispos y sacerdotes a quienes dijo: Enseñad a todas las gentes, predicad el Evangelio.

II. La parábola pone el acento en quienes oyen la Palabra de Dios pero no produce el fruto debido porque no encuentra una acogida con las debidas disposiciones.

Pero también podemos preguntarnos por la “calidad” de la semilla que se nos ofrece y que en muchas ocasiones, ni es la Palabra de Dios ni el sembrador es Jesucristo. Por eso no da fruto.

No sólo porque circulan con ligereza opiniones dispares sino porque, según estiman muchos, falla la orientación de no pocos pastores. En el seno de numerosos grupos, desde publicaciones y cátedras y a veces desde la misma enseñanza sacerdotal se vierten, como doctrina de la Iglesia, ideas contrarias a la misma y, al parecer, sin una desautorización eficaz.

La pregunta es ¿Hay criterios, avalados por la jerarquía de la Iglesia, para orientarse en medio de la confusión, incluso cuando la confusión parece afectar a algunos pastores?

Como no se trata de que cada uno actúe a su antojo, con libre examen, el criterio será referir cualquier afirmación que se haga a una serie de puntos fijos que son las verdades de fe y los principios morales, propuestos y declarados por el magisterio supremo de la Iglesia: el Papa y el episcopado universal. Es importante recordar que estos puntos vinculan a los mismos pastores.

Si hay quien siembra el desconcierto, debemos defender nuestra fe y para ello es fundamental conocer los documentos que sirven de fundamento a esa fe:

- No hay por qué aceptar nada que sea disconforme con lo enseñado en ellos.
- Si alguien dice cosas que parezcan diferentes, es posible que no hayamos entendido bien pero el que las dice está obligado e conciencia a mostrar su conformidad con la tradición de la Iglesia.
- Si alguno en nombre del catecismo “de ahora” se atreve a proponer lo contrario a las verdades de fe y moral contenidas en el catecismo de antes, por mucho que apele al Concilio, se le debe resistir en nombre del Concilio y de la verdadera autoridad de la Iglesia.

III. Escuchemos la palabra de Dios:

– Con deseo de aprovechar
– Reflexionar sobre lo que hemos oído
– Apartar de nuestra vida todo aquello que nos separa de Dios.

Así sacaremos mucho fruto de la palabra de Dios y el Señor nos dará la gloria eterna cuando a la hora de la muerte nos presentemos ante su Tribunal para ser examinados.