«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

lunes, 10 de agosto de 2009

LA OFENSIVA NACIONALISTA CONTRA LA HISTORIA VIENE DE LEJOS: LLODIO- EN RESPUESTA A LA MOCIÓN DE EA Y PNV SOBRE LAS VÍCTIMAS PERDEDORAS DE LA GUERRA

HEMOS ENCONTRADO ESTA RESPUESTA A LA MOCIÓN DE EA Y PNV SOBRE LAS VÍCTIMAS PERDERORAS DE LA GUERRA CIVIL PUBLICADA EN 2006 POR EL PARTIDO POPULAR DEL VALLE DE AYALA:

FELICITAMOS A SUS AUTORES
¡QUÉ BUEN VASALLO SI HUBIERA BUEN SEÑOR!

En primer lugar, queremos manifestar nuestra opinión respecto a la pretendida necesidad y urgencia de esta moción, que a nuestro juicio, obedece más a una operación de oportunidad propagandística, que a una voluntad real de reparación histórica.

Antes de la Comisión Informativa de Asuntos de Pleno, pedimos a la firmante de la moción, Nerea Martínez, que, por responsabilidad, no se trajera a Pleno. Por desgracia, no se atendieron nuestras razones, y aquí nos vemos, debatiéndola; porque también le dijimos que si el final se presentaba, nuestro Grupo no iba a rehusar el debate, aunque advirtiendo de las consecuencias que podría tener entrar a fondo en su discusión.

¡Claro que una sociedad democrática tiene derecho a revisar su pasado, y a no estar hipotecada por los pactos con sus muertos! Pero abrir un debate sobre una guerra que dividió a España en varios grupos de intereses, todos ellos enfrentados, -entre sí y con los demás- es un veneno que puede emponzoñar la convivencia.

Con toda seguridad, fue un error del franquismo olvidarse de quienes perdieron la guerra, pero también es cierto que desde la llegada de la democracia se viene haciendo lo mismo... ¡pero al revés!

70 años después, la Guerra Civil sigue dividiéndonos.

Aquellos hechos ya pertenecen a la historia -o deberían pertenecer-, pero entraron en el debate político en los últimos años, con el comienzo de la búsqueda y exhumación de cadáveres en fosas comunes, al encuentro de quienes lucharon en el bando de la República que fueron "paseados" (aunque en vida, a gran parte de estos la República les importara un pimiento), con el fin de arrojar los muertos de uno de los bandos a la cara de sus rivales políticos.

Un país que se estuvo matando durante tres años, debería dejar que sus muertos descansen en paz. Aquellas personas lucharon por sus ideas en el campo de batalla porque fueron incapaces de entenderse en democracia.

Hasta no hace mucho, en este Ayuntamiento nos habíamos librado de este debate... ¡hasta que EA y PNV han tenido la ocurrencia!

En el fondo de las iniciativas como la que hoy nos presentan estos grupos, se plantea una pregunta que se formula 70 años después de que comenzara la tragedia, y que a nuestro juicio no tiene ningún sentido: "¿Quién tuvo la culpa?"

La mayoría de las familias españolas tenemos cadáveres de la Guerra Civil en la memoria, y no se nos debe hacer revivir viejas fantasmagorías. Además, la respuesta quizá no sea agradable de oír por quienes la formulan.

¿A quién beneficia este debate político? Este debate sólo conduce a la crispación gratuita; a la caída o al derrumbe de nuestras libertades, y de la paz.

En el debate que se produjo cuando se presentó a pleno otra moción de similares características, en el año 2.004, citábamos a Azaña, cuando decía que "Nada puede hacerse de útil y valedero sin emanciparnos de la historia. Como hay personas heredo-sifilíticas, así España es un país heredo-histórico". Decíamos también que abrir el capítulo de la guerra, significaba disponerse a afrontar riesgos importantes e importantes responsabilidades históricas; porque el desconocimiento de la historia -o su mala interpretación- era la puerta de entrada a los laberintos de la demagogia, que el debate historicista se encargaría de desmontar.

También en el fondo de estas iniciativas -y en ésta que ha presentado EA y PNV con absoluta claridad-, se trataría de hacer heredera a esta España democrática, no de la política de integración de la Transición, sino de hacerla heredera de una mitificada II República Española.

No se puede pretender -como se afirma en la moción- que la existencia de las actuales instituciones democráticas, derivadas, como bien se dice en la moción, del Estatuto de Guernica, (el Parlamento Vasco, las JJ.GG., las Diputaciones Forales, hasta la figura del propio Presidente del Gobierno Autonómico vasco) como una continuidad de aquel primer Gobierno Vasco, que surgió en medio de una guerra, con la mitad del territorio repartido en cada bando, y merced a la presión a que se vio sometido el Gobierno Republicano, que debió hacer concesiones si quería obtener el apoyo de los nacionalistas, cuando el general Mola avanzaba desde Navarra.

Bien es cierto que aquel apoyo nacionalista a la República no fue general, como es sabido, y que por haberlo expuesto ya en el pleno al que antes he aludido, no voy a repetir hoy aquí.

¡No es cierto! Las actuales instituciones derivan de la Constitución Española que nos supimos dar olvidando las viejas rencillas. (Al menos por algunos, con absoluta lealtad)

Es una inmensa falta de conocimiento histórico o una perversión, decir que aquel primer Gobierno Vasco, presidido por su primer presidente, D. José Antonio Aguirre Lekube estuvo formado por todas las tendencias democráticas.

Miren, solo la historia se encargará de adjudicar los carnés de demócratas; por tanto, no nieguen ustedes como parte interesada, ya que se consideran herederos de aquellas instituciones, la condición de demócratas a los demás por exclusión.

También se afirma en la moción que el golpe de estado de 1936 era de ideología fascista, cuando lo cierto es que en 1936 los partidos de ideología fascistas, apenas si contaban con presencia social.

Otro nuevo error que confirma su desconocimiento de la historia.

La mayoría de los que se alzaron, empezando por Franco, habían defendido la legalidad constitucional republicana un año y medio antes, en 1934; y... ¡qué casualidad!, la habían defendido contra los que se sublevaron contra el gobierno legítimo de la República con la intención declarada de organizar una guerra civil.

Entonces la derecha, y no el "fascismo", que como he dicho antes apenas existía, se puso del lado de la República.

La historia nos dice que Franco fue el último en alzarse contra la República; antes lo hicieron los "auténticos republicanos" es decir, los anarquistas, un grupo de la derecha muy minoritario, con la sanjurjada (por cierto, en cuyo gobierno participaron posteriores y "genuinos" próceres republicanos), los nacionalistas de la ERC, los socialistas, los comunistas y los republicanos de izquierda.

Lo que ocurrió, es que contra todo pronóstico, éste sí ganó.

¡Otra vez no! La guerra no se dio entre fascistas y demócratas, sino entre unas fuerzas mayoritariamente totalitarias y una derecha que abandonó la moderación de 1934 al verse envuelta en el proceso revolucionario.

Por tanto, es falsa la idea de que la España donde dominaba el Frente Popular estuvo regida por un gobierno constitucional y parlamentario, y que la derrota de los sublevados hubiera consolidado una democracia que, por otra parte, había dejado de existir mucho tiempo antes. No es exacto que los españoles vivían en paz en una República idílica, y que fueron unos "espadones" convenidos con los señoriítos fascistas, los que rompieron aquel paraíso y nos arrastraron a una guerra fratricida y crudelísima. Esta hipótesis de una España idílica, moderna y progresista acuchillada por la reacción, es sectaria o errónea, como avala una abrumadora evidencia historiográfica, y no es compartida por la mitad de la sociedad, aunque las nuevas generaciones tengan un conocimiento simplista, limitado, o inexistente de los orígenes de la guerra. Aquella era una situación caótica, como reconocieron el propio Prieto, o el republicano Martínez Barrio, y también Julián Besteiro... entre otros.

Los datos expuestos en las Cortes por Gil-Robles y Calvo-Sotelo, señalaban una interminable serie de asaltos a domicilios particulares y a locales políticos, incendios de iglesias y de sedes de periódicos, huelgas violentas, etc.; y asesinatos a mansalva, hasta acabar en el del jefe de la oposición, Calvo Sotelo, por la fuerza pública y de uniforme.

No es sano confundir la versión de los perdedores con el balance categórico de la historia, aunque se tenga la ventaja de su seducción y de su capacidad para generar ficciones románticas. Pero hay algo más importante: no existe ninguna razón para condicionar la política actual con el sofisma de vencedores y vencidos; y menos para hacerlo extensivo a los hijos o los nietos de sus protagonistas.

La moción que se nos presenta se explaya sobre la represión franquista, pero olvida la que fue causada por sus enemigos y entre las propias filas de los vencidos, con episodios de tal ferocidad que nos permiten hacernos una idea de lo que habría ocurrido si hubieran ganado ellos la guerra.

Si las cifras de la represión más comúnmente aceptadas por la historiografía sitúan del lado franquista un total de 84.505 muertos, incluida la posguerra, y del lado republicano 37.843 únicamente durante el conflicto, ¿Se imaginan lo que habría pasado de haber ganado la guerra los bandos conocidos como "Republicanos?"

La moción, en su punto 4° nos muestra su preocupación porque no se haya llevado a cabo, ni en el ámbito estatal, ni en el vasco, medidas para la compensación -señala expresamente- "de los perdedores de la Guerra Civil". También nos habla de "ocultamiento, olvido, o interesada banalización de estas víctimas".

Esto no es justo. Desde el principio de la transición, las campañas que las recuerdan han sido constantes, y han recibido un tratamiento de favor en los medios de comunicación; lo que no sería negativo si no se tiñese de rencor y se olvidara a las víctimas del bando contrario.

Miren, en la guerra civil, los que perdieron, los auténticos perdedores, fueron los muertos; todos y cada uno de nuestros muertos.

Añaden que lo que pretenden con la presentación de esta moción es evitar la manipulación interesada, y tributar un reconocimiento de la causa por la que lucharon. Pues bien, si todas las causas son merecedoras de luchar por ellas, también los que lucharon y vencieron con las armas tuvieron las suyas; pero nosotros no podemos entrar a juzgar la conducta de aquellos hombres, porque afortunadamente no estamos sometidos a las tensiones económicas, mentales e ideológicas que ellos padecieron.

Precisamente esta diferencia es algo que debemos al sacrificio y al esfuerzo de todos ellos, con sus pasiones y con sus errores, y no podemos permitimos echar a perder esta herencia.

La dignificación ética que está proponiendo el grupo municipal de EA, no sé en qué va a consistir. No conozco a nadie que diga hoy, que los perdedores -colectivamente-, fueran unas personas sin ética; aunque bien es cierto que la dignidad y la ética, en una situación de guerra, es lo primero que se pierde. Se esté en el bando que se esté. Y nuestra guerra civil -también aquí-, está sembrada de ejemplos de lo que acabo de decir. Esta situación de negación de la condición ética, es mucho menos aplicable a sus familias, como se afirma en el preámbulo de la moción.

Justificar la presentación de esta moción como un intento de saldar cuentas pendientes, creo que es un fallido acto mental que recoge mejor las verdaderas intenciones de los que la presentan, aunque se disimule con el recurso de que esto lograría la efectiva reconciliación. La reconciliación ya se había producido, incluso mucho antes de la llegada de la democracia. El ambiente social y el mismo franquismo fueron liberalizándose paulatinamente y al final, de manera acelerada; por eso, la evolución a la democracia discurrió sin demasiadas heridas.

Aquel viaje hacia la democracia tenía una clave, respetada por todos desde 1977: el cerrojazo a la Guerra Civil, y la adopción por los herederos, de los vencedores y de los vencidos, del razonamiento de Azaña: "paz, piedad y perdón".

Es curioso ver cómo son los nietos de los que participaron en la guerra los más interesados en revivir aquella tragedia. Los que tenemos más edad y preguntábamos a los protagonistas de aquella enorme tragedia (hubieran luchado donde fuera), siempre nos encontrábamos con un muro de silencio responsable; y no por un supuesto temor a las represalias de contar lo que presenciaron, sino precisamente porque habían visto demasiadas cosas, y a demasiada gente. Fueron testigos de los actos más generosos y heroicos, pero también de las conductas más abyectas y horribles; a veces cometidas ambas por las mismas personas.

En el punto 6° de la moción, se insiste en el reconocimiento de la superioridad ética, política y de valores de los que perdieron la Guerra Civil, y nos los vuelven a presentar como los paladines de la libertad y de la pacífica convivencia entre ciudadanos; virtudes éstas que encarnaría aquel primer Gobierno Vasco del que, dice la moción, las instituciones vascas somos deudoras.

Miren, nosotros no somos deudores de nadie. Ni de las instituciones republicanas, ni de aquel Gobierno Vasco, ni del Gobierno de Burgos. Somos su consecuencia, y por tanto, no nos sentimos obligados a preservar su patrimonio político, y aún menos el moral. Únicamente su memoria.

Si hemos de ser justos, habremos de reconocer que la democracia actual procede del franquismo, y no de la República, y si no queremos vernos sometidos a una situación parecida a la que nuestros padres o abuelos tuvieron que sufrir, más nos convendría tratar la Historia como Historia; acercarnos todo lo posible a la verdad histórica, pero no utilizar el pasado para pervertir la aceptable convivencia cívica que hoy tenemos.

Yo pertenezco a una generación que hizo suya la reconciliación, el perdón y el olvido, aunque sin renunciar al conocimiento de la verdad; y que obró así para que se hiciera posible construir entre todos una España abierta, y no quisiera que mis hijas asistan a un revivir propagandístico sobre quién tuvo la razón.

Y tengo que volver a citar a Azaña, para decir que aquella "fue una guerra inútil, que no serviría para nada, y de la que las generaciones venideras no podrían sacar ninguna lección".

Nuestro ideal sigue siendo aquel que se propuso unir a las personas que murieron con las que mataron, y favoreceremos en cualquier circunstancia la creación de un clima que, sin olvidar la historia, nos una en la empresa de una España reconciliada, en paz y en libertad.

El punto 7° de la moción nos insta a la localización de fosas comunes y a la identificación de cadáveres. Aquí quisiera elogiar la posición política de la familia del más famoso desaparecido, Federico García Lorca, aquel gran poeta asesinado en un crimen horrendo, que se ha mostrado contraria a esta idea.

Es bueno revisar la historia, pero con base documental y no sentimental. Nada impide un estudio riguroso y objetivo de la historia de España, pero dejemos ese trabajo a las instancias académicas y universitarias. Lo que no está justificado es el juego del revisionismo histórico y el revanchismo poco disimulado, la actitud parcial, siempre favorable a un punto de vista muy determinado. Es muy lícito que con la perspectiva que da el tiempo, se investigue y se haga un recuento del número de muertos por ambas partes, de sus circunstancias históricas, y hasta de los detalles, aunque diferenciando entre quienes cayeron luchando y los que fueron asesinados en la retaguardia. De todos los bandos.

Y digo todos los bandos, porque también existen otras víctimas, estas sí que realmente olvidadas, que son las producidas entre las propias fuerzas republicanas. Existen muchos informes de los anarquistas sobre las matanzas que contra ellos realizaron los comunistas, y también informes de estos sobre las matanzas de campesinos que se oponían a la colectivización anarquista. También de los asesinatos de soldados y oficiales a los que luego se acusaba de haber querido desertar.

Estos asesinatos suman bastantes más víctimas que las halladas en estos años por la asociación que dirige la exhumación de cadáveres de las fosas comunes, que por otro lado, después de tantos años de búsqueda, movilización de numerosos voluntarios, y contando con la colaboración y subvención de diversas entidades y organismos, solo nos puede ofrecer alrededor de 200 exhumaciones; algunos no fusilados, sino muertos en combate y enterrados en fosas comunes (solo es necesario leer los partes de guerra de ambos bandos para comprobar esta afirmación), y otros del bando franquista. Porque también hay miles de caídos y víctimas del crimen, que yacen en otras fosas comunes, sin que se explote perversamente la recuperación de su memoria -también olvidada- y sin que se alardee de ello ni se reclamen sus restos.

Por cierto, que en su búsqueda de cadáveres, también han encontrado fosas comunes... ¡de franceses de la guerra de 1808!

El balance que ofrecen de 200 recuperados no es mucho, cuando algunos han dado como buena la localización de 800 fosas comunes y de 30.000 asesinados.

Volviendo a la moción, en el punto 8° se vuelve a insistir con machaconería y para que quede bien clarito, cómo entienden la cacareada reconciliación Eusko Alkartasuna y el Partido Nacionalista Vasco, al pedir que se dirijan los esfuerzos hacia aquella parte del Pueblo Vasco que perdió la Guerra Civil. (Al menos esta vez no la ha llamado guerra de agresión de los españoles)

También pide la moción que se eliminen las trabas -que según ellos- siguen existiendo para acceder a los archivos y documentos de aquella época.

No sé si se estarán refiriendo a los archivos de Gobierno Vasco de entonces; porque en lo que respecta al resto de los archivos del Estado, son perfectamente accesibles para todo aquel que los quiera consultar, sin más limitaciones que las lógicas de acceso a cualquier otro archivo, como el Militar, el General de Indias, o tantos otros.

...Por cierto, que ya metidos en faena, y si tanto interés tienen, tampoco estaría de más que consultaran la "Causa General" de 1945, inmenso documento que se encuentra en la actualidad en el Archivo Histórico Nacional, en donde -previos los oportunos permisos- puede ser consultado por los investigadores. Por lo tanto, como he dicho, no existen tales trabas; a no ser que lo que se pretenda decir es que deberían estar en esta Comunidad Autónoma.

Yo no sé si esta facilidad para consultar los archivos se da de igual manera con los archivos del nacionalismo; porque hasta hace no mucho tiempo, esto no era así.

Miren, no hay que ser muy avispados para adivinar que esta muestra de interés repentino por los muertos del bando republicano en la guerra civil Española obedece a intereses electoralistas; a agitar insensatamente el espantapájaros de la guerra civil con fines políticos. Porque durante todos estos años que han estado gobernando, han tenido el tiempo, los medios, y la oportunidad para remover tumbas... ¡y no lo han hecho!

Ya por último. La moción insta a la colocación de todo tipo de monumentos, estelas o símbolos en los lugares donde tuvieron lugar fusilamientos colectivos, enterramientos en fosas comunes, para dar testimonio -dicen ustedes- de unos hechos que nunca debieron ocurrir.

En eso estamos de acuerdo. Aquello no debió ocurrir... ¡pero ocurrió!, y no por generación espontánea. Las cosas nunca ocurren así; y las razones que tuvieron ambos bandos para matarse, tendríamos que desterrarlas para las generaciones futuras, que son el norte que debería guiar nuestra actuación política.

La investigación de aquellos hechos a los niveles que se pretenden, nos llevaría, sin duda, a conocer no sólo los nombres de los que murieron asesinados, sino también los de otros.

Por cada asesinato hubo (al menos), un delator y un verdugo; y algunos -muchos- si quisieran encontrarlos, los hallarían en sus propias familias, tal vez entre sus padres o abuelos. Si nos ponemos a desenterrar muertos, es posible que algunos perdieran todo interés por recuperar la memoria, porque hay en muchas familias personas que colaboraron vivamente con la dictadura; y no sólo cuando se suavizó, también en los períodos más crueles, y estos nombres no se han borrado de la memoria colectiva.

Hoy casi todo el mundo ha cambiado mucho de opinión; y los que alguien con acierto llamó "antifranquistas retrospectivos" se han multiplicado como las setas después de difunto aquel régimen; y además se muestran muy combativos... ¡cuando ya no hace falta!

-¿Cuántos de su partido había en la cárcel en 1975 por luchar contra aquella dictadura tan atroz, tan fascista y tan asesina?

-Oigan, si tanto empeño tienen en cumplir con los muertos "que perdieron la guerra en 1936", ¿por qué no ponen más empeño del que ponen en el reconocimiento a otros "perdedores" más próximos en el tiempo, que aún no han entrado en la Memoria Histórica?: los asesinados por la banda terrorista ETA. Cuando lo hagan así, quizá acabemos por tomarles en serio, pero mientras tanto creeremos que lo que intentan es manipular a los muertos, a la historia, y a la Guerra Civil.

En fin, están en su derecho. Pero ya que parecen tan decididos en la gallarda labor de recuperar la historia, y para facilitarles las cosas, voy a darles algunos nombres (datos históricos, no vaguedades), de los que perdieron la guerra civil... ¡porque perdieron su vida!

Estas personas no cayeron en el frente, sino que fueron ASESINADAS en aquel tiempo en que el primer Gobierno vasco, con su lehendakari a la cabeza, auténtico faro de ética republicana, del que se sienten herederos, fue el máximo responsable de la vida y la muerte en este pequeño y martirizado país.

Como la lectura completa de sus nombres y de sus circunstancias sería muy prolija, solamente voy a dar lectura a los de unos auténticos enemigos de la democracia: los de 55 religiosos que, al menos, se merecen el tributo de que se reacuerden sus nombres con respeto.

RELIGIOSOS ASESINADOS EN EL P. VASCO

Acha Aldecoa, Carlos. Presbítero.

Aguirre Elorduy, Zoilo. Presbítero.

Aguirre Respaldiza, Andrés. Presbítero.

Aizpiri-Iriondo, Antonio. Presbítero.

Alcíbar Gorostola, José Ma Presbítero.

Alegría uriarte, Víctor. Presbítero

Allende Castaños, Ángel. Presbítero.

Alturana Landajo, Martín. Presbítero.

Armentia Agudo, Faustino. Presbítero.

Arrien Gueréquiz, Fidel. Presbítero

Asúa Mendía, Pedro. Presbítero.

Atucha Aguirreleceaga, Benito. Presbítero.

Ayestarán y Uranga, Miguel Ma. Presbítero.

Azpiri Iriondo, Antonio. Presbítero.

Basozábal Arruzabalaga, Félix. Presbítero

Cabanas, Fray Vicente. O. M. Cap.

Calleja González, Eligio (Hno. Camilo).

Carrere Azcarreta, Francisco. Presbítero.

Castaños González, Raimundo. Dominico.

De Miguel Álava, Manuel. Presbítero.

Doulo Irujo, Doroteo. Canónigo.

Echevarría Olavarría, Martín. Presbítero.

Esteban Esteban, Daniel. Presbítero.

Fernández, Alejo. (Hermano de los SS. CC.)

Fray José Miguel de Jesús y María, O. C. D.

Ganuza González, Rufino. Presbítero.

Gómez de Segura, Serapio. Presbítero.

Gorostiza Iturrita, Fermín. Presbítero.

Gutiérrez Barquín, Gabino. Presbítero.

Huertas Lara, Luis. Hermano Marista.

Iza Barrenechea, Clemente. Presbítero.

Leal y Lezea, Eduardo. Canónigo.

Legorburu Axpe Fabián. Párroco de Areta.

Lumbreras Zubero, Matías. Presbítero.

Maisón Ibáñez de Garyi, Glicerio. Presbítero.

Martínez Gómez, Federico. Presbítero.

Miota Garitaonandia, Juan. Presbítero.

Moreno Grijalba, Víctor, Pbro.

Nicasio. Presbítero.

Ocerinjáuregui Uria, Fray Vicente. Franciscano.

Orbea Gorostiaga, Luis. Presbítero.

Ramírez Murguía, Gregorio, Presbítero.

Ranero Mágica, Andrés. Presbítero.

Rdo, Fray Melquíades de San Juan de la Cruz, O. C. D.

Rdo. Fray José Zabala Arana C. M. F. Rdo.

Fray Simeón de Jesús Ma. OCD

Rdo. P. Castaños González, Raimundo. O. P.

Rdo. P. Ricardo Vázquez Rodríguez.

Solís García, José Ma. Dominico.

Ubacia Burgaña, Eulogio. Presbítero.

Ugarte Arberas, Francisco. Presbítero

Unamuno Eréñaga, Miguel, Presbítero.

Urriza Berraondo, Ángel. Canónigo.

Vázquez Rodríguez, P. Ricardo. Religioso.

Zallo Echevarría, Severiano. Presbítero

Nuestro Valle de Ayala estuvo apenas un año bajo aquel primer gobierno vasco-republicano, y no obstante, o quizá precisamente por eso, también nuestra comarca aportó su contribución de "perdedores".

Sus nombres, y las circunstancias que rodearon sus asesinatos (también en algunos casos los nombres de sus delatores o verdugos) todavía están frescos en la memoria de algunos.

Me limitaré a dar a conocer sus nombres y sus lugares de origen.

ASESINADOS EN LA ZONA DE AYALA

Acha Aldecoa, Carlos. Presbítero. Orduña

Aguirre Respaldiza, Andrés. Presbítero. Párroco de Maroño

Alegría Uriarte, Víctor. Presbítero. Ayala-Maroño.

Apodaca Figuri, Santos. Ayala, Monte Retes.

Arrien Gueréquiz, Fidel. Presbítero. Orozco.

Aspiazu Aguruza, Víctor. Ayala-Lezama

Ausín Bolloqi, Luis. Orduñés.

Cabanas, Fray Vicente. Orduña.-El P. Vicente, Director de la Congregación de Terciarios Capuchinos del Reformatorio de Menores, fue arrancado de la casa del sacerdote señor Ugarte, y, cerca de Orduña, acribillado a balazos.

Cámara Barredo, Víctor. En Erbi.

Castaños González, Raimundo. Dominico. Quejana.

De la Torre, Victoriano. Orduña

Díaz de Acevedo, Ramón. Orduña

Echavarría Prado, Tomás. Amurrio.

Echevarría Olavarría, Martín. Presbítero.

Orozco Esnarriaga Angulo, Leandro. Monte Izoria.

Fernández Martín, Dña Julia. Monte Murga.

Gómez Martínez, Mariano. Llodio.

Huerta, Luis. Hermano Marista, del Colegio de Arceniega.

Idróquilis Uriarte, Francisco. Orduña

Imaz Usátegui, Víctor. Amurrio.

Isasi Orbea, Faustino. Capellán de las Monjas de Quejana.

Iturbe Aldama, Víctor. Amurrio.

Iturbe Múgica. Ayala-Barambio. Ochandiano.

Iturrino Amoroto, José María. Arrancudiaga.

-Le enterraron vivo en posición vertical, dejándole fuera la cabeza, contra la que dispararon insistentemente, tirando al blanco.

Izaguirre Aldaiturriaga, José. Ayala-Respaldiza.

Jáuregui Zubimendi, Benito. En una heredad de Respaldiza.

Landa San Pelayo, Benito. Secretario de Ayala.

Landaluce Olagüenaga, Martín. Amurrio.

-Para aumentar las torturas, lo arrastraron hasta el cementerio, donde fue fusilado, arrastrado del bigote.

Legorburu Axpe Fabián. Párroco de Areta. Llodio.

-Perseguido en el monte, a tiros de escopeta; murió desangrado, de va¬rias perdigonadas en la cara y en el cuerpo.

López y Pérez, José Mª. Amurrio.

Medía Menoyo, José. En su casa de Menoyo.

Menoyo Robina, Maximino. Maestro. Monte Izoria.

Molinuevo Izaguirre, Pedro. Llodio.

Monje Vázquez, Domingo. Amurrio.

Murga Álava, Víctor. Respaldiza.

Nafarrete Díaz de Mendivil, Nicasio. Presbítero. Párroco de Menoyo.

Olavarrieta L. de Calle, S. Manuel. Llodio.

Orbea Gorostiaga, Luis. Presbítero. Llodio.

Otaola Ibárrola, Bruno. Murga

Padura Aldama, Francisco. Monte de Luyando.

Palacios Echevarría, Leandro. Monte Izoria.

Perea Basabe, Víctor. Llodio.

Plágaro Guinea, Juan. Barambio.

Ramírez Murguía, Gregorio. Presbítero.

Rodríguez Ruiz Galarreta, Augusto. Amurrio.

Solís García, José Mª. Dominico. Quejana.

Ugarte Arberas, Francisco. Párroco de Respaldiza.

Urquiza Bea, Pablo. Llodio.

Viguri Berganza, José Mª. Amurrio

Viguri Meza, Guadalupe.

Niña de trece años; hija del anterior. Me voy a ahorrar los detalles escalofriantes de su asesinato.

Viguri Varona, Máxima. Orduña.

Zuluaga Iturbe, Emilio. Amurrio.

Zuricalday Otaola, Francisco Javier. Oquendo

*****

Ahora, y para terminar, solo me resta invitar a EA y al PNV a que presenten alguna relación similar de asesinados por el franquismo en Llodio... si conocen de alguna.

Las conclusiones finales, extráiganlas ustedes mismos.

Llodio, 31 de julio de 2006

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