En el Primer Mandamiento de la Ley de Dios: Amarás a Dios sobre todas las cosas, se nos ordena que le reconozcamos, adoremos, amemos y sirvamos a Él sólo, como a nuestro supremo Señor. El amor que debemos a Dios podemos sintetizarlo en el amor al Sagrado Corazón de Jesús.
«Mira el corazón que tanto ha amado a los hombres».
«Este es el fin principal de esta devoción: convertir las almas a su amor» (Sta.Margarita)
1. ¿SERÁ POSIBLE QUE DIOS PIDA NUESTRO AMOR?
En cuanto Dios no necesita de nosotros: es infinitamente feliz en la gloria de la Trinidad. Busca nuestro amor porque busca nuestra salvación: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mt 22,37). Cumpliendo el precepto del amor llegaremos a la vida eterna.
2. ¿POR QUÉ HEMOS DE AMAR AL CORAZÓN DE JESÚS?
2.a. Porque lo merece: es el Corazón del Verbo Encarnado, al cual, como Dios, se debe todo amor y adoración. Es el Corazón del Redentor que se ofreció al Padre por la salvación del mundo.
2.b. Porque nos amó primero
- Nos ha amado como Dios. Desde la eternidad.
- Nos ha amado también como Hombre: «Nadie amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15, 13).
- Jesús no ha amado solamente a la humanidad en genera sino a cada uno de nosotros en particular. Como dice San Pablo: «Me amó y se entregó por mí» (Gal 2, 20).
«Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 20). Nos ha dado toda clase de bienes y continúa aplicándonos por amor los frutos de su Pasión y de su Cruz.
3. PRÁCTICA DEL AMOR A JESÚS
Mostrar nuestro amor al Corazón de Jesús:
3.a. Con sentimientos (práctica del amor afectivo): Contemplando sus perfecciones y gozándonos de su gloria. Ansiando vivir sólo para Jesús y aprovechando todos los medios que nos permitan unirnos más a Él.
3.b. Con obras (práctica del amor efectivo).
- Evitar cuanto desagrada al Corazón de Jesús: el pecado y no resistirse a las gracias con las cuales nos llama a una vida mejor y más santa.
- Hacer cuanto agrada al Corazón de Jesús. Guardar sus preceptos, seguir sus inspiraciones y consejos, obrar con la intención de glorificarle.
- Prácticas particulares: la Comunión de los Nueve Primeros Viernes y la Consagración: acto plenamente consciente por el que, con el don total de nosotros mismos, damos al Corazón de Jesús absoluta posesión de nuestro ser y nuestra vida, para que disponga libremente de nosotros; y nos comprometemos por nuestra parte a vivir conforme a su voluntad y a buscar su gloria.
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«Venid a mí». «Quien tenga sed, venga a Mí y beba» (Jn 7, 37). ¡Venga a nosotros, dulcísimo Corazón, tu reino y cesen nuestros temores! ¡Brille el sol de tu caridad, que a todos nos haga hermanos bajo la mirada de nuestro Padre Dios!