«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

domingo, 24 de marzo de 2013

"¿Profecía de calamidades o crónica de la realidad?" por Historicus


La promoción como Obispo de Roma del hasta entonces cardenal Bergoglio ha provocado una previsible pero no por ello menos curiosa reordenación en el sentir de los periodistas que se dedican a la información religiosa desde una perspectiva que pudiéramos definir de más estrictamente confesional.

Los más, se han limitado a aplicarle las entusiastas calificaciones que destinaban a sus predecesores. Para ellos estamos en el mejor de los mundos posibles y el futuro se presenta halagüeño. Por otro lado, es de suponer que encontrarán abundante materia de comentarios y noticias en la agenda del Pontífice que se presume será apretada.

Los medios instalados en el modernismo más rancio se han sumado también al coro de los elogios pontificios. Sean bienvenidos a un género que no habían cultivado mucho en los últimos años pero que prometen desarrollar magistralmente como es propio de profesionales de la propaganda y la manipulación.

Y ya empezamos a situarnos en el terreno de la broma cuando comprobamos el apresurado reciclaje de algunos de los, hasta ahora, detractores de quien fuera Arzobispo de Buenos Aires… Un obispo español dijo que había cambiado su opinión acerca de Juan Pablo II durante uno de sus encuentros con jóvenes, otros parecen haberse convertido en entusiastas de Francisco sin necesidad de ninguna ulterior comprobación, únicamente al toque de la aceptación del cargo y del acceso al poder. Al fin y al cabo, una conversión a tiempo puede servir para alcanzar perdón por los descarríos del pasado, olvidando las añejas requisitorias. Nos tememos eso sí, que el exceso de celo en purificar antiguos errores, degenere en los ditirambos más demenciales.

Esperpentos aparte, es muy de agradecer que algunos escasos pero selectos medios se hayan mantenido en una postura de expectativa crítica ante la trayectoria biográfica de Berboglio y ante los apresurados gestos que vienen marcando sus primeros pasos en el Pontificado romano. Lejos de interpretarse como una serena asunción de responsabilidades, las iniciativas de Francisco siembran el desconcierto y provocan la indignación en analistas y en cristianos de a pie que no dejan de utilizar como medio de expresión los pocos lugares que se encuentran a su alcance.

Da la impresión de que las voces críticas han llegado a alcanzar una extensión y dimensión que algunos estiman preocupantes. Hasta el punto que uno de los más caracterizados representantes de la corriente centrista ha cerrado a los comentarios de los lectores todas sus entradas que hagan referencia al neopontífice. Desde aquí no podemos menos que saludar jocosamente el apresurado intento de lavar la cara del papa Francisco por parte de un medio, alguno de cuyos colaboradores distinguen a Tradición Digital con la acusación de sostener “campañas nefastas”.

En realidad, poca cosa puede haber más nefasta que ocultar la realidad y agostar la reacción de quienes, además de haber conservado la fe, no han perdido la razón. Es decir, la capacidad de observar a su alrededor y de hacer juicios que sirvan de fundamento a una actuación coherente y adecuada a la situación actual.

Y es que, viendo el cotidiano rostro de la actualidad, difícilmente se podrá calificar a quienes así actuamos de “profetas de calamidades”. En realidad, somos los cronistas de una actualidad en la que la calamidad se encuentra instalada a diario

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad” (Sal 56, 2)