«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿CAÍDOS DE UN BANDO O MÁRTIRES DE ESPAÑA?



Con frecuencia se oye decir que los mártires de la persecución religiosa desencadenada entre 1931 y 1939 no pertenecen a ninguno de los dos bandos en que quedó dividida España a partir de julio de 1936.

Evoquemos un suceso entre muchos que podrían citarse. Una tarde de agosto, un avión había logrado situarse a escasa altura sobre el patio central del Alcázar de Toledo y dejado caer con éxito un saco de víveres y un mensaje alentador. En la fortaleza resistían desde el 19 de julio unos centenares de hombres acompañados por sus familiares. En cambio, un intento de la aviación enviada por los sitiadores para bombardear el Alcázar tuvo fatales resultados para los sitiadores que murieron por decenas al caer las bombas extramuros del objetivo. La reacción y la impotencia ante el propio fracaso no tardaron en estallar. Aquella misma noche sacaron de la cárcel y llevaron a fusilar entre setenta y ochenta presos entre los que se encontraban el joven Luis Moscardó, hijo del jefe de los defensores del Alcázar y el prestigioso deán de la catedral primada, don José Polo Benito, este último uno de los 498 beatificados en Roma el 28 de octubre del pasado año.

Polo Benito es todo un símbolo del clero español que sufrió la persecución desencadenada por republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas que en poco más estaban de acuerdo que en el deseo de exterminar a la Iglesia. Nació en Salamanca en 1879. Se formó en el seminario de la ciudad y allí se ordenó en 1904. A partir de 1911 trabajó activamente por la comarca extremeña de Las Hurdes, donde desempeñó una importante labor previa a la célebre visita de Alfonso XIII a la zona. En su propio hogar estableció unas cocinas de caridad, con las que socorría a cientos de familias necesitadas. En 1923 fue nombrado deán de la catedral de Toledo. Hombre al mismo tiempo de letras y de piedad intensa, el martirio no fue sino la coronación de toda una vida. Por su parte, al Coronel Moscardó le habían amenazado con fusilar a su hijo si no entregaba el Alcázar. Su respuesta no pudo ser más elocuente. En España se volvía a luchar con acentos de Cruzada y, como en tiempos de la Reconquista seguía vivo el espíritu de Guzmán el Bueno. Junto a Polo Benito, Luis Moscardó cayó bajo el plomo en la Puerta de Cambrón.

Decir que aquellos mártires no tienen nada que ver con la Guerra Civil, ni con los Caídos de un bando ni con la España de Franco, a mí me suena a cobardía o a “lavado de cara”. Por eso prefiero evocar la historia tal y como fue. Porque la verdad es que, al mismo tiempo que Moscardó cumplía el último deseo de su padre: morir encomendando su alma a Dios y a los gritos de “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva España!”; al tiempo que Polo Benito y sus compañeros subían al cielo, en el Alcázar un puñado de hombres, sostenidos por el mismo ideal, recibían la consigna que tantas veces les repitió Antonio Rivera Ramírez, el Angel del Alcázar, secretario diocesano de los jóvenes de Acción Católica, muerto como consecuencia de las heridas recibidas en el asedio y también en proceso de beatificación: “Tirad, pero tirad sin odio”.

La historia hay que contarla entera, tal y como fue. No nos vaya a pasar como a un viejo jesuita acomodado a los nuevos usos que, ante la perspectiva de recuperar la observancia religiosa propia de la Iglesia antes del Concilio, decía: "Es que si vuelve lo de antes, el primero que sale perdiendo soy yo"

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