«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

miércoles, 12 de mayo de 2010

PÍO MOA: Esperanza Aguirre se disculpa ante los totalitarios



Entrevistada por un periódico de extrema izquierda (en España prácticamente toda la izquierda es así, para ella Besteiro --como Montesquieu--  ha muerto), Esperanza Aguirre da explicaciones sobre las semejanzas entre mis tesis (¡horror!) y lo que  ha dicho en un arrebato ante el Parlamento madrileño. “No, no –viene a decir ella— nada de Pío Moa, por Dios. Yo a quien leí fue a Vidarte, que me impresionó mucho  porque cuenta cómo el escolta de Indalecio Prieto asesina al líder de la oposición José Calvo Sotelo”. El hecho está archicontadp en infinidad de libros, y va mucho más allá del caso del escolta, como he expuesto, creo que por primera vez: todos los datos del asesinato apuntan a la autoría intelectual y organizativa de Prieto. Por lo demás, Vidarte miente cuanto  puede, por lo que conviene tener  mucho cuidado al analizar su libro “Todos fuimos culpables” que no contiene ni un ápice de espíritu reconciliatorio, como podría creerse por el título.



Lo que quería decir, se disculpa Aguirre, “es que la república no era un régimen tan idílico como sostenía el representante de Izquierda Unida”. No era tan idílico… ¿pero seguía siendo idílico, aunque menos?  Y lo dijo “no por Pío Moa, sino porque creo que en el 34 se violentó con un golpe”. Menuda defensa: también lo de Sanjurjo fue un golpe, puestos a eso, así que…



Lo del 34 fue mucho más que un golpe, como he explicado y documentado muy abundantemente. Y remacha la jugada excusándose ante la extrema izquierda: “Dije algo que no está en Pío Moa, que es  que los tres intelectuales españoles que más impulsaron la venida de la República, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala y Marañón, los tres huyeron de ese régimen idílico y desde el extranjero enviaron su apoyo a Franco”. Por supuesto, eso está en Pío Moa y no solo en él. Pero Pío Moa ha sido el único que ha analizado todo el alcance y significación de esos hechos, que fueron mucho más que una anécdota. Qué gente, estos políticos de derechas.



El ignorante entrevistador, para desintoxicar a Aguirre de Vidarte y de tanto revisionista, la  invita a leer el libro del embajador useño Bowers Misión en España, y le aclara: “Era periodista, amigo de Roosevelt un liberal demócrata en estado puro”. Lo cual acepta Aguirre de entrada (ninguna información proveniente de la izquierda debe ser aceptada por las buenas, según mi experiencia: hay que cribarla siempre), y señala que ella es “muy proamericana. Sus memorias (de Bowers) tienen que ser fantásticas".  Bowers, le explica el intoxicador "Decía que si el litigio fuera entre una monarquía democrática y una república, él no se habría implicado. Pero como vio que lo que se venía encima era el fascismo, sí lo hizo”.



Bowers no era un “liberal demócrata en estado puro”, sino el clásico liberal useño, corriente también en Inglaterra, cargado de prejuicios sobre países que considera atrasados y para los que defiende políticas que no le habrían gustado nada en el suyo; que defiende, en definitiva, la demagogia e incluso el totalitarismo fuera de sus fronteras. La clase de liberales que han encontrado grandes excusas para Stalin, han apoyado a Fidel Castro y revoluciones y regímenes brutales por todo el mundo, y a quienes no les importaba mentir o pasar por alto cuanto molestaba a sus prejuicios. Jay Allen, inventor de la matanza de Badajoz, fue otro caso típico.


Por todo ello el testimonio de Bowers vale tan poco como los de Jay Allen. En Los orígenes de la guerra civil, expongo:



“Los dos años largos de conjunción republicano-socialista fueron tormentosos, con sangrientos golpes libertarios y el de Sanjurjo, numerosos atentados y huelgas salvajes, algunas de ellos con numerosas víctimas, violentos altercados entre manifestantes y policías y aumento galopante de la criminalidad común.  De acuerdo con los datos del Fiscal General de la República, los delitos contra la propiedad y la vida casi se habían duplicado de  1930 a 1931,  aunque después subieron con menos fuerza; los procesos por explosivos se habían multiplicado, con respecto a 1928, casi por diez en 1931, por veinticuatro en 1932 y por más de sesenta en 1933. Algo similar ocurría con la tenencia ilícita de armas. Según la Federación Patronal Madrileña, en los primeros seis meses de 1933  los atentados y luchas políticas habían provocado 102 muertos y 140 heridos, y ese año se perdieron 14,5 millones de jornadas por huelgas, en comparación con 3,6 millones del año anterior. Los jefes republicanos trataron de frenar el deterioro, y ya en octubre del 31 aprobaron la “Ley de Defensa de la República”, que facultaba al gobierno para apuntalar el orden pública  con discrecionalidad excesiva  (en la práctica anulaba en gran medida las libertades). Fueron tiempos de frecuente restricción de los derechos públicos, de censura y cierres de periódicos y locales políticos”.

Pero no todo el mundo parecía notar estas cosas. El embajador Claude Bowers escribió, refiriéndose de 1933:

“Viajamos de un extremo al otro de España buscando los desórdenes rayanos en la anarquía de que tanto habíamos oído hablar en los salones de Madrid, y no hallamos nada semejante”. Bowers sugiere que el desorden era una invención de la derecha, y por eso no lo “veía”. Pero el gobierno lo sufría igualmente, y procuraba atajarlo con medidas de excepción”. (p. 163-4)

Cabe señalar que, precisamente en enero de 1933 habían tenido lugar las insurrecciones de  Barcelona y Andalucía, donde el episodio de Casas Viejas, que no "el fascismo",  determinó el hundimiento político del gobierno republicano-socialista y aceleró la radicalización bolchevizante del PSOE.
 

No es de extrañar que Bowers “liberal demócrata en estado puro” guste tanto a los totalitarios españoles, que tienen por iconos al héroe de Paracuellos o a Garzón.


Pío Moa