La ciudad de Cáceres, hoy Patrimonio de la Humanidad, sufrió los efectos destructores de la Aviación marxista. Así quedó el Palacio de Mayoralgo, situado junto a la entonces Parroquia de Santa María en el centro de la ciudad
En esta imagen pueden observarse los arcos de la Plaza Mayor protegidos por sacos terreros para evitar los daños de la aviación
El ilustre ensayista y pensador argentino D.Mario Capponetto, ha difundido el siguiente comentario:
¿Tendrá en cuenta esta historia Su Señoría D Baltasar Garzón?
La prestigiosa revista española, Altar Mayor, órgano de la Hermandad del Valle de los Caídos, en su número 122, de junio de 2008, trae un interesante artículo titulado El bombardeo de Cáceres y la aviación en Extremadura durante el primer año de guerra (1936-1937), cuyo autor es el historiador, Profesor de Historia en la Universidad de San Pablo, Madrid, D Ángel David Martín Rubio.
Transcribimos algunos fragmentos de esta interesante nota. Remitimos a su texto completo que puede hallarse en el sitio: http://www.hermandaddelvalle.org/categories.
¿El Señor “juez” Garzón se hará cargo de investigar estos hechos?
El bombardeo de Cáceres y la aviación en Extremadura durante el primer año de guerra (1936-1937)
El bando republicano fue el primero en bombardear ciudades, de forma que antes de finalizar el mes de julio de 1936 ya habían sufrido estas agresiones Zaragoza, Córdoba, Sevilla y otras, según se reconoce en sus propios partes oficiales de guerra. Ahora bien, mientras que el Gobierno republicano inició una activa campaña propagandística internacional frente a los bombardeos nacionales, que llegó incluso al Vaticano, la propaganda nacional, mucho menos preocupada por estas materias, sólo acertó a responder tardíamente con unos folletos que registran menos bombardeos y muertos que los que hubo realmente.
III. El Bombardeo de Cáceres
La Ofensiva Nacional sobre Vizcaya (del 31 de marzo al 29 de junio de 1937) supuso un duro revés para el Gobierno republicano pues suponía la incorporación a la España de Franco de las zonas más importantes en recursos minerales e industria estratégica. La única manera de evitar este desastre era crear ataques de diversión y quebrantadores contra otros frentes. Tal era una de las razones principales de la primera gran ofensiva de la República, en Brunete (del 5 al 25 de julio de 1937).
“En las carpinterías de Cáceres se terminó la madera para hacer ataúdes. Se autorizó a llevar, sin muchos trámites, a los muertos a enterrar a los pueblos de los que procedían... Treinta y tres personas fueron enterradas en el Cementerio de Cáceres, aparte de miembros amputados de algunas otras... y se decretó el silencio oficial por razones de guerra” (Testimonio de Fernando García Morales, consultado el 12 de julio de 2007).
“La aviación enemiga, siguiendo su criminal costumbre de bombardear poblaciones indefensas de la retaguardia, sin finalidad militar alguna, ha bombardeado hoy la capital de Cáceres con cinco aviones causando muertos y heridos en la población civil, la mayor parte mujeres y niños. Este criminal proceder obliga a llevar a cabo las naturales y prontas represalias que ya hemos tenido que ejercer en otras ocasiones iguales”.
El Parte Oficial republicano únicamente afirmaba, con evidente escarnio de la verdad, que se habían bombardeado «diversos objetivos militares en las cercanías de Cáceres»
El resultado fueron 31 muertos y 64 heridos, cuatro de los cuales murieron después elevando a 35 el número de víctimas del bombardeo. De éstos 12 eran hombres y 23, mujeres. La víctima más joven era una niña de 4 años y la de más edad un anciano de 87. 14 de ellos pueden considerarse de edad madura, 15 eran menores de 25 años y 6 mayores de 60.
Sospechándose que esta acción formaba parte de un plan previamente trazado por el Gobierno republicano, sospecha que se iba a reforzar al descubrirse en las Navidades de 1937 el proyecto de infiltración en la propia retaguardia cacereña llevado a cabo por Máximo Calvo, las autoridades nacionales reforzaron las defensas antiaéreas en las poblaciones extremeñas más importantes: se crearon refugios, se construyeron trincheras, se implantaron servicios de vigilancia y escuchas, instalándose sirenas que anunciaban de la presencia de aviones. Todo ello ocurría sobre todo a partir del otoño de 1937, afortunadamente los bombardeos republicanos en la retaguardia extremeña descendieron notablemente hasta que tuvo lugar la ofensiva del verano de 1938 en La Serena.