Rito Romano Tradicional
Notas Litúrgicas
En este tiempo, aun más que en otro cualquiera, se ven tantos desórdenes en algunos cristianos por la malignidad del demonio, que queriendo contrariar los designios de la Iglesia, hace los mayores esfuerzos para inducir a los cristianos a que vivan según los dictámenes del mundo y de la carne.Para conformarnos con los designios de la Iglesia en tiempo de Carnaval hemos de apartarnos de los espectáculos y diversiones peligrosas y atender con mayor cuidado a la oración y mortificación, haciendo alguna visita extraordinaria al Santísimo Sacramento, mayormente cuando está expuesto a la pública adoración; y esto para reparar tantos desórdenes con que Dios, en este tiempo es ofendido..
(Del Catecismo Mayor de San Pío X).
Evangelio
Lc 18, 31-42: En aquel tiempo, Jesús llevó aparte a los doce y les dijo: "Mirad, vamos a Jerusalén y se va a cumplir todo lo que escribieron los profetas sobre el hijo del hombre. Lo entregarán a los paganos, se burlarán de él, lo insultarán, lo escupirán y, después de azotarlo, lo matarán; pero al tercer día resucirará". Ellos no entendieron nada de todo esto, pues eran palabras oscuras para ellos y no entendían su significado.
Cuando se acercaba a Jericó, había un ciego sentado al lado del camino pidiendo limosna. Al oír pasar a la gente, preguntó qué era aquello. Y le dijeron: "Es que pasa Jesús de Nazaret". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban delante lo reprendieron para que callase, pero él gritaba con más fuerza: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando se acercó, le preguntó: "¿Qué quieres que te haga?". Y él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "¡Ve! Tu fe te ha salvado". Y al instante recobró la vista y lo siguió dando gracias a Dios. Todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios..
Reflexión
Tras el anuncio de la Pasión, el Evangelio de este Domingo nos relata el paso de Jesús por la ciudad de Jericó y la curación de un ciego, que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna.Aquel hombre vivía en la oscuridad pero siente unas ansias de luz, de curación, que pueden más que los obstáculos: aunque muchos le reprendían para que callase, él no les hace el menor caso y gritaba mucho más. Finalmente, Jesús le dice: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante vió y le seguía.
El ciego del Evangelio es para nosotros un modelo de fe. Para creer sin titubear, para permanecer fieles a Dios en las adversidades o en las luchas, se precisa una fe sólida y robusta.
La Sagrada Escritura nos habla de una fe muerta, que no salva, que se manifiesta en acciones llevadas a cabo a espaldas de la fe, en una falta de coherencia entre lo que se cree y se vive.
Nosotros, por el contrario necesitamos una fe firme que nos lleve a alcanzar metas que están por encima de nuestras fuerzas y que allane y supere los obstáculos por eso necesitamos pedir como hicieron los apóstoles: Señor, auméntanos la fe.
Pensemos, por último que en todas las circunstancias de nuestra vida, solamente con la luz de la fe es posible: reconocer siempre y en todo lugar a Dios, buscar su voluntad en todos los acontecimientos y juzgar sobre el verdadero valor de las realidades temporales en orden al último fin sobrenatural del hombre. A la luz de la fe, como dirá San Pablo: “omnia in bonum - Todo es para bien” (Rm 8, 28), expresión de genuina esperanza cristiana.