"Discípulos de Emaús": Abraham-Bloemaert |
Conocían estos hombres la promesa de Cristo acerca de su Resurrección al tercer día. Habían oído por la mañana el mensaje de las mujeres que han visto el sepulcro vacío y a los ángeles. Habían tenido suficiente claridad para alimentar su fe y su esperanza; sin embargo, hablan de Cristo como de algo pasado, como de una ocasión perdida. Son la imagen viva del desaliento. Su inteligencia está a oscuras y su corazón embotado. Jesucristo, que ha de constituir a los Apóstoles en testigos de su Resurrección, los saca de la incredulidad mediante sus apariciones Cristo se aparecía para sembrar las semillas de la fe (Sto.Tomás de Aquino).
2.- La primitiva fe cristiana en la resurrección corporal de Jesucristo es es un hecho incontestable que exige una explicación adecuada ¿Cómo llegaron los Apóstoles, San Pablo y los primeros cristianos a tener una fe tan profunda en la resurrección de Jesús? ¿Cómo pudieron fundar en esta fe toda su esperanza y llegar a dar la vida por confesar su fe en el Resucitado?
Los primitivos relatos cristianos presentan como fundamento de la fe en la resurrección de Jesús estos dos hechos:
2.a) En la mañana del domingo de Pascua se encontró el sepulcro de Cristo vacío. En la 1ª Lectura, San Pedro atestigua este hecho cuando aplica al Señor el salmo 15, 8-11, según el cual la carne del Señor no debía experimentar la corrupción (Hch 2, 31).
2.b) Pero el sepulcro vacío no fue la única razón, de hecho al comprobar que la tumba estaba vacía, se llenaron de consternación y perplejidad. Que Jesús había resucitado a una nueva vida con un cuerpo glorioso fue un hecho inmediatamente comprobado porque Cristo se mostró corporalmente resucitado en muchas apariciones.
En todos los relatos aparece claro que los Apóstoles piensan primero en otra cosa y sólo se convencen paulatinamente tras la solución de sus dudas por medio de la visión corporal del Señor. María Magdalena le confunde con el hortelano, Santo Tomás exige pruebas, los discípulos de Emaús no le reconocieron… En sus apariciones, Jesucristo causa la fe: Al bendecir el pan y partirlo “se les abrieron los ojos y le reconocieron”. Con ese fin se les apareció: para encender en sus entendimientos la fe en la Resurrección. Cuando se han convertido en testigos de ella, Cleofás y su compañero vuelven a Jerusalén a contar lo que les había ocurrido en el camino y como reconocieron a Jesús en la fracción del pan .
3. Dos enseñanzas útiles nos presenta el Evangelio que comentamos.
3.a) No se puede afirmar con certeza que en esa fracción del pan Jesucristo celebrara la Eucaristía, pero sí puede verse con toda claridad en la narración evangélica de este hecho una figura de este sacramento. Para fortalecer y aumentar nuestra fe tenemos el Sacramento de la Eucaristía que nos da la vida sobrenatural que se fundamenta en la fe. Por la Eucaristía no solamente creemos sino que participamos del Misterio de la fe (mysterium fidei).
“Sensible Santo Tomás de Aquino como buen teólogo a las catequesis ʺmistagógicasʺ, tan queridas en los antiguos Padres, que profundizan en el contenido de los misterios, a través de la observaciones de los gestos, análisis de las palabras, y evaluación de las fórmulas litúrgicas, por lo que pasan de lo sensible a lo inteligible, del signo a lo significado. En esta tesitura el Maestro de Aquino echa mano del principio elemental de que lo que significa el alimento corporal para el sustento del cuerpo lo significa la gracia del sacramento de la Eucaristía, para el sostenimiento de la vida espiritual. Este aspecto le permite ofrecer una apretada síntesis del fruto espiritual que reporta la Eucaristía, sacramento y sacrificio, para el mantenimiento y desarrollo de la vida espiritual, como elemento de reparación en caso de necesidad, y santa complacencia de la vida de comunión con Dios” (L.Galmés, E-aquinas, julio-2005).3.b) Los discípulos de Emaús manifiestan un corazón caritativo y generoso para con el caminante desconocido que les acompaña. Le invitan a permanecer con ellos porque atardece: “Pero no podía ser extraños a la caridad estos que marchaban con la caridad, así que lo invitan a su hospedería.” (San Gregorio in evang. hom. 22). Es precisamente ese acto de caridad el que conmueve al Corazón de Cristo. Por eso, los discípulos ven desaparecer las vendas de sus ojos y son introducidos en la intimidad con Jesús
Trabajemos para que sean tales nuestros sentimientos, y conformes a ellos nuestras obras. Hagamos nuestra la petición de los discípulos: “Mane nobiscum Domine quoniam advesperacit”, Quédate con nosotros, Señor, porque especialmente en esta hora del mundo, el día va de caída.
Publicado en Tradición Digital