«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

domingo, 2 de marzo de 2014

Dios realiza su designio: la Divina Providencia

"El Sermón de la Montaña" Fresco. Capilla Sixtina. Autores: Piero di Lorenzo (Piero di Cosimo) y Cossimo Rosselli
Las palabras de Jesús que escuchamos en el Santo Evangelio de este Domingo (VIII del Tiempo Ordinario; Mt 6, 24-34), nos animan a aumentar nuestra fe y a fomentar la virtud de la esperanza cristiana, de tal manera que confiemos en Dios, Creador de todo cuanto existe y Padre nuestro, y a lo largo de nuestra vida pongamos el corazón en las cosas que son verdaderamente importantes: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todas esas cosas se os darán por añadidura".

Dios mantiene y conduce la creación

Por modo general, Dios es llamado Padre de todos los hombres, por ser su Creador y por la admirable Providencia que tiene de todos ellos. Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término.
Las cosas creadas por Dios no pueden subsistir, después de creadas, sin su virtud infinita. Por eso mismo, Dios está presente en todas las cosas creadas por su Providencia, conservándolas en el ser con el mismo poder con que las creó al principio, sin lo cual volverían a la nada.
"Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida" (Sb 11, 24-26).

Dios realiza su designio: la Divina Providencia

La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada "en estado de vía" ("In statu viae") hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó.
Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección:
La solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Por eso Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: "No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura" (Mt 6, 31-33; cf 10, 29-31).

La providencia y el escándalo del mal

En esta providencia, Dios no impide la acción de las causas segundas, sino que, previniendo su acción, se sirve de ellas, ordenándolo todo con fuerza y con suavidad (Sab 8, 1)
Además, si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple.
En su poder Infinito, Dios podría siempre crear algo mejor. Sin embargo, en su sabiduría y bondad Infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo “en estado de vía” hacia su perfección última.
  • Este devenir trae consigo en el designio de Dios, junto con la aparición de ciertos seres, la desaparición de otros; junto con lo más perfecto lo menos perfecto; junto con las construcciones de la naturaleza también las destrucciones. Por tanto, con el bien físico existe también el mal físico, mientras la creación no haya alcanzado su perfección.
  • Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien.
"Por lo tanto, el que crea que en Dios se da providencia, espere de su mano el alimento, pero considere que lo mismo debe esperar lo bueno que lo malo de lo que, si no fuere solícito, ni se librará del mal, ni podrá alcanzar el bien. Por ello añade: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia". El Reino de Dios es el premio de las buenas obras, y su justicia el camino de la piedad, por la que se va al reino. Si piensas en la gloria de los santos, es necesario que, o te separes del mal por temor de la pena, o te encamines al bien por el deseo de la gloria. Y si piensas en la justicia de Dios (a saber, qué es lo que Dios aborrece y lo que Dios ama), su misma justicia te manifiesta sus caminos, que siguen todos aquellos que lo aman" (Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 17).
Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales Dios habrá conducido a la creación su hasta su perfección última, en vista de la cual creó el cielo y la tierra.

Fuente: Catecismo Romano y CATIC, 301-314

Publicado en Tradición Digital