En un artículo del periodista Ernesto Villar, publicado el pasado domingo 25 de enero por el diario "La Razón" se alude, además de al testimonio de los conocieron aquellos sucesos y a la labor de otros historiadores como el sacerdote toledano D.Jorge López Teulón, se alude a nuestra propia investigación acerca de los asesinatos masivos cometidos en la mina "Las Cabezuelas", del término municipal de Camuñas (Toledo) a la que fueron arrojadas centenares de víctimas de toda condición: sacerdotes, mujeres, seglares... víctimas de la persecución religiosa y del terror desencadenado en zona roja.
El texto completo puede verse en la edición en papel del citado periódico
La página oficial acerca de las beatificaciones en las diócesis de Albacete, Ávila, Ciudad Real, Cuenca, Sigüenza y Toledo, informa:
Según el sacerdote y prestigioso historiador Ángel David Martín Rubio, en varias
obras y artículos publicados:
“Tras una ligera tregua el terror se recrudece
desde mediados de agosto de 1936. Al tomar posesión de su cargo el
nuevo gobernador civil, José Serrano Romero, anunció que en lo sucesivo los
presos solo podrían ser sacados de las cárceles por sentencia de los
Tribunales o para ser puestos en libertad y empezó a funcionar un Tribunal
especial, pero pronto se vio la nula eficacia de tales disposiciones. Ahora
se llevaba a las víctimas al cementerio de Carrión de Calatrava a once
kilómetros de la capital donde,
según la “Causa General” fueron arrojados a un pozo los cadáveres de unas
ochocientas personas de diversos lugares que eran llevados allí para su
ejecución.
[En Alcázar de San Juan] El 17 de septiembre, con el pretexto de que un bombardeo nacional
había incendiado los depósitos de CAMPSA, se sacó de la cárcel y de sus
domicilios a un centenar de personas. Se les llevó por la carretera de Herencia
hasta una mina situada en término de Camuñas y donde había un pozo de más de
cincuenta metros en el que eran arrojados los asesinados de los pueblos
limítrofes de Ciudad Real y Toledo."En el término municipal de Camuñas existe una mina abandonada y a la
misma han sido arrojados bastantes cadáveres, no sólo
de los pueblos colindantes sino -según rumor público- hasta de Madrid. Dicha
mina está situada a un kilómetro de la margen derecha de la carretera de Madrid
a Cádiz" (Puede leerse en legajo 1048 de la “Causa General”).En Herencia ocurrió que la marcha de la guardia civil determinó que el pueblo quedara en poder de los frentepopulistas y el inicio de las detenciones. El 22 de julio
se comete el primer crimen. Cinco mercedarios fueron sacados de la población
y dejados a su arbitrio: Encontrarían la muerte en Madrid, Camuñas y Daimiel
según el procedimiento que se sigue con los religiosos en la Mancha. Los
presos se hacinaban en el convento donde se constituyó el 1 de agosto un
comité. A partir del 6 de agosto muchos de ellos eran asesinados y arrojados
al pozo citado de “Las Cabezuelas” (Camuñas).En su obra Guerra Civil y Represión: El combate
por la Memoria don Ángel David Martín Rubio escribe:“Algo semejante cabría
decir de tantos de los que fueron sacados de las
checas y cárceles que abundaban
en la retaguardia revolucionaria: aparte de
los casos más conocidos de Madrid y
Barcelona, en varios lugares de La
Mancha se conservan pozos atestados con los
cadáveres que dejaban a su paso
los defensores de la República y que hasta ahora
no han sido exhumados. Pero
las fosas de la memoria son para ellos sólo un
pretexto: la reiterada
parcialidad con que se asume una cuestión tan largamente
debatida excusa de
más demostración acerca de su verdadera intención. Uno de los
casos más
dramáticos es el del pozo de la mina situada en término de Camuñas
donde los
revolucionarios arrojaban a las víctimas de los pueblos limítrofes de
Ciudad
Real y Toledo”.